El 2012 inicia con 38 nuevos jueces que conformarán el Tribunal Constitucional, la Suprema Corte de Justicia y el Tribunal Superior Electoral. En sus manos queda la gran responsabilidad de velar por el fortalecimiento del supuesto Estado Social y Democrático de Derecho que contempla la nueva constitución.

La distribución partidista de las y los jueces, los justos cuestionamientos por la destitución sin justificación motivada y la no selección de juristas excepcionales deja un sabor amargo de injusticia en las evaluaciones, salvo honradas excepciones.

Dejar fuera de las Altas Cortes a: Cristóbal Rodríguez, Juan Manuel Guerrero, Rosalía Sosa, Edynson Alarcón, Pedro Balbuena, Justiniano Montero, Juan Alfredo Biaggi, Domingo Gil y Aura Celeste Fernández; envía un mensaje desalentador a la sociedad.

En los nuevos actores judiciales descansa la construcción de una justicia apegada a los principios de legalidad, debido proceso y separación de poderes o funciones.

La gran pregunta es ¿Puede la sociedad dominicana esperar de sus nuevos jueces un compromiso real y efectivo contra la corrupción, la impunidad, el narcotráfico y la violencia de género?

Esta interrogante se irá contestando con el tiempo. Con sus hechos las y los jueces tendrán que demostrar justicia en sus sentencias, y no convertirse en jueces genuflexos a las elites o al poderío del león.