Yo no niego que el sujeto humano aviva en su egoísmo una desesperante tendencia a apoderarse de lo otro, de lo que está en el exterior, de lo que no le pertenece. En la naturaleza humana existe el deseo incontenible de que al fin el patrimonio del universo, su territorio conocido en algo le pertenece; se quiere apropiar de aquello, tal como ha sucedido con algunas embarazadas al ingresar a un Supermercado, sienten una intensa pasión por apoderarse de una mercancía o prendas ilícitamente con sumo placer de haberlo ejecutado.

Hay quienes sufren de una patología que llamamos cleptomanía, a tal punto que no disfrutan los placeres de esos artículos sino son obtenidos de manera fraudulentas. Así sabemos de un padre político que denuncia y reconoce en sus propios testimonios de que su hijo presenta "actitudes delincuenciales".(?)

Suele el apoderado de lo ajeno no mortificarse de sus acciones dolosas, no le da mente, porque su voluntad es libérrima en su determinación y no radica en su mentalidad racional ninguna mortificación cuando pasa al estado de cleptómano. Cuando esa actitud queda circunscripta al plano individual o personal no representa un saqueo, abuso grave o peligro de extinción de la riqueza patrimonial de una comunidad; pero cuando dicha tendencia se torna colectiva o se desarrolla en grupos o elites mañosas,

entonces los efectos son desastrosos y si el asunto se asocia políticamente merma la transparencia, se resquebraja la democracia y la confianza en las instituciones que norman la sociedad para la estabilidad, la seguridad y el bienestar de los miembros de la sociedad.

Nadie niega que en la sociedad Dominicana actualmente es un mal que corroe los cimientos mismos de su existencia como entidad civilizada y con valores;  ese es el clamor que como el discurrir de una tempestad va destruyendo los espacios de la democracia y pone en jaque la justicia en este País de Duarte y los febreristas.

Hay quienes sufren de una patología que llamamos cleptomanía, a tal punto que no disfrutan los placeres de esos artículos sino son obtenidos de manera fraudulentas. Así sabemos de un padre político que denuncia y reconoce en sus propios testimonios de que su hijo presenta "actitudes delincuenciales".(?)

No podemos aceptar la peregrina idea de altos políticos y sus activistas que  promuevan la falacia engañosa de que la generalidad de políticos y gente de negocios sean corruptos y ladrones, por el hecho de que algunos los sean; nadie debe promover como buena y válida la idea de la corrupción porque quien termina siendo corrompida es la democracia y sus instituciones.

Veamonos en el espejo terrible y horroroso de Siria, Irak, Afganistán, territorios arrasados por la guerra consecuencia de esas violaciones; experiencias trágicas que vivieron las naciones latinas de Colombia, Dominicana, El Salvador, Nicaragua, Panamá, Honduras, Guatemala y Haití.

Por eso, cuando una cúpula desgobierna  y se empolla sustituyendo las leyes e instituciones en aras de su retórica, elocuencia y filosofía ideológica, la sociedad peligra porque su juventud se decepciona y toma malos caminos en su desesperación. La sociedad Dominicana está siendo llevada a un despeñadero, ya algunos consideran que no tenemos salidas y la crisis puede hacer metástasis semejante a Puerto Rico, actuemos temprano por el cambio.

De mi larga data de académico y las observaciones rigurosas que solemos aprehender en los procesos de la vida, deducimos que sólo y únicamente avanzamos con la magia creadora de la preparación y formación educativa o profesional de los ciudadanos y niños; se reitera que en la educación de la gente  se anida la dinámica del progreso y la conciencia crítica del sujeto para reclamar sus derechos y conquistas cívicas.

Luego, asociado con la educación levantar instituciones sólidas e independientes del poder político que las sujete; que se aplique las sanciones y consecuencias a los violadores, forma evidente de acabar con la "Impunidad".

En esa sinergia inseparable entre educación e instituciones válidas y fuertes encontramos el desarrollo social y el bienestar que testimoniaron los constitucionalistas en la Declaración de Independencia de Filadelfia en Usa y Francia en 1791. En conclusión, se frena la impunidad, la manipulación de las Instituciones, el saqueo de las riquezas y la extirpación del clientelismo , con esas obligadas variables.

Sin embargo, voces agoreras montadas en la vagancia, en el facilismo, en acceder inmoralmente a depredar el erario público, también en aprovecharse de los recursos que administran en su espacio de poder; exhiben grandilocuentementes comentarios y engañosas tesis como argumentos falaces para descalificar al contrario político y salvaguardar sus intereses políticos intentando generalizaciones vagas , aunque con poses y lenguaje que confunden al más letrado de los hombres y mujeres de estos lares.

uando no lo logran, acuden a la diatriba, a la mentira, a la demagogia, siempre esa especie culmina igualándonos a todos: es su más socorrida estrategia porque su maestro les enseño al bien hablar, son un río fluyente de mensajes capciosos. Espere pronto la catarata de agua maloliente que brotara en la publicidad y spots que ya ensayan, recursos monetarios versus el voto popular de los que quieren redimirse de esa parafernalia.  Se inicia ya para captar votos una guerra publicitaria desigual y contaminante de los espacios de entretenimientos de la población dominicana, copando con malas artes la conciencia nacional con fines de conquistas y mensajes perversos.