El pasado día 30  del mes de junio, al dirigirme a uno de los puestos de pago de EDESUR, ubicado en la Av. Núñez de Cáceres, sector Las Praderas, me encuentro con la sorpresa de que la factura se había triplicado. De inmediato dije que se trata de un error, que es tres veces la cantidad que suelo pagar. La joven que me atendía se dio cuenta de la anomalía y le pregunta a su superior, que sin ver y sin que la persona terminara de explicar, dijo en voz alta: “Vaya ahí”, señalando con el dedo mayor un escritorio que se encontraba vacío.

Acato la orden de la señora, quien nunca me vio la cara, pero que pude escuchar porque el lugar es pequeño. Otra persona me atiende, le explico el caso y me dice que el mes anterior no se pudo realizar la lectura. Le dije que había pagado y ella contestó que sí, se refleja, pero fue una media que se tomó de su consumo. Le comenté en ese momento que habían dos jóvenes el sábado leyendo el contador y que me había acercado a ellos, porque los vi con el medidor de mi apartamento en sus manos.

Procede a hacer la reclamación por alta facturación, la firma y me dice que ya todo está hecho y que debo llamar a un número, que le darían curso. Al llegar a mi casa, leyendo la facturación que me imprimió, observo que el período de lectura es de sesenta y un días (61) y me dirijo nuevamente a la oficina comercial y le explico a la joven. La respuesta fue que ya es por teléfono, que no se puede hacer nada, que en diez días laborables me dan respuesta.

Al decirme esto llamé al número el martes siguiente y para sorpresa mía, la reclamación tenía fecha del lunes 4 de julio. La persona que me atendió me dijo que no podía hacer nada, que en diez días laborables tendría respuesta. Esperé los días asignados y conversé con otra persona a quien le expliqué sobre mi problema, que había pagado el mes anterior y que es injusto que pague los últimos kilovatios más caros por un error de ustedes y es que mientras más se consume, desde una cantidad a otra, el precio varía y de facturarme los sesenta y un días, a pesar de haber pagado la media del mes anterior, los últimos kilovatios tienen el precio más caro.

Ayer, lunes 25 de julio, a los veinticinco días de haberme dirigido a pagar, a los diecisiete días y dieciséis tomando en cuenta de que la reclamación fue enviada, según el sistema, el lunes 4 de julio, llamo y la respuesta es “improcedente”, el medidor no presenta nada. Evidentemente que el error no fue del sistema, sino humano. Debo pagar por el error de los empleados de esta compañía que no supieron, ni se preocuparon por realizar sus labores.

Quienes leen el medidor, que asumo que eran los mismos jóvenes que vi ese sábado antes de todo lo sucedido, esos dos que se encontraban muertos de risa y jugando de mano hasta que me presenté a preguntarles y me dijeron que no se podía leer porque no había luz. El personal de la oficina de Las Praderas, una de éstas, la supervisora, quien ni se molestó en verme la cara en ningún momento, ni dejó que concluyeran la explicación. La otra de la reclamación de la misma oficina, porque al imprimir la factura, no leyó ni supo qué explicar, salvo como una máquina llenar mal la solicitud por no haber leído lo que había impreso.

Es una pena que el personal de una compañía sea ineficaz y no puedan suplir las necesidades de cualquiera de sus usuarios.

Yo por mi parte, sólo me resta realizar el pago, tres veces la cantidad que suelo pagar, porque la compañía en cuestión no cumplió ni siquiera con el tiempo de los diez días laborables para dar respuesta.

¡ Qué país !