El trágico asesinato de Emely Peguero, joven de 16 años embarazada de 5 meses, ha traído al escenario público una realidad que vemos pasar a diario sin prestarle la atención debida, y es el alto índice de embarazos en adolescentes que tiene nuestro país, el cual nos coloca en el 5to lugar en esa categoría en América Latina y el Caribe.
Muchos se han volcado en los medios de comunicación abogando por la inclusión de Educación Sexual en las escuelas, esgrimiendo como argumento que otros países -muchos de los cuales caben en la categoría de “desarrollados”- imparten educación sexual en las escuelas y por lo tanto, tienen bajos índices de embarazos en la adolescencia.
Nosotros los psicólogos sabemos que los fenómenos de la conducta humana raramente son unicausales, es decir, B no es necesariamente el resultado de haber pasado por A, sino que B se da porque pasamos por A, por C, D, E, H, M, P y hasta Z. Esos que creen que la educación sexual en las escuelas es la panacea para resolver el mencionado problema deben recordar que esos países con bajos índices de embarazos en la adolescencia, aparte de educación sexual, tienen una rica y variada oferta cultural y recreativa para niños/as y jóvenes que incluye parques, clubes, museos, ópera, bibliotecas, teatro, clubes de ciencia, de robótica, programación, pintura, escultura, literatura, y aparte de esto, tienen una activa participación en deportes escolares que se convierten en aguerridos torneos locales y nacionales. Todas estas actividades ocupan el tiempo de los jóvenes, usando su energía en cosas diferentes a la satisfacción de los “impulsos hormonales” de la sexualidad. ¿En República Dominicana? Con suerte encontraremos una cancha de basquetbol en el barrio, y una música monotemática alrededor de la sexualidad (violenta y salvaje).
Esos países se distinguen a nivel internacional por la calidad de sus maestros y de su metodología pedagógica. Si en nuestro país los maestros van a la universidad durante cuatro años a especializarse en la enseñanza de lenguas, matemáticas o historia, y aun así, los resultados académicos de nuestros estudiantes son más que precarios, ¿cómo es que esperamos que por poner una asignatura y unos contenidos, sin formación especializada en el tema para maestros, vamos a obtener resultados positivos?
Otras diferencias fundamentales que tenemos con esos países es que allá los niños no están sexualizados desde pequeños, viendo o escuchando las relaciones sexuales de sus padres por el hacinamiento en que su condición social les obliga a vivir. Tampoco es frecuente la utilización de la juventud y el sexo como instrumento de ascenso social promovido desde la propia familia de las niñas. Y más importante aún, allá el estupro es perseguido y penado, mientras que aquí un hombre de 35 años pasa agarrado de mano con una niña de 15 por el frente de un policía o un fiscal y NADA PASA.
No es la educación sexual lo que debe ser “integral”, es el abordaje de nuestra problemática social lo que debe serlo.
¿Qué cosas a mí, como madre, me preocupan acerca de los contenidos sexuales en las escuelas?
1-. Que los contenidos impartidos sean contrarios a los valores y principios que nosotros tenemos como familia, y que recibir contenidos contrarios generen confusión a los jóvenes, especialmente en una época tan delicada como la adolescencia, caracterizada por el rechazo a los mensajes paternos y la apertura a todo lo que viene desde fuera.
2-. Que la forma de abordar los temas, en vez de educar, genere morbo e incitación a la actividad sexual en jóvenes que aún no lo están haciendo. Que se genere una especie de presión de grupo donde los que aún no inician su actividad sexual sean vistos como “los quedados”.
3-. Que la pedagogía sexual se convierta en la ocupación favorita de los predadores sexuales y pedófilos que tanto abundan en nuestro país, logrando utilizar esta plataforma de autoridad y poder para meterse en las mentes -y en los pantalones- de nuestros niñas-os y adolescentes.
Mis recomendaciones para tratar la problemática del inicio sexual precoz de nuestros niños-as y jóvenes son las siguientes:
- Instituir desde el Estado una “Escuela de Padres”: La educación de los niños es responsabilidad de los padres, la escuela es una simple asistente de los padres en este proceso. Desde el nacimiento los niños están siendo educados, sobre todo en lo que en la sexualidad se refiere. La reacción de la madre cuando ve a su hijo-a de 3 años tocándose los genitales, forma su sexualidad. También se forma cuando al niño de 7 años se le pregunta que cuántas novias tiene, o cuando los niños ven a su madre cocinar y fregar mientras el padre ve televisión. Por todo esto es imperativo que el Estado se involucre profundamente en formar y acompañar a los padres en su proceso de crianza. Propongo la institucionalización de la Escuela de Padres desde el 5to mes de embarazo hasta los 18 años con talleres mensuales adaptados a la etapa de desarrollo de los niños y adolescentes, abordando temas que van desde la nutrición, disciplina, manejo sano de conflictos, hábitos de estudio, derechos y deberes, relaciones fraternas, roles de género, conversación con los hijos acerca de la pubertad y la sexualidad.
- Formación en Biología Sexual: Las escuelas deben instruir a los niños-as en los temas relacionados a la biología del cuerpo humano, los cambios que atraviesan durante la pubertad, la menstruación, funcionamiento de los órganos reproductores, etapas de la relación sexual, ovulación, enfermedades de transmisión sexual, prevención de embarazos no deseados. Esta formación debe estar libre de valoraciones morales acerca de la pertinencia o no de la iniciación sexual de los adolescentes.
- Promover actividades culturales, recreativas y deportivas en los barrios y en los campos. Torneos deportivos escolares a nivel distrital, provincial y nacional es una buena manera de empezar.
- Moderación de contenidos sexuales en medios de comunicación. Cambiar esta realidad implica una transformación cultural que requiere la participación de los ídolos de la juventud. Por esto propongo convocar a los artistas y cantantes urbanos dominicanos a una gran unidad nacional para la generación de letras libres de contenido nocivo en términos sexuales. Involucrar también a las empresas y publicistas para promover anuncios y contenidos libres de sexismos y estereotipos de género.
- Persecución penal del Estupro: Los fiscales dominicanos esperan recibir una denuncia para actuar en los casos de estupro, lo cual va en contra de las leyes y de los derechos de los niños y adolescentes. Debemos promover una cultura de persecución proactiva de los abusadores de menores sin necesidad de denuncia. Debemos recuperar la frase “eres hija del fiscal”.