Un líder no surge al azar. El liderazgo se aprende, desarrolla y se ejerce según la complejidad del contexto sociopolítico y económico que vive una sociedad en particular. El líder se educa y su personalidad emerge según la coyuntura por la que atraviesa un país organizado. Según los estudios realizados por neuro científicos y psicólogos sociales, el liderazgo está asociado a la capacidad cognitiva de cada persona en particular. Un líder tiene que ser responsable, íntegro, honesto y ejercer su liderazgo con prudencia e inteligencia. Un líder político inexperto, es lo peor que le puede suceder a una Nación organizada.

La crisis sanitaria y económica por la que atraviesa el Planeta Tierra como resultado de la COVID-19, dejó al desnudo la fragilidad de los liderazgos que existían antes de la pandemia, tanto en los países ricos como en los países en vías de desarrollo. Ante esta realidad, urge fortalecer un nuevo liderazgo político mundial y regional que sea capaz de entender el nuevo orden geopolítico y socioeconómico que experimentará la Humanidad pos pandemia Covid-19. Hacer frente a la actual crisis sanitaria y económica por la que atraviesa el Planeta, requiere de un liderazgo político que sea capaz de poner la Ciencia y el Talento Humano al servicio de la Humanidad.

El incremento de la temperatura, el cambio climático, la escasez de agua, la crisis sanitaria, económica, alimentaria, la mala calidad de la educación, el tráfico y consumo de drogas licitas e ilícitas, el lavado de activos, el desempleo, la migración,  el incremento del crimen organizado y la competencia entre las grandes economías por controlar todo lo que se mueve o existe sobre la Tierra, es una realidad irrefutable que requiere de un liderazgo político que fortalezca y blinde los sistemas y sub-sistemas sanitarios de los países industrializados y en vías de desarrollo, para prevenir y/o enfrentar con prontitud, las futuras crisis sanitarias y pandemias.

Enfrentar la crisis sanitaria y económica que se incubó en Marzo del 2020 requiere, concebir, consensuar y poner en marcha políticas y estrategias que les devuelvan la esperanza y la seguridad a los 7,300 millones de personas que habitamos el Globo terráqueo. Gobernar en períodos de crisis pone en prueba los liderazgos políticos, económicos, religiosos, empresariales, comerciales, gremiales, académicos, sociales y comunitarios. El actual liderazgo político mundial, regional y local, debe inspirar y comprometer a todos los estratos sociales, incluyendo a los jóvenes para que,  por consenso, construyamos los nuevos paradigmas políticos, económicos, sociales y culturales que nos garanticen un desarrollo integral para todos, en igualdad de condiciones.

Los estudios realizados por la Psicología Social (1994-2019) en veinte y dos (22) países en vías de desarrollo sobre pobreza e inequidad, han constatado que, donde hay hambre e inequidad, no hay paz. Ninguna persona es sensata si tiene su estómago vacío y vive en pobreza extrema. Estos mismos estudios refieren que, la democracia, la paz, el bienestar  social y el desarrollo económico, están íntimamente inter-relacionados el uno con el otro. Los psicólogos sociales sabemos que un liderazgo político capaz, genera confianza en los actores económicos, empresariales, religiosos, sociales y comunitarios para dialogar y llegar a consensos en los períodos de crisis. En el caso dominicano, hemos visto que el liderazgo político al más alto nivel se ha estado movilizando en busca de los consensos sectoriales necesarios para enfrentar la crisis sanitaria y económica por la que atraviesa nuestro país.

Los problemas geopolíticos, socioeconómicos y de liderazgo que se habían incubados antes de la crisis sanitaria y económica generada por la COVID-19,  hoy son mucho más complejos y difícil de resolver, si no hay consensos globales, regionales, nacionales y sectoriales para enfrentarlos. Resolver los problemas generados por la crisis sanitaria y económica por la que atraviesa nuestro país, requiere de voluntad política, consensos sectoriales, inclusión social, creatividad y tolerancia al más alto nivel. Los líderes son probados en el manejo de crisis y en aquellas situaciones complejas que requieren de Inteligencia Cognitiva y Emocional al más alto nivel.

Profundizar los casos de corrupción en carpetas y otros bien conocidos que supuestamente se están investigando, les devolverá la esperanza y la seguridad a los dominicanos de que el país camina por un sendero correcto, transparente y seguro. Quizás los dominicanos no podamos cambiar el curso que lleva la Humanidad, pero si podemos trabajar todos juntos para provocar que la tierra que vio nacer, crecer y luchar a Manolo, Minerva, María Teresa, Patria, Caamaño, Fernández Domínguez, Goyito, Orlando Martínez, entre otros líderes más, sea un referente de honestidad, eficiencia y transparencia en el manejo y uso de los recursos del erario público.

Según los datos pre-liminares de las investigaciones en marcha que realizan psicológicos sociales, sociólogos y neuro científicos en catorce (14) países en vías de desarrollo de América Latina y el Caribe (2009-2021), los jóvenes están deseosos de participar en los debates sociopolíticos y económicos en curso. Los jóvenes son el presente y el futuro de la humanidad y en ellos debemos invertir para crear las condiciones objetivas y subjetivas que propenden a incubar un nuevo liderazgo político, empresarial, social, académico, comunitario, religioso y cultural que, sea capaz de entender los desafíos planetarios generados por la globalización de la economía, el calentamiento global y el cambio climático.

Si nuestros líderes políticos, empresariales, gremiales, comunitarios, religiosos, académicos y sociales logran ponerse de acuerdo y trabajar por consenso, nuestro país saldrá más fortalecido de la crisis sanitaria y económica generada por la COVID-19. El futuro de una nación se construye bajo un liderazgo político honesto, capaz y transparente que nos inspire y nos comprometa a todos, sin importar nuestra simpatía política, religión y condición socioeconómica. Nosotros los adultos, nuestros hijos y nietos, merecemos un país donde existan oportunidades para todos en igualdad de condiciones, como lo soñaron Duarte, Sánchez y Mella. Las crisis son oportunidades para inspirar y comprometer a las presentes y a las futuras generaciones.