Ocultar una situación y aparentar ser algo para quedar bien son formas poco honestas de relacionarse en sociedad. Muchas personas viven en la clásica bicicleta bancaria tratando de mantener un estándar de vida que no es acorde a sus ingresos.
Una de las explicaciones para entender esta actitud se debe a la imperiosa necesidad de “ser aceptado, amado y sentir que uno es importante para los demás” y que existe una emoción que se esconde y es el miedo a ser rechazado y perder aceptación y cariño.
Lo que pasa es que somos seres sociales y que vivimos en constante interacción con los demás, pero hay veces que nos quedamos atrapados en esa máscara y respondemos automáticamente sin mayor cuestionamiento por ese terror al abandono.
La presión social sabemos que existe, pero no por eso debemos de caer en ese fenómeno social de aparentar lo que no somos, los que no han asimilado esto, es porque no han desarrollado todos los aspectos de su ser y necesitan aparentar situaciones emocionales, económicas o relaciones de familia que ya no tienen o nunca han tenido para parecer que están bien, pero no tienen conciencia de sí misma, no han desarrollado su autoestima y dependen emocionalmente de la opinión de terceras personas.
Este juego tiene sus riesgos y es que mantener una apariencia trae impactos no solo en su bolsillo, porque lo obliga a endeudarse para gastar en esos detalles que lo hacen superficialmente mejor, sino también en su vida personal, pues usted empieza a mentir acerca de su estilo de vida y sus gastos personales para “quedar bien”. Aunque no lo crea, este tipo de situaciones pasan en distintas partes del mundo y sobre todo en nuestro país.
Nuestro objetivo es que todas aquellas personas que padecen de este fenómeno, que se llama ESNOBISMO, porque aparentan lo que no son, es que se quiten ese peso de encima y salir de este círculo vicioso. Al hacerlo la persona entiende que es mucho más agradable vivir de una manera más auténtica y conectada con sus potenciales que vivir en la superficialidad. En otras palabras, las personas que viven honestamente son las que saben que son queridas por lo que son y no por lo que tienen o representan. En ese momento el miedo al rechazo pasaría a ser parte de la experiencia humana, ya que se toma conciencia que resulta imposible controlar las respuestas de los demás.