Como he dicho en varias ocasiones en este espacio, soy católica.

Una de los preceptos que me enseñaron desde pequeña fue el respeto a la vida. Estudié en un colegio católico, me crié en un hogar católico e incluso trabajé más de la mitad de mis años vividos en un colegio católico.

En mi época de adolescente y de juventud, el aborto era un tema tabú, es más, ese tema yo lo vine a escuchar cuando era adulta. Yo crecí viendo los libros de anatomía con muñecos sin órganos sexuales, porque tratar esos temas era casi un sacrilegio.

Desde hace un tiempo se viene tratando sobre la despenalización del aborto. Se han señalado tres causales. En muchos países ha sido aprobada esa ley. Tanto en esos, como en el nuestro han  habido corrientes a favor y en contra. Están los moralistas, los religiosos de distintas denominaciones por un lado y por el otro    quienes abanderan la libertad de que cada mujer es dueña de sí y puede hacer con su cuerpo lo que considere o le dé la gana.

En el tiempo en que yo tuve mis hijos, el día del nacimiento era cuando se sabía el sexo del bebé. Es más, la gente decía “Si la barriga es redonda, es tal. Si es puyúa, es cual”.

Hoy en día, los avances de la ciencia son tales, que ya al tercer o cuarto mes, se sabe el sexo del niño. Hay imágenes que muestran hasta la cara. Se pueden distinguir las facciones y se va más lejos, los padres y abuelos le buscan el parecido con sus progenitores.

Esos avanzados estudios dicen hasta la proyección del tamaño que ha de tener el niño o niña. Midiendo el muslo con la dimensión de la cabeza saben si viene bien o mal.

Si al someter a una madre a uno de esos estudios se dan cuenta que el bebé viene sin brazos o piernas o viene con una desproporción en cuanto a cabeza, extremidades, órganos fuera de lugar, etc. sería inhumano de unos padres el continuar con un embarazo. Es cruel someter a un hijo y los mismos padres someterse a un sufrimiento que bien pudo haberse evitado.

Si una madre con otros hijos tiene la casi seguridad de que va a morir si tiene el bebé que ha gestado, sería una irresponsabilidad dejar a los que tiene, huérfanos y sin saber qué va a ser de esas vidas.

Por último, si su niña de diez años, por decir la más joven, ha sido violada o cualquier mujer adulta ha sido entrada en unos matorrales, o si un desaprensivo se ha colado en su casa y la viola, no es justo llevar un embarazo a término.

En una oportunidad escuché en uno de esos programas de opinión hablar sobre el tema y decir que quienes morían eran las pobres, porque los ricos sacaban a sus hijas al exterior y allí solucionaban su problema.

¡No! Vino a mi mente una historia de hace muchísimos años en que una ex compañera de trabajo se iba a realizar un legrado terapéutico. Cuando llegó donde mí, tenía los ojos fuera de sus órbitas, me contó que en la clínica, de mucho prestigio, la llevaron a una salita y que allí habían como diez adolescentes. Una persona les explicaba a todas qué le iban a hacer. Le dijeron con lujos y detalles en qué consistía el procedimiento. Lo creí porque mi amiga se sintió tan impactada, que no lo podía creer. Entonces, los ricos no tienen que irse fuera del país para presentar a sus hijas como las “Santa Madre Teresa de Calcuta”. Quienes no pueden ir a clínicas seguras son las pobres, que acuden a todo tipo de práctica, tomando todo lo que les dicen y hasta introduciéndose varillas punzantes, sin saber el gran riesgo que corren, hasta provocarse la muerte.

Es hora de evitar muertes innecesarias. Tenemos la obligación de proteger a las más vulnerables y debemos evitar la proliferación de niños callejeros sin padres, sin hogar y sin tener un pan para llevárselo a la boca.

No debemos continuar haciéndonos indiferentes ante la detención de una niñez y la frustración de niñas que lo que deben es estar jugando con muñecas y no asumiendo un rol que solo le pertenece a los adultos.

El hecho de que se apruebe una ley es cuestión de conciencia de cada uno. La ley no va a frenar o aprobar la práctica de una acción. Si usted tiene sus creencias religiosas, éticas o morales, no se practique un aborto. Si usted por encima de sus creencias se lo practica, dará su cuenta a Dios, pero quienes independientemente de sus creencias tienen un embarazo y éste tiene una de las tres causales, tendrá la oportunidad de solucionar dicha situación sin que esto sea una causa de muerte o una aceptación de algo inaceptable por alguien.