El pasado 21 de febrero (2017), se cumplieron 112 años de su  nacimiento del extraordinario barítono puertoplateño Eduardo Brito.  Sus restos reposan en el cementerio municipal de Puerto Plata. Se debe de hacer un movimiento, para exigir que los restos del destacado cantante sean llevados al Panteón Nacional.

Eduardo Brito es la figura más señera del canto en nuestro país y una de las voces más extraordinarias y sobresalientes de América. En los países visitados por él, cantó en las mejores salas de espectáculos. Grabó una gran cantidad de canciones.

Eduardo Brito nació en El Higo, Cerro de Nava, Blanco (hoy Luperón), Puerto Plata, el 21 de febrero de 1905, bautizado con el nombre de Elauterio Aragonés, hijo de los señores: Julián Álvarez Brito y de Liboria Aragonés. Como aparece inscrito en su certificado de bautismo de la iglesia San José de Altamira, bautizado el 20 de julio de 1906, apareciendo  en el Libro No. 11, folio 162, número 807, siendo sus padrinos, los señores: Bárbaro Jiménez e Irene Vásquez. El ministro del sacramento lo fue el Pbro. Luis Pérez.

Conocido nacional e internacionalmente como Eduardo Brito.

La pareja Liboria Aragonés y Julián Álvarez Brito, además, procreó tres hijos más, que fueron: Daniela, Martín y María Eugenia.

Sus padres eran humildes campesinos, que nunca llegaron a casarse y estando Eduardo Brito un niño se separaron. La madre se fue a vivir en compañía de sus cuatros hijos a Quebrada Honda y luego se trasladó al antiguo barrio La Rigola, de Puerto Plata, que hoy en día lleva su nombre. Allí trabajó Brito como limpiabotas, dulceros y practicaba boxeo.

Con apenas diez años de edad, Eduardo Brito era conocido como un buen cantante, sin haber tenido escuela.

Brito, que contaba ya con 16 años, se le fugó a su madre y se trasladó a Santiago de los Caballeros, a la calle San Severo, en la casa de Las Palmas de la señora Bélica. Allí continuó su oficio de limpiabotas y conoció un compueblano puertoplateño Luis María Jiménez (alias) Chita que también cantaba.

Eduardo Brito quien era un aficionado por el canto, mientras limpia zapatos de sus clientes, abría su ancha boca y por ella dejaba salir bellísimas criollas, boleros y merengues. Recibió ayuda económica de parte de un gran admirador el señor Andrés Cordero.

Tenía una contextura robusta y era aficionado a los deportes y, muy principalmente, al béisbol y el boxeo.

En sus inicios fue llevado por los trovadores populares Inocencio Pereyra (a) Chencho, Carlos Nicanor Valerio (a) Piro y Bienvenido Troncoso.       Mientras limpiaba zapatos en el día, en la noche cantaba serenatas con los guitarristas Chispa, Totoño y Bienvenido Troncoso. También cantó con el Sexteto de Baldemiro Morel.

Los destacados compositores Luis Rivera y Juan Francisco García ayudan en el basamento artístico de Eduardo Brito.

En el año 1924 se trasladó a vivir a San Pedro de Macorís, a la casa de Niño Durán y allí trabajó como estibador del muelle y en la noche cantaba con la orquesta Manengo de León y con el Sexteto Armonía.

En 1925 regresó de nuevo a Santiago y Luis Alberto Hernández lo conoce. Cae en la mano del músico Hernández. Brito cantaba en serenatas y teatros. Los santiagueros lo llamaban como Puerto Plata. A partir de ahí entró al grupo Cuadro Artístico, dirigido por el maestro Hernández y compuesta, además, por Miguel A. Jiménez, Francisco Rossel, Catalinita jáquez, Elena Eloy y Manuel Ortiz.

El maestro Julio Alberto Hernández viendo las condiciones artísticas que tenía Eduardo Brito, lo protegió con sus enseñanzas musicales. Hernández, una de las glorias musicales y posiblemente el autor dominicano más cantado, conoció a Brito, a quien la gente admiraba tanto y que se perfilaba como un verdadero cantante. Le encausó al artista por el camino de la interpretación vocal desde el 1925, en Santiago, y a partir de esa fecha, las vidas de éstos grandes amigos dominicanos se fusionaron maravillosamente. Maestro y alumno llegaron a quererse mutuamente. Hernández acompañó a Brito a las jornadas artísticas en Santiago, lo fue llenando de su fino y gran repertorio: “Feliz eres, labriegos”, “Dulce recuerdo”, y otras composiciones, así como de algunos de sus merengues. Él fue puliendo a Eduardo Brito como el ebanista paciente pule la noble caoba: le indicaba cómo medir el tiempo, cuándo “entrar”; le enseñaba las canciones, sus propias canciones y las de otros autores nativos y extranjeros.

Brito y el grupo Cuadro Artístico se presentan en Santiago, en el Teatro Colón;  Puerto Plata, en el Teatro Colón, acompañado al piano por Juan Francisco García; San Pedro de Macorís, Santo Domingo y otras localidades.

Vuelve de nuevo a San Pedro de Macorís en 1927, a participar en el carnaval macorisano, dedicado ese año a Armanda Forteza, Eduardo Brito y la Sexteto Armonía organizaron la comparsa  “Caballo Bayo” y ahí cantó: Solo tuya, Ojos cautivadores y Mi caballo bayo.

En 1927 se dio Brito a conocer en Santo Domingo en un banquete dedicado al doctor José Dolores Alfonseca y al licenciado Abigail Montás, en donde la crítica de arte alabó su presentación como cantante y la prensa nacional se hizo eco de su triunfo.

El 18 de abril de 1928 el Gobierno Dominicana deja abierta la emisora  HIX y Brito participó en la inauguración de la misma acompañada al piano por el maestro Julio Alberto Hernández. En una de esas presentaciones lo conoce Rosa Elena Bobadilla (nacida el 22 de enero de 1912, quien también era una excelente cantante) y se casan el 3 de noviembre de 1928, a partir de ahí ambos llevan sus artes y cantos por todo el país y el extranjero. Salen de gira a Haití, Curazao y Puerto Rico. Nuevamente regresan al país y se presentan en el Teatro Independencia, recibiendo elogios y felicitaciones por sus presentaciones juntas.

Ambos esposos procrean a Buenaventura y Eduardo.

El 10 de diciembre de 1929 se trasladan a New York, en compañía de Bienvenido Troncoso, Enrique García, Rosa Elena Bobadilla y Chita Jiménez a realizar grabaciones con el sello R. C. A. En New York logró grabar las canciones: La Mulatona de Piro Valero, Lucía de Machilo Guzmán con letras de Joaquín Balaguer, Mi llegada a Macorís de Bienvenido Troncoso, Solo tuyo de Porfirio Golibart. Los demás regresan al país y Brito y su esposa se quedan en New York haciendo distintas presentaciones en salas de espectáculos. Las noticias llegan al país de los rotundos éxitos del matrimonio en New York. A través del “Grupo Dominicano”.

En New York conoció al destacado compositor y músico cubano Eliseo Grenet, quien lo invitó a Barcelona, España a gira artística y allí actúa el barítono dominicano en la zarzuela de Grenet y Aurelio Riancho, La Virgen Morena. De esta obra musical son los temas: Lamento esclavo y Mi vida es cantar. Brito se convierte en un ídolo del público español.

Viajó a París, Francia, presentándose en el Lido. Luego van a Rumania, Hungría, Checoslovaquia, Bélgica, Italia, Yugoslavia y otros países, Brito era aclamado por su potente y voz hermosa al cantar.

En 1937 regresó de nuevo a su país y se presenta en teatros de Santo Domingo, Santiago, San Pedro de Macorís, Puerto Plata, y otras ciudades.

Sale a Puerto Rico, New York, presentándose en Radio City. De ahí viaja a La Habana, Cuba y estrena el merengue de Luis Alberti: “Compadre Pedro Juan”.

Brito cantó en el Teatro Nacional, de La Habana, Cuba con el tenor español Hipólito Lázaro.

En 1938 regresó de nuevo al país y se presentó en New York, Puerto Plata, Santiago, La Romana y otras ciudades. Vuelve a salir a playas extranjeras: Puerto Rico, Curazao, Venezuela, siendo invitado a ésta última a la inauguración de la emisora Ondas del Lago. De ahí va a Colombia. Obtiene en esos países rotundos éxitos.

Para esa época Brito había formado su ‘’Conjunto Brito’’ y era su presentador su cuñado Ernesto Bobadilla (a) Chispita.

A cada regreso al país Brito recibías frustraciones de ciertos públicos, pero buscaba la manera de consolidar el arte nacional. En Puerto Plata recibió una decepción, no se amilanó nunca ante la mediocridad, siguió hacia delante. Se le impuso al medio y triunfó.

Sin lugar a dudas, Brito profesionalizó el teatro de variedades y marcó pautas hacia otros artistas. Trabajó simultáneamente con las compañías de los Brito, la de Lybia Morales y Manolin Perea, la de Divina Gómez, y Paco Escribano.

Proyectó a cantantes y estableció programas de aficionados. Era un ejemplo a imitar por los demás artistas. Recibió reconocimientos y homenajes por méritos artísticos en el país y el extranjero. Brito fue un innovador en el canto dominicano. Es una gloria del canto, de ahí, que se le considere: “El Cantante Nacional”

Dice Arístides Incháustegui que “Eduardo Brito fue un barítono de voz aterciopelada y naturalmente impostada, cuyas características propias le daban un rostro sonoro, simpático, afectuoso y cálido”.

Estando su carrera artística en los mejores momentos de su vida, le fue diagnosticada una enfermedad mental, que prácticamente destruyó su vida y su carrera. Terminó sus días en el manicomio de Nigua, Santo Domingo. Allí murió la madrugada del día 5 de enero de 1946.

De ahí, como sostiene Incháustegui: “La voz de Eduardo Brito sigue siendo un espejo sonoro que refleja lo mejor del hombre dominicano”.