La educación integral por la cual propugna la Fundación Abriendo Camino va de la lecto escritura a las matemáticas pasando por la educación ambiental, la educación integral sexual y científica y la educación ciudadana. No queremos niños y niñas que sepan solamente leer, escribir y contar sin entender cómo funciona el mundo que les rodea. Sus vidas en los sectores vulnerables transcurren en medio de imposiciones verticales, tanto en la familia -donde los golpes físicos son la norma- como en sus respectivas escuelas, en donde la violencia no es ajena. Como es de entender, estos niños y niñas no tienen voz en nada de lo que les concierne.

Con la educación ciudadana pretendemos enseñar a nuestros alumnos y alumnas a ejercer su juicio y su facultad crítica, proporcionarles un sentido de responsabilidad individual y comunitaria, y educarlos en derechos humanos a través de la comprensión de los principios e instituciones que rigen el país introduciéndolos a la democracia, idea inherente en cuanto a la política y a las instituciones.

La educación ciudadana se basa en los principios de un trato digno igualitario y respetuoso hacia los demás y tiene por meta combatir todas las formas de discriminación negativa, como el racismo, el sexismo y el fanatismo religioso.

Si se quiere desarrollar una educación cívica creíble, deben imperar en la institución que la implementa el respeto a los demás estudiantes, maestros y empleados, así como actitudes y comportamiento no violentos y ella misma debe regirse por principios democráticos.

Para poner en práctica lo que se pretende predicar, la Fundación Abriendo Camino creó el año escolar pasado su Parlamento, con representantes electos por sus pares de todos los grupos que hacen vida en la Fundación, desde los niños de preprimario hasta los miembros del club de adolescentes, pasando por los usuarios de la biblioteca, los facilitadores y representantes comunitarios.

Este parlamento se reunió tres veces durante el año escolar 2016/17 haciendo propuestas, a las cuales la junta directiva trató de responder en la medida de lo posible: poner colores en la biblioteca y crear un rincón de lectura, dar cursos de teatro durante el campamento de verano y el año escolar, entre otros. Las respuestas negativas fueron siempre justificadas con explicaciones sobre la pertinencia de la propuesta o sobre los costos y presupuestos necesarios para su implementación, para que los niños entiendan cómo funciona una fundación y qué es un presupuesto.

Hace algunos días se realizó la primera asamblea del recién electo parlamento para el

año escolar 2017/2018. Fue sorprendente ver el desarrollo de la campaña electoral, cómo los candidatos tomaron en serio el asunto, cómo manejaron conceptos, cómo mejoró la calidad de las propuestas y cómo la mayoría de éstas iba en el sentido de mejorar algo en la Fundación y en la comunidad.

Es muy alentador ver que en solo un año se pueda concientizar niños y niñas y transformarlos en sujetos activos a favor de los derechos de la niñez y de su sector.

Al reunir una comunidad que va de niños de 6 años a adolescentes de bachillerato, incluyendo representantes de los facilitadores y de la comunidad, los intereses son  variados y representan una población importante.

No faltó para los más pequeños el deseo de un columpio en el patio, de un paseo al Acuario, de un profesor de deportes o de libros de chistes, adivinanzas y recetas de cocina en la biblioteca.

Pero surgieron propuestas más interesantes, como la necesidad de crear intramuros una pequeña papelería para que los niños a quiénes siempre les hace falta un material para realizar una tarea, no tengan que salir del recinto y andar solos en un barrio donde no hay papelerías cercanas.

Sorprendentemente, los niños de 8 años reclamaron un momento de meditación diaria antes de entrar en el aula, “para calmar algunos niños que llegan alborotados y poder concentrarse”; los adolescentes solicitaron clases de yoga, para “bajar el estrés que viven en sus centros escolares”. Otros grupos, verdaderos pequeños activistas que forman la brigada de reciclaje “3R” (reduce, recicla, reúsa), propusieron jornadas de limpieza en el barrio para “concientizar el vecindario sobre el medio ambiente y la clasificación de los desechos”, como lo hacen exitosamente en la Fundación.

Otro grupo pidió un taller sobre contabilidad doméstica, para no quedar “analfabetos financieros” y ayudar sus familias; los comunitarios propusieron un evento formativo para sus miembros sobre “temas de violencia” y una operación puertas abiertas con espectáculo para impactar aun más en Villas Agrícolas.

Esta sesión ha sido un momento de alegría, al ver como se puede prender la llama de buscar soluciones o propuestas para el bien común y como se van desarrollando capacidades creando liderazgos infantiles y juveniles.