La mujer le dijo al amigo:
Quiero que esta noche me quieras.
Lo sabían los tres.
El hombre contestó: Si pecamos,
Kafka dejará de soñarnos.
-Borges

Tos persistente, pañuelo gotas rojas, hombre con orejotas mira a través del vidrio de la voladora. A su lado el padre, “No te cases porque una mujer te ha mostrado los hombros”. La voladora sale del túnel, respiramos.

Debajo de asiento de esquina, sobre lecho de fundas de fritolays, una quimera amamanta cuatro ornitorrincos. La voladora se detiene. Sube hombre con turbante, sobre piso despliega alfombrita brillante, de cara al Cibao se hinca, alzando ambos brazos a Khayyam canta:

"¿Sabes poi qué aima míaimagen-modafoca
Ei gallo ai despuntai ei aiba
Con su canto agudo se lamenta?
Vio reflejao en ei espejo de la mañana
Que ha pasao otra noche en tu vida
Sin que te dieras cuenta".

¿Qué día es hoy? Siento ocio pero voy al Banco. Debo empezar a meterme frases bajo la lengua, números bajo los párpados. ¿Cómo lo quiere? ¿Billetes de 100? Buenos días. 5 de 20; 2 de 100; 3 de 50; no olvide los pesos. No, no abrimos los domingos en la noche. Sí, tenemos una sucursal en el Río Ozama.

La voladora se detiene. Sube vieja en silla de ruedas empujada por niño en muletas. “Si el doctor no diera esperanzas sería más fácil. Yo creo en el desahucio, más humano, más barato".
La ciudad en movimiento es sombras de edificios cuadrados. No hay cielo.

La voladora se detiene. Entra mujer con faldita de cuadritos. Se sienta a mi lado. Huele a perapiña. Saca cuaderno y lápiz. Dibuja en el cuaderno. Pasa suavemente su dedo meñique derecho por arribita de mi ceja izquierda.
“Yo sé que a ti no te interesa ver mi dibujo”, me musita la mujer.
“No necesito verlo”, bizco le digo a su naricita, “muy bien sé lo que usted ha dibujado”.

La voladora se detiene. La silla de ruedas ruega a las muletas, "Recoge un ornitorrinco". La quimera quedamente quimerea, lame dedos antes de que salten.

“Estoy segura de que yo me quedo primero que tú”, me musita la mujer, “debes saltar conmigo para que juntos criemos nuestrornitorrinco. Lo llamaremos Porfín, lo alimentaremos con jugo de arroz y cáscaras de piña”.

La voladora se detiene. el hombre con turbante enrolla su alfombrita brillante, recoge un ornitorrinco, salta cantando de romo, de baile, de gozo, de amoi mi gente.

“Debemos darnos prisa“, me musita la mujer, “ayer esa misma quimera parió ocho cerditos, al final de la ruta no quedaba ni uno. Si nos hubiéramos encontrado ayer, hoy no estaríamos aquí, habríamos empezado ya nuestra vida juntos y, sin embargo, aquí tenemos otra oportunidad”. Y con ambas manos frotambas rodillas para dar más peso a sus palabras.
“Es extraño, puede ser, pero yo a usted, no la conozco”, le digo a sus pestañotas.
“Eso dices y, sin embargo, tú muy bien sabes lo que yo he dibujado", me musita la mujer. "¿Acaso crees que vas a conocer mejor a alguien de lo que ya me conoces a mí?”

La voladora se detiene. El hombre con orejotas se agacha tosiendo, mira al padre que asiente, saltan abrazados con un ornitorrinco que duerme.

“La próxima es mi parada. Voy a recoger nuestrornitorrinco, amarillo, tu color favorito, si no vienes conmigo tendré que ahogarlo en la tina del baño”, me musita la mujer:
"Por cierto, antes
De conocerte
Yo siemprestaba sola".

La voladora se detiene.
La mujer se para.
Pliega pliegues faldita cuadritos.
Camina sin mirar paratrás.
Acaricia a quimera.
Recoge a Porfín.
Salta.
Paso suavemente mi dedo meñique derecho por arribita de mi ceja izquierda, me doy cuenta de que tengo una mano derecha, y me golpeo la frente con ella.