Los dominicanos hemos venido demandando mayor acceso a una educación de calidad, como la base que permita el desarrollo humano, económico y social. Demanda que está sustentada y respaldada por diversos estudios de organismos internacionales. También, esta demanda forma parte de los compromisos firmados por la República Dominicana, junto a los otros países miembros de la Organización de las Naciones Unidas en el 2015.
Dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que en la meta 4.3 se comprometen para el 2030 está “asegurar el acceso en condiciones de igualdad para todos los hombres y las mujeres a una formación técnica, profesional y superior de calidad, incluida la enseñanza universitaria”.
De hecho, la misma ONU reconoce a la educación superior como un elemento fundamental para lograr las metas de otros siete ODS: salud y bienestar; igualdad de género; trabajo decente y crecimiento económico; producción y consumo responsables; acción por el clima; y paz, justicia e instituciones sólidas. Sin embargo, la tradicional educación superior dominicana ha venido enfrentando grandes desafíos en las últimas décadas. Por esta razón, algunos organismos internacionales y del país vienen promoviendo, dentro de la educación terciaria, el desarrollo de la educación técnica superior, también llamada educación técnica universitaria.
Esta educación técnica superior representa un nivel intermedio entre la secundaria y el grado; satisfaciendo las demandas actuales y al contexto global y local de una educación, que se adapte a las competencias y habilidades requeridas para la cuarta revolución industrial.
El nivel técnico superior ofrece carreras cortas (de dos años), enfocadas en el saber, saber ser y saber hacer, permitiendo una educación basada en competencias, con programas vinculantes con el entorno socioeconómico de los estudiantes. Este (nuevo) modelo de educación terciaria, constituye una tendencia global de la educación superior, la cual va ganando terreno en términos de crecimiento porcentual de estudiantes matriculados en Latinoamérica, Europa, y los Estados Unidos, donde cuentan con una matriculación que llega casi al 50% del sistema postsecundario.
La educación técnica superior tiene las características para hacer frente a las demandas de la industria y de los sectores productivos. Asimismo, este tipo de instrucción puede dar empuje al desarrollo de una fuerza laboral con altas competencias técnicas y habilidades blandas, que vaya en beneficio de la competitividad, del desarrollo industrial y tecnológico y de la creación de más empleos de calidad.
La educación técnica superior es, sin dudas, una herramienta que permite diseñar diversas rutas de desarrollo profesional que conduzcan a nuestros estudiantes a: (1) acceder a mejores empleos en un tiempo relativamente corto, (2) adquirir competencias y habilidades orientadas al emprendimiento y la innovación en sectores demandados en estos nuevos tiempos y (3) permitir su transferencia a estudios superiores de grado y posgrado, para continuar su formación y especialización.
Los tecnólogos, técnicos superiores y los institutos técnicos superiores en la República Dominicana están en el día de hoy, en el momento exacto para definirse y diferenciarse o para ser arropados por un sistema de educación superior tradicional que se mantiene “retenido en el pasado” (Ferrán, 2019, p. 14).
El liderazgo de este modelo educativo tiene la tarea de posicionarse como un subsistema de educación superior, que sea reconocido por la sociedad, los sectores productivos y el propio Estado. No es fortuito que la Unión Europea, con el Programa de Apoyo a la Educación y Formación Técnico Profesional en la República Dominicana (ProEtp II) y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) con el Programa Avanza, estén apoyando la educación técnica superior en el país.
La educación técnica superior, desde mi punto de vista, representa una salida viable, pertinente y oportuna para dar una respuesta a las necesidades de desarrollo humano, social y económico de la República Dominicana.