Ambiorix Rosario es -todos lo saben- el nuevo presidente de la Federación de Estudiantes Dominicanos. Le dicen el "Abuelo" por el "mérito" de llevar más de veinte años en la universidad "estudiando" medicina, entre cuyos edificios y avenidas ha llegado a los 38 años de edad sin todavía osar graduarse.
La UASD es la más importante universidad pública dominicana. Estudiar en ella es prácticamente gratis y concentra casi el 50% de los estudiantes universitarios del país. Parece insólito que mientras países como Chile sufrieron el desmantelamiento del sistema educativo y salubrista estatal , otros –como República Dominicana- con un sector público mucho más rudimentario y endeble, lograran mantener conquistas como la UASD. Para quienes se movilizan en Chile por el derecho a la educación pública, la Primada de América debe ser algo así como la utopía. Hoy la UASD y la sociedad civil dominicana se mueven pidiendo más financiamiento para la educación, porque los recursos son magros ante necesidades agobiantes.
En medio de ese proceso global y nacional, existe el "Abuelo ¿Qué nos puede decir sobre la forma en que el país se ha desarrollado y organizado? ¿Por qué nadie le reclamó a Rosario, ni antes ni ahora? ¿Porqué nadie defendió mejor su uso y abuso del derecho envidiable a la educación pública?
Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas, hay 675 mil jóvenes dominicanos que ni estudian ni trabajan, lo que equivale –señalan- al 25% de la población con potencial productivo. Asimismo, calculan que en 2008 unos 630 mil niños estaban fuera de las escuelas. El 50% de los jovencitos que deberían estar en secundaria desertan de los centros educativos. Para colmo, la Estrategia Nacional de Desarrollo cifra en 2030 las esperanzas de un analfabetismo menor al 5%.
Ninguna de las actividades económicas que más crecen en la República Dominicana, entre las que destacan las finanzas y las comunicaciones, requiere tener dominicanos formados como inventores o creadores de nuevos productos o sistemas. Son sectores que funcionan como el embudo, apenas un pequeño grupo concentra las funciones relevantes, que son de tipo gerencial. Todo el modelo de negocios es importado, sólo se modifica la manera de administrarlo.
Las actividades que más pesan en la exportación son las zonas francas y el turismo. Como han demostrado muchos informes, funcionan en empresas integradas verticalmente con el exterior y, también, sólo reproducen un modelo de negocios foráneo. La gracia de la industria es que los países centrales concentran las operaciones de alto valor (y por tanto de mejor rédito) y deslocalizan en nuestros países las de bajo valor. República Dominicana tiene todos los incentivos a permanecer con una escuela mediocre: la ganancia se basa en empleados que valgan y cobren poco, y produzcan bien y mucho.
La base de la escuela moderna es proveer, entre otras cosas, una base laica, científica y racional a las capacidades humanas de una sociedad. ¿Cómo va a tener educación pública y de calidad un país donde sus grupos dominantes renunciaron a ser parte de la creación de valor? ¿Cuántos economistas de elite y bio-tecnólogos se requieren para que crezca el comercio importador y la construcción de condominios? ¿Cuál de los distribuidores ha pujado por fabricar un simple televisor en tierra dominicana? ¿Dónde se necesita el científico, la diseñadora de procesos, el creador altamente formado, la especialista que la escuela se encargaría de educar y preparar? ¿Cuántos dominicanos se necesitan para idear nuevos productos agrícolas y nuevos sistemas productivos, si hasta la leche en polvo se está importando, destruyendo la agropecuaria nacional?
El "Abuelo" es –además de muchas otras cosas- la prueba irrefutable de la des-educación, la ausencia de una escuela con sentido y proyecto nacional. A partir de 1990 y a lo largo de las últimas décadas esa crisis de proyecto se ha ido profundizando. El joven Rosario sólo ha hecho lo que ha podido con los veinte años de estudios de medicina pagados por el Estado – es decir el pueblo- sin que ninguno sepa a esta altura para qué, cómo ni cuándo eso servirá.