Vino como un flechazo: se nos fue Julián Rodríguez, el editor de Periférica. Duro, durísimo. Si hacía unos cuantos días nos encontramos en el Retiro, si luego nos vimos en Casa de Vacas en el concierto de Rita Indiana y Anthony Ocaña, si entonces partimos la tropa buscando una terraza, un bar donde no nos mataran con papitas fritas como tapas. La tropa fue dirigida por Antonio Jiménez Morato, y Julián me comentaba que todo mundo conocía en Madrid al Antonio, el periodista, el autor, que tal novela estaba bien, que Paca no pudo ir a Chile, que había planes de ampliar la cobertura del otro lado, etc. Ahí estaban el poeta Alejandro Gonzalez Luna, Noelia y Rita Indiana, entre algunos regimientos periféricos. Los bares estaban repleto, pero de alguna manera fuimos armando mesas en uno benévolo, aunque hasta un buen rato estuviésemos desparramados, como una taza de arroz en algún barco de refugiados. Nos sentamos en una esquina con Julián y Alejandro, quien ya conocía la calidad narrativa de nuestro célebre.

Aquí están Noelia, Paca, Rita y Julián.

Pero Julián era mucho más que eso: cándido, con esa timidez del estudiante gordo que se sienta al fondo de la clase para que nadie lo moleste. Galerista, narrador, ensayista, el de Cáceres siempre andaba por patrias chicas. El año pasado tuvimos más tiempo para conversar. Cuando le quise pasar el tomo de "Archivos" dedicado a Rita, en una edición de Fernanda Bustamante Escalona, me dijo que ya lo tenía. Incluso nuestra edición de "Cuentos y poemas (1998-2001)" también la había adquirido. Nos halagó. Cosa que pensaba rara entre editores eso de comprar libros, pero el Rodríguez también me recordaba eso de respetar obras, esfuerzos editoriales, tantas cosas. Y en medio de todo, la alegría y la paz al conversar. Julián no solamente editaba, sino también se metía en el alma y los días de sus autores. Sin él tal vez Rita estuviese todavía en su otra Isla de Puerto Rico, seguramente con otras dimensiones. Por ella apostó mientras la acompañaba a un concierto en Barcelona. Julián también podía ser un grouppie.

Un editor siempre conoce a otros editores, pero el perfil de los de Periférica se salían de los empresariales normales. Periférica se tiró al agua con la obra de la dominicana, logrando colocarle sus novelas más allá de las fronteras iberoamericanas: logró la traducción al alemán de "La mucama de Ominculé" por la editora Klaus Wagenbach ("Tentakle"), novela que pronto se traduciría al inglés y pronto en noruego y griego.

Periférica puso la literatura dominicana en el mapa, permitiendo el justo reconocimiento de la escritora dominicana de mayor alcance, Rita Indiana.

Julián Rodríguez se nos ha ido. Hay partidas que tú intuyes pero hay otras que soy como un cráter y sin servicio meteorológico por en medio. Queda Paca Flores, el alma gemela de Julián en Periférica, y que como él, ha puesto siempre el alma en sus labores, en los encuentros, en cantidad de cosas inenarrables, en tantísimas cosas que mejor no seguir hablando y recordarlos a los dos con muchísimo cariño.

Al final de aquella noche en Salamanca les pedí que me posaran. "Que tengo ganas de conservar a los periféricos juntos", les dije. Aquí están Noelia, Paca, Rita y Julián.

Uno se atraganta, busca palabras originales, quisiera deslumbrar como un torero presto a completar la partida, pero sólo encuentra ese "gracias, querido Julián Rodríguez, eres y fuiste único".