Con el presente artículo cerramos, temporalmente, el abordaje del tema de la educación dominicana que hemos desarrollado por varias semanas.

Los grandes esfuerzos de la sociedad toda por avanzar hacia una educación realmente inclusiva y por tanto de elevada calidad han sido constantes; alcanzan su punto del más serio compromiso desde mediados de la década de los 80 del siglo pasado para entrar en una línea de profundas transformaciones a partir de la primera versión del Plan Decenal de Educación 1992, con productos tan relevantes como una nueva ley general de educación, Ley de Educación 66-97, la considerada como la  más profunda transformación curricular en toda su historia al menos como propuesta, y un cambio sustancial en las condiciones de vida y trabajo de las maestras y maestros dominicanos.

Más, sucede que aun así los resultados de los aprendizajes son más que deficientes, inaceptables; pero hay que estar conscientes de que las respuestas no se correspondieron en el tiempo con lo previsto. Sólo citar lo establecido legalmente como  inversión para la educación preuniversitaria  del 4% del PIB, lo cual tuvo que esperar desde el 1997 al 2013, es decir ¡16 años!   

Por lo que es justo reconocer que esa decisión fue tanto correcta como valiente, lo que se comprenderá mejor  con sólo tomar en cuenta que la República Dominicana tiene una de las presiones fiscales más bajas de América Latina y el Caribe, en promedio el 14.5 % del PIB, de ahí que el aumento de la inversión en educación se ha hecho a costa de áreas tan cruciales como la salud, cuya inversión disminuyó a partir de entonces; pero nos dice a la vez que esos resultados de aprendizajes hay que revertirlos en el menor tiempo posible, para darle así el mayor y mejor sentido a tan elevado sacrificio de la sociedad,  el Estado y el gobierno en esa proporción de la inversión en educación.

Hay otros aspectos de la educación nacional que necesitan ser abordados tales como las llamadas Ciencias Sociales que igual que las demás han de ser vistas en su contenido y métodos, respecto a lo cual por ahora sólo diríamos que lo logrado mediante la Transformación Curricular de 1995 representó un gran paso de avance que ha sido retomado a partir de la reciente revisión curricular; pero se requiere una detenida lectura de sus distintos aspectos para entender mejor la persistencia  de las grandes deficiencias.

Es sólo un cierre temporal en el propósito de abordar desde Gerencia y Estado temas de la actualidad política.

Aun así, procede repetirlo: Educación, el camino.