Hace una treintena de años, en la prensa nacional, un economista amigo escribió un artículo que tituló "La Economía Altagraciana" (o algo así, porque estoy escribiendo de memoria). En este 21 de Enero de 2013, ¿todavía vale este aserto para el siglo XXI?

Los tomadores de decisiones económicas, gubernamentales o ciudadanos de a pie, tienen la vieja práctica de tomarlas  "por dejadez", cuando haya una crisis, en reacción a los titulares. Es decir, con una falta absoluta de pensamiento estratégico. Por ello, cuando estamos ante un panorama gris (hasta tétricamente negro), parece que la situación se resuelve como por arte de magia o de un milagro.

Como la patrona de la República Dominicana es la Virgen de la Altagracia,  es la afirmación que nuestro destino es hechura de ella y no de nuestros flamantes decisores de política pública. Para muestra, un botón, de la actualidad del tema.

El uso y abuso de nuestras leyes, como lo denuncia el reportaje intitulado "La ley de incentivos fronterizos abunda en distorsiones, enemigos y defensores" de la revista "La Lupa sin trabas"[1].  Que han sido pensadas para prevenir la generación de actos definidos como transgresiones a la vida civilizada, se hacen "copiando", "adaptando" y "retorciendo" las leyes de otros países, pero en su aplicación se hace un "giro" que pervierte la intención civilizatoria de la ley.

Nos lamentamos de la "desdominicanización" de la frontera y siguiendo el ejemplo de la teoría de las "fronteras vivas" del espacio andino como podemos conocer en algunos textos disponibles en la red[2], [3] (no me consta de que fuera así) se dicta la Ley de Promoción y Fomento de las provincias fronterizas dominicanas, la 28-01.

Ahora se denuncia por "competencia desleal y se pide el desmantelamiento de las poquísimas iniciativas que se han acogido a la misma.  En consecuencia, ¿estamos abandonando la frontera a la "economía altagraciana" porque las soluciones que nos hemos dado, sean estas malas, malísimas o pésimas, y no confiamos en ellas para resolver un problema mayor, como es crear una actividad económica que no deje yermo nuestra frontera para la ocupación foránea?

Es verdad que reconocemos falencias y limitaciones, pero ¿no sería más sensato evaluar estas falencias y limitaciones para mejorar el magro resultado de su implementación? Si uno de los casos en cuestionamiento es una licorera que produce una bebida espirituosa para el mercado haitiano, ¿se puede argumentar competencia desleal a las licoreras dominicanas que sirven el mercado local?

Evidentemente que esta actitud de dejar la frontera a la "economía altragraciana" es una inconsecuencia de los objetivos nacionales que se procuran con la aplicación de la teoría de las "fronteras vivas". En verdad, somos devotos altagracianos hasta para dejarle a ella el destino de nuestra frontera. O, ¿podríamos entender que la frontera tiene tan poco valor político que la sociedad civil de esas provincias fronterizas no hacen valer su condición de que la Patria nace con ellos, no que termina?

[1] http://www.lalupa.com.do/2012/11/la-ley-de-incentivos-fronterizos-abunda-en-distorsiones-enemigos-y-defensores/

[2] http://www.javeriana.edu.co/biblos/tesis/derecho/dere5/TESIS72.pdf

[3] http://www.oimperu.org/oim_site/documentos/Modulos_Fronteras_Seguras/Modulo1.pdf