La comunicación oral es tan antigua como el ser humano. Abarca mucho más que un emisor, un mensaje y un receptor. Las palabras tienen poder, estructura, tradición y distintos significados en cada cultura, en diferentes momentos y contextos. Aprendemos a comunicarnos desde que nacemos y es en el aula donde se amplían las habilidades para hablar, escuchar, escribir y leer, convirtiéndose en el escenario comunicativo por excelencia.

Todos hemos estado en un centro educativo y en distintas aulas como estudiantes o como docentes y sabemos que son espacios en los que casi nunca hay silencio. Siempre se escuchan las voces de todos los que en ellos conviven, se ven los mensajes escritos y textos por todas partes. La comunicación es parte vital del ambiente y del acto educativo y no se limita al hecho de hablar o dar un mensaje de una vía, sino a la interacción entre dos o más personas  para construir el conocimiento, para negociar, comprenderse y para resolver conflictos. Lamentablemente en las escuelas de República Dominicana el acoso verbal es el más común con un 51,6% de acuerdo a un estudio del IDEICE, evidenciando la necesidad de abordar de manera intencional la forma como nos comunicamos e interactuamos para lograr que sea positiva y apropiada.

No hace mucho tiempo atrás, cuando yo fui estudiante, teníamos que escuchar o preguntar al docente para poder aprender, ya que era una de las fuentes principales de información y conocimiento. También se consultaban algunos libros y enciclopedias a los cuales unos pocos privilegiados teníamos acceso. La realidad ha cambiado mucho, y seguirá cambiando, más rápido de lo que imaginamos. Los estudiantes tienen la posibilidad de preguntar y escuchar en tiempo real y de manera instantánea a múltiples emisores a través de diversas fuentes de conocimiento e información. La tecnología y el internet permiten comunicarnos en variedad de formas, incluyendo video, imagen, texto y audio. Se han redefinido las conexiones humanas y es más fácil la comprensión para todos y no solo para unos cuantos.

Se ha transformado la forma de comunicarnos y cada vez más hablamos con máquinas al llamar a una empresa y en distintas situaciones. En China ya hay consultas médicas sin médicos, sino con “asistentes virtuales”. 7 de cada 10 millennials y adultos jóvenes prefieren comunicarse por texto según una encuesta realizada por LivePerson. Hasta felicitamos por Whatsapp y por Facebook a nuestros amigos el día de sus cumpleaños. Usamos la tecnología y confiamos más en ella que en las personas. Basta con ver como preferimos seguir a Waze o a Google Maps que escuchar la orientación de otra persona para llegar a un lugar o como nos sentimos más seguros buscando la información en internet que confiando en lo que dice alguien.

A pesar de que tenemos nuevos y variados medios y canales de información y comunicación, y que tenemos fácil acceso universal a dicha información, ni los dispositivos ni la tecnología podrán  sustituir ni reemplazar al ser humano. No funcionan para conocernos y comprendernos unos a otros. El reto está en aprender a comunicarnos a través de la tecnología y utilizar adecuadamente las herramientas disponibles, sin descuidar el “cara a cara”, el contacto y la relación con los demás. A fin de cuentas, más de un 80% de la comunicación es no verbal, por lo que es necesario desarrollar la competencia comunicativa sin la posibilidad de “editar y borrar” los mensajes previamente, sino para poder identificar emociones, autogestionarnos, escucharnos, escuchar a otros y retroalimentar de manera empática y apropiada en tiempo real. Es nuestro deber evitar que la tecnología se interponga, impida o dificulte el diálogo, la conversación, el contacto, en fin, la conexión humana.

Es imposible no comunicarnos. De una forma u otra estamos enviando y recibiendo un sin número de mensajes en todo momento. En el ámbito educativo se comparten ideas, experiencias, opiniones, emociones de distintas formas. Tal como plantea mi colega Mónica Volonteri, “aprender a comunicarnos bien y dominar la lengua, respetando las diferencias, nos hace más humanos”. Es necesario enseñar, modelar y practicar estas habilidades de comunicación asertiva que no se podrán aprender igual con la tecnología.

Este es un resumen de mi conferencia “Educar es comunicarse” en el Congreso internacional Aprendo 2019.