El amigo Ray (menos conocido como Ramón Mena) es el economista de la “teoría altagraciana” que tratáramos en la entrega anterior y que me escribió recordándome su autoría. Algo interesante de Ray es afirmar que cambiando en su artículo original a Balaguer por Leonel, nos encontramos con la pertinencia del argumento. Yo le dí la razón. Hoy me dispongo proponer una teoría alternativa para cumplir con aquella frase “donde se encuentren reunidos dos economistas resultan tres teorías”.
En ocasión del bicentenario del natalicio de Juan Pablo Duarte, la nombramos Teoría “Duartiana” de la Economía Dominicana. Partimos del presupuesto de una economía nacionalista, donde los intereses nacionales están por encima de las multinacionales de la gran minería con principios de privilegiar la actividad generadora de empleo a los extranjeros (como es en Singapur, donde las actividades de los foráneos están restringidas a las actividades productivas y sólo los nativos pueden hacer operaciones de comercio; además, siguiendo el ejemplo singapuriano, los extranjeros no pueden optar por la nacionalidad, sólo sus hijos por el jus solis, para controlar la dinámica demográfica en la ciudad-estado.
La realidad multicultural hace que tenga cuatro lenguas oficiales, pero privilegiando la mayoritaria para su enseñanza en las escuelas públicas y, ante la realidad de ser un puerto con todas sus “falencias y malquerencias”, para restaurar la disciplina social se dispuso “la dictadura de la Ley” y manteniendo bajo control la corrupción con la implementación de la pena máxima sin excepciones. Recordemos el caso de un turista norteamericano adolescente que le detuvieron in fraganti rallando unos automóviles y se le condenó a una serie de azotes públicos y, a pesar de toda la prisión diplomática, le aplicaron la pena y lo dejaron partir.
Como economía pequeña, dependiente del comercio internacional, la economía singapuriana ha sido diseñada para entrar al siglo XXI como una emprendedora en las áreas de servicios: financieros, telecomunicaciones y distribución logística como puente entre el lejano occidente y el lejano oriente.
¿No hemos escuchado ese mismo canto como visión de futuro de la República Dominicana? ¿Qué hemos hecho? ¿Dónde nos encontramos?
No quiero suponer que los singapurianos han aplicado los principios de la economía duartiana y los dominicanos no lo hemos hecho. Si puedo afirmar que los dominicanos no hemos aplicado el nacionalismo que nos legara Duarte porque hemos caído en el pecado del Cacique Guacanagarix: confiar en los extranjeros sin ningún rubor ni recato. No hemos sido consecuentes con Juan Pablo Duarte.
La tercera teoría es mi próximo artículo.