El apego al poder suele ser tan peligroso como los regímenes dictatoriales. En la República Dominicana parece ser un virus, como la chikungunya, que ha afectado a varios de nuestros Jefes de Estado. En la práctica hemos podido evidenciar como la Constitución fue modificada en el 2002 para permitir la reelección presidencial por dos periodos consecutivos; disposición que tuvo vigencia hasta el 2010, donde la Constitución vigente permite solo un periodo de cuatros años, sin posibilidad de ser electo para el periodo constitucional que le sigue. Es interesante analizar que la Constitución del 2002 estuvo vigente por 8 años, en los cuales el Dr. Leonel Fernández estuvo en la presidencia por los dos periodos consecutivos que esta le permitía. No obstante a lo anterior, actualmente diversos sectores de la sociedad discuten sobre una nueva modificación constitucional para permitirle al Presidente Danilo Medina repostularse en el año 2016.

A muchos se les ha olvidado que la Constitución del 2010 establece, en su artículo 124, que el Presidente de la República será elegido por un periodo de cuatro años por voto directo, y que no podrá ser electo para el próximo periodo presidencial. Siendo la Constitución una norma supralegal, se hace más interesante analizar el tema reeleccionista conjunto a la primera oración del artículo 4 de la Constitución dominicana, que establece que el "gobierno de la Nación es esencialmente civil, republicano, democrático y representativo". Como característica de un gobierno democrático, existe un "gobierno de las leyes" y no un "gobierno de los hombres", como una vez estableció John Adams, el segundo presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, en el 1780. De ser un gobierno de leyes y no de hombres, debemos dejar que sean las leyes que rijan nuestra Nación, y no los intereses de los hombres, debido a que – sean buenos o malos – no son los que nuestra propia Constitución, como ley de leyes, refleja. De ello quisiera dejar asentado el criterio de que tenemos una Constitución para el pueblo, no un pueblo para la Constitución; es decir, no debemos suponer que tenemos una Constitución que debe ser modificada obedeciendo a intereses circunstanciales o espurios, siendo el pueblo que decida acomodar la Constitución a los acontecimientos históricos del momento. Lo que sí debemos de dejar por cierto es que en el sistema jurídico dominicano tenemos una Constitución para el pueblo, por lo que debemos permitir que los acontecimientos históricos sean los que se adapten a la misma y que esta asiente un precedente constitucional firme, lo cual solo podría lograrse dejando de ser ajustada por los gobernantes a sus propósitos políticos particulares.

Lo penoso del caso es que no estamos hablando de una modificación cualquiera a una ley cualquiera; estamos hablando de nuestra Carta Magna, norma suprema y fundamento del ordenamiento jurídico de la República Dominicana, de la que se ha dicho que no solamente es la Constitución más avanzada en la historia de nuestro país, sino una de las más avanzadas a nivel mundial. De ser la Constitución atañada para consagrar, nuevamente, una posibilidad de ser reelecto por dos periodos presidenciales consecutivos, estaremos dejando que los hombres sean los que nos gobiernen, y que las leyes y fundamentos constitucionales se apliquen a conveniencia de aquellos egoístas que se aferran al poder, viéndose la República Dominicana huérfana de nuevos cambios.

Como reflexión para todos, actualmente está circulando un video en las redes del expresidente de Uruguay, José "Pepe" Mujica, en donde un mendigo le pide limosna mientras este conversaba con la prensa uruguaya. El mendigo lloraba suplicando unas monedas a Mujica, diciéndole que no tenía nada para comer. Mujica saco su billetera y le respondió, con una voz llena de humildad, "no tengo monedas, ¡pero no llores, carajo!", pasándole un billete de cien pesos uruguayos al mendigo. El mendigo emocionado le agradeció, y le dijo que quisiera que el fuera presidente toda la vida. Mujica, a carcajadas, le respondió: "No, no. Pasá el sombrero, hermano. Pasá el sombrero". Es por esto que Uruguay es líder en desarrollo democrático en América Latina, mientras que aquí en República Dominicana todavía nos cuestionamos si realmente existe la democracia; o más bien, existe la “democracia” para elaborar las leyes y no cumplirlas, como las que existen contra el robo y la corrupción.