Nota: Atendiendo una honrosa invitación de esta prestigiosa revista, tengo a bien presentarle esta entrega basada en mis apuntes durante mi estadía en la Universidad de McGill, en 1978, Montreal, Canadá.
Desde los orígenes de la humanidad, el concepto de escasez ha sido el puntal principal en donde se cimentan los vectores sociales y sinérgicos que inciden directamente en el desarrollo de los pueblos.
Es precisamente la escasez el principio que da las pautas para el análisis económico de los recursos renovables y no renovables que han sostenido las diferentes civilizaciones de nuestro planeta, y quién sabe si mas allá.
Desde el punto de vista del análisis económico, la escasez se basa en la oferta limitada de recursos para satisfacer las necesidades de estos, en una sociedad, en un momento histórico determinado. El rol de la ciencia económica es lograr una maximización del uso de estos recursos para satisfacer la demanda de los mismos.
Sin embargo, desde el punto de vista práctico, esta “maximización” depende de factores atenuantes que pueden crear situaciones de disparidad en la oferta de recursos explotables y/o extraíbles, sobre todo si estos recursos son de índole no renovables.
A través del tiempo, muchos pensadores y tratadistas han presentado sus puntos de vista sobre el tema de la escasez. Robert Malthus (1798), con su Ensayo Sobre los Principios de la Población, dejo sentado el crecimiento geométrico de la población con respecto al crecimiento lineal de la disponibilidad de los recursos no renovables. Stanley Jevons (1865) fue el primero en conceptualizar la escasez de minerales en el mundo con respecto al posible crecimiento de la demanda de estos por la incipiente Revolución Industrial en Inglaterra. De ahí en adelante, un gran número de pensadores han tratado el tema de cómo optimizar la explotación de los recursos no renovables, inclusive a través de modelos económicos donde se trata de optimizar la explotación de estos recursos en base a la estimación de posibles tasas de extracción como variables dependientes de la demanda de estos recursos y los grados de bienestar social esperados en un momento histórico determinado.
Sobre este tema, los aportes de Lewis Grey (1914), son fundamentales para entender no solamente el impacto de la Ley de Rendimientos decrecientes de David Ricardo, sino también el impacto de la estructura de precios sobre la tasa de explotación minera, factor determinante en la vida útil de los yacimientos. Estas mediciones incidieron grandemente en los análisis posteriores sobre el concepto de incertidumbre aplicado a la expansión de los yacimientos existentes y/o a la explotación de nuevos yacimientos. Obviamente que todo este cuadro teórico se desempeña en base no solo a la vida útil del yacimiento, sino también al costo el Capital y su disponibilidad en el tiempo. Ambos conceptos estarán definidos en base a la tasa de interés, que es lo mismo decir, el costo de oportunidad del dinero.
Otros factores que se fueron considerando posteriormente incluyen, entre otros, los Costes de Extracción (para determinar la tasa de extracción y su impacto en la vida útil del yacimiento). Sin embargo, a partir de la década de los 50, se incorporaron a la estructura de conceptualización de la extracción, el concepto de la intangibilidad de la misma. Esto es, la capacidad del conocimiento que sobre un determinado yacimiento un desarrollador puede tener o adquirir a través de la investigación y la prospección. Claro está, que estos experticios entran directa o indirectamente en la estructura de Costes del proyecto.
A medida que avanza la tecnología de la prospección, la estimación de las reservas extraíbles de los yacimientos aporta datos más precisos para optimizar los esquemas de explotación en función de reducción de Costes y optimización de los beneficios. A mayor precio se puede obtener mayores beneficios. Sin embargo, también una estructura de precios muy holgada puede inducir a ser tolerantes con factores que pueden aumentar los Costes. Un ejemplo palpable es no optimizar los gastos e inversiones necesarias para la reducción del costo de operación. Este es un mal que ha sido endémico en nuestro devenir en el manejo de nuestros recursos no renovables, que ha dado origen al establecimiento de Royalties, estructuras impositivas regresivas, impuestos municipales improductivos, etc.
Además, existen otros Costes que crean un pasivo considerable en la vida útil del yacimiento. Dentro de esta categoría sobresale la incidencia ambiental de la actividad extractiva con respecto a la configuración morfológica de la reserva y su tasa de extracción.
La importancia del estudio de Impacto Ambiental es de una enorme magnitud ya que determina, entre otras cosas, que tipo de tecnología de extracción se usará para asegurar una actividad rentable con un mínimo de daño ambiental, que podría convertirse en un pasivo incosteable, no solo para el proyecto, sino también para la comunidad donde se desarrolla el mismo. Cuando se escoge la estrategia de “ir aparejando la carga en el camino” para enfrentar los retos ambientales de la actividad extractiva, se incurre en un desliz descomunal que siempre va en perjuicio del proyecto y la comunidad circundante. De ahí que, se deben agotar todos los recursos tecnológicos disponibles para la estimación aproximada del impacto ambiental de un proyecto de extracción de minerales metálicos y no metálicos.
Es posible, según pueden argumentar algunos desarrollistas, que los resultados puedan dar al traste con la ejecución del mismo. Sin embargo, en el largo plazo, el haber desarrollado o no dicho proyecto podrá ser evaluado acorde con las necesidades de reservas ecológicas versus las condiciones del mercado y la estructura de precios.
En resumen, la actividad extractiva de los minerales, metálicos y no metálicos, es como el jugo de naranja, cuyo volumen de rendimiento dependerá de cuan fuerte lo exprimamos, dejando el bagazo como reserva. En el caso que nos ocupa, el volumen total de la extracción dependerá de la definición y estimación de las reservas, la cantidad de mineral recuperable y la estructura de precios del mercado. Casi siempre un aumento en los precios conlleva a nuevos descubrimientos y consecuentemente a un aumento en las reservas extraíbles. Cuando sucede lo contrario, ocurre una contracción en la actividad de extracción.