En años recientes se ha venido planteando la teoría sobre la economía naranja, que se puede definir como las industrias creativas y culturales, que son creadas y desarrolladas por emprendedores creativos y cuales de los emprendimientos creativos se insertan en el nuevo escenario del mercado global, el cual ha sido acelerado en las últimas dos décadas por el desarrollo del ámbito virtual.
La creatividad de pronto se ha convertido de ser un elemento accesorio para los fines de las manifestaciones culturales, económicas e intelectuales, a ser fundamental para el bienestar de la sociedad en el futuro, en la medida que genera millones de puestos de trabajo y un elemento clave de la economía global.
La economía digital ha dado un impulso fundamental al desarrollo de la industria creativa y es así, que cada vez más las invenciones y creaciones artísticas llegan a distintas partes del mundo, impulsando el desarrollo de mercados fuera de las fronteras nacionales y a la vez promoviendo las bondades del patrimonio cultural, artístico y natural de los territorios, impulsando el turismo y el interés de inversionistas extranjeros en los países donde se producen estas manifestaciones.
También la creatividad y la innovación han llevado a la tendencia en la cual los activos intangibles (El valor de las marcas, los paquetes tecnológicos, los sistemas de distribución y de información, red de mercados, derechos de autor), tienen más valor que los activos tangibles (maquinarias, edificios, terrenos).
Promoviendo el espíritu emprendedor de la población sobre todo los más jóvenes, se puede aprovechar la tendencia histórica hacia la invención y el ingenio, la tradición y patrimonio cultural de gran Valia, así como la capacidad de creatividad e innovación, de empresarios, creadores (diseñadores gráficos, diseñadores de ropas y otros productos, diseñadores de sotfware) y del arte en sus diversas manifestaciones.
Para el caso de América Latina la industria creativa tiene un largo camino por recorrer, ya que esta solo un 1.77% del total de exportaciones de esta región (Según estudio del Instituto del Fracaso, encomendado por el BID en el año 2018) es de bienes creativos que se originan en dicha región y de esas exportaciones el 64% son enviadas a los países desarrollados. La contribución de la industria creativa de los países de América Latina y el Caribe al PIB es de 2.2% en promedio.
Según el estudio del BID, citado, el 61.8% de los emprendedores creativos son hombres y 38.2% mujeres; la edad promedio de los emprendedores es de 35 años (joven adulto) y el 90.4% tienen estudios universitarios, el 43.5% son autoempleados y el 23% no se ven como personas de negocios.
Con respecto al lugar de trabajo alrededor del 93% respondió que trabajaba desde su casa y el resto en espacio de coworking (profesionales diferentes e independientes trabajan en un mismo espacio físico); 1 de cada 8 cambia del sitio donde trabaja.
Una información importante que arroja el estudio es que el 23% de los proyectos de emprendimiento creativo se enfocan principalmente hacia el diseño, 14.4% al turismo y patrimonio, a la publicidad un 10.6% y a las artes visuales 10.1%. El 48.9% inició su negocio con financiamiento de sus propios ahorros.
En América Latina 124 empresas tecnológicas tienen un valor de US$38,000 millones y siete de las nueve empresas más valiosas son partes de las empresas creativas, estas empresas son: MercadoLibre, Despegar.com y Globant de Argentina; Kio Networks y Softtek de México; Crystal Lagoons de Chile; B2W de Brasil.
En conclusión, se deben impulsar las empresas de emprendimiento creativo, sobre todo micros, financiando y apadrinando iniciativas, por parte del Estado y entes privados, sobre todo de jóvenes entre los 18 y 35 años, que son el segmento de la población con mayor potencialidad para desarrollar proyectos creativos, que se puedan divulgar principalmente por la vía virtual, sobre todo en aquellos aspectos que permiten ampliar el patrimonio intangible y a la vez impactar en el empleo de esta importante franja de la población.