En la República Dominicana en cuanto al lenguaje escrito se presenta una paradójica contradicción,  una literatura que  por su calidad trasciende las fronteras nacionales: Manuel del Cabral, Pedro Mir, Juan Bosch… y una cumbre de Hispanoamérica: Pedro Henríquez Ureña. Las generaciones más recientes ya aparecen en exigentes antologías internacionales. Cuando se celebraron en el país  los 70 años  del nacimiento de Juan Bosch, Gabriel García Márquez quien participó de la ocasión expresó  lo agradecido que estaba de haberlo  tenido como maestro.

La paradójica contradicción se expresa en que muy pocos egresados de la educación Secundaria y ya también profesionales universitarios, están en capacidad de escribir correctamente ocho párrafos del tema de su elección. Una verdadera tragedia educativa.

Una muy buena literatura y un pésimo aprendizaje de la lengua escrita. De nuevo volvemos al gran desafío que hoy tiene la educación dominicana. Se trata de un tema capital. Se entiende que uno de los fundamentos con el cual se inició la civilización humana fue con el invento de la escritura alfabética hace más de 4 mil años.  Hay que procurar que una vez concluido el segundo curso de la Educación Secundaria, lo que antes era el 8vo grado de Primaria, se haya adquirido dominio del lenguaje escrito.

Más eso no será posible con los métodos actuales. Los pésimos  resultados que se comentan  son evidentes; pero sucede que es en la República Dominicana misma donde podemos encontrar las respuestas más efectivas. Pues las y los escritores dominicanos han llegado a dominar el lenguaje escrito por la vía de los Grupos Literarios y en términos más actuales  por la vía de los Talleres Literarios; los que son encuentros regulares de aspirantes a escritoras o escritores quienes leen la buena literatura, la comentan y sobretodo  presentan a sus pares sus escritos para ser sometidos a severas críticas con  frecuencia acompañados o guiados por escritoras o escritores consagrados,  quienes dedican su valioso tiempo a conocer, escuchar, criticar o corregir los trabajos de los aspirantes,  junto a sus pares.

Si ya se entiende que un cambio trascendente de la labor escolar es hacer de esas horas lo más entretenidas posibles, el aprendizaje de la lengua escrita pasa por hacer del aula un Taller Literario.

En atención a lo dicho el Instituto Nacional de Formación y Capacitación del Magisterio (INAFOCAM)  está marcando una ruta muy auspiciosa, mediante la capacitación en Escritura Creativa con el método de los Talleres Literarios, crisol a partir del cual se superará esa  paradójica contradicción: excelentes escritoras y escritores y pésimo aprendizaje de la lengua escrita.

INAFOCAM, ese es el camino.