Sabemos que las clases virtuales se desarrollan a través de plataformas digitales y virtuales, haciendo más atractivo y menos monótono el proceso de enseñar y aprender. También sabemos, que se hace imprescindible una conexión a internet, en donde el profesor intercambia instrucciones y materiales. Emite informaciones e ideas, recibiendo una retroalimentación activa y dinámica, en un proceso de desarrollo relacional, que facilita una mensajería, transmisión de data académica en forma fluida y diversa. Es un proceso educativo normal, en donde se intercambian impresiones, se hacen preguntas y se analizan respuestas a través de diversas estrategias de gestión docente.
En esta modalidad, los estudiantes pueden acceder a un aula virtual por asignatura, para descargar materiales, participar en foros y subir actividades, desarrollando procesos dinámicos y creativos. En este espacio de trabajo educativo, el binomio profesor-estudiante tienen que volverse creativos, preocuparse por las formas y el fondo de lo que allí se dilucida, porque es una modalidad, en donde estudiantes y profesor no coinciden en el espacio ni en el tiempo de un horario de clases. En esta modalidad, la comunicación se lleva a través de lo escrito, lo analizado, lo reflexivo, las diapositivas del PowerPoint, los videos y las notas de voz, entre otras posibilidades del mundo digital y digital animado, a través del avatar.
Esta modalidad necesita de nuevos aprendizajes y de actitudes positivas hacia la tecnología, por parte del docente. Es así, porque el profesor aprende a montar su aula en un proceso de ensayo y error, en donde va asumiendo un cambio de paradigma. Cada aula le proporciona aprendizajes nuevos. Para los más cómodos, la plataforma facilita que un equipo técnico de la Institución le monte las aulas -desde una oficina de control- al que el docente suministra su planeación y los respectivos materiales de consulta y trabajo. Esto se hace a través de un cronograma, en donde se van colocando fechas y horas de trabajo, en forma estricta y regulada por monitores o tutores frecuentes, cuyas funciones inician con la petición que exige el cumplimiento de planificaciones previas y aceptadas por los participantes, dentro de las convenciones normativas.
En esta modalidad de clases virtuales, la comunicación entre los actores se establece a través de la plataforma que se utilice -porque son múltiples- quedando evidencias cuantificables de las labores, tanto del docente, como de los alumnos, monitores, personal de apoyo académico y logístico.
En mi caso particular, he aprendido que existen grandes posibilidades de cumplir metas cuantitativas y cualitativas -para el sistema educativo del país- si convierte estas modalidades de educación a distancia en herramientas permanentes. Para llenar algunos déficits y algunas lagunas sistémicas, estas modalidades bien llevadas, podrían tener grandes posibilidades de éxito. Lo que acabo de afirmar, lo he comprobado en mi practica como vicerrector en la Universidad Católica Santo Domingo, en donde convivo con profesores y profesoras de diferentes actitudes, de cara al porvenir de los educandos.
Las maquinas no mienten en sus validaciones, cuando fallan, se debe a falta de mantenimiento físico, a los insumos que se le suministran para hacer su trabajo o la no pertinencia programática. Ellas van dejando todas las evidencias de los procesos que se desarrollan, y si alguien entra en ellas para falsear o adulterar datos, queda evidenciada la maniobra. Un aula virtual sistematiza los procesos, les coloca tiempo y va dejando las malas prácticas y las buenas prácticas, como evidencias, sin sentimientos ni amiguismos, ellas dicen en forma fatal, lo que se ha vivido en cada proceso áulico.