Comienza el año  2021 y nos embarga una sensación de alivio porque terminó el terrible 2020.   Nos deseamos felicidad, salud, abrazos y besos;  la esperanza parece volver a renacer, gracias al inicio del proceso de vacunación en muchos países.

Si nos detenemos a observar lo que está ocurriendo en buena parte de planeta,  es para preocuparse. La indisciplina de la población y el no cumplimiento de las medidas recomendadas para contener la pandemia,  han provocado un gran incremento de los contagios;  con el consecuente aumento de los ingresos hospitalarios y muertes, sobre todo en Europa y los Estados Unidos.  Esto ha ocasionado un regreso a las medidas de restricciones a las actividades económicas y la movilidad de las personas con el establecimiento de toques de queda.

Nuestro país, no escapa a esta realidad; la permisividad y tolerancia frente al descarado comportamiento indisciplinado e insolente de muchos, se manifiesta ahora en un acelerado aumento de los casos de Covid que causan preocupación.   Frente a lo que está ocurriendo, el gobierno no tuvo otra opción que la de endurecer las medidas ya existentes y restringir reuniones y actividades.

Es innegable que las previsiones tomadas tanto internacional como localmente afectarán negativamente la economía, que ya en el  2020 se había contraído a niveles no vistos desde la gran depresión, con la única excepción de China que creció.

Esta situación afectó de manera drástica;  los ingresos públicos, el empleo, la inversión, etc.; empeorando los niveles de pobreza y provocando que el progreso que se había logrado en los últimos años en reducir este flagelo, se perdiera en unos cuantos meses. El Covid ha desnudado nuestras carencias y puesto en evidencia las enormes desigualdades existentes.

La República Dominicana, antes del inicio de la pandemia tenía una economía dinámica, que mantuvo por años altos niveles de crecimiento.   Afortunadamente,  todavía no sufre los niveles de violencia y criminalidad que existen en otros países de América Latina. Estos hechos, junto a un sector privado que ha demostrado tener la flexibilidad y el dinamismo para adaptarse a tiempos y situaciones difíciles, conjuntamente con un gobierno que da muestras de tener particular interés de convertir al Estado, en un ente facilitador y dinamizador de las actividades económicas;  es la fórmula perfecta, para una vez se controle este problema sanitario, emprendamos de nuevo el camino del crecimiento y el progreso.

Es cierto que gobernantes y gobernados estamos hastiados de este largo proceso de encierro y prohibiciones, pero ahora más que nunca todos debemos en nuestros ámbitos de acción, influir para que se entienda claramente, que cumpliendo los protocolos establecidos, nos protegemos nosotros, protegemos  a los demás y protegemos al país que nos mantiene y da cobijo a todos.

Hagamos un esfuerzo compartido y actuemos con responsabilidad para que podamos controlar esta plaga.