Es con el desarrollo del pensamiento técnico, la psicología dialéctica y los tests empírico-figurales cuando las vidas de las imágenes se vuelven unitarias, expresivas, estratégicas y visualizadas, tomando en cuenta sus tensiones, extensiones o revoluciones. (Ver los aportes de Marshall McLuhan, E. H. Gombrich, P. Bouisac, Paul Virilio, Th. A. Sebeok, Elizabeth Rohmer y A. Moles, en tal sentido).
Las imágenes visuales han logrado explicarse en el siglo XX y en lo que va del siglo XXI, mediante un conocimiento organizado en base a lo que el comunicólogo Abraham Moles ha denominado redes, mensajes e intercambios en base a la noción de espacio crítico y evolución de la comunicación visual.
La ecología de las imágenes es hermana de la ecología de la comunicación. Según Moles: “La ecología de la comunicación es la ciencia en desarrollo de las relaciones e interacciones existentes entre las distintas especies de actividades de comunicación en el interior de un conjunto social disperso por un territorio, empresa, ciudad, estado, globo terráqueo, etc. Es por así decirlo, una ciencia estadística de los medios de comunicación de los mensajes que transporta de sus mutuas relaciones…”.
Toda imagen visual comunica en una situación específica, en una sociedad específica y mediante un lenguaje específico. Los diversos contenidos y trabajos sobre y acerca de las imágenes, crean un recorrido que incide sobre el sujeto colectivo e individual, a través del cine, TV, videoarte, hipertextos, pintura, escultura, instalación y otras mediaciones artísticas.
Así como existe un registro de imágenes, también existe una suma variada de técnicas expresivas, relativas a una concentración de contenido asimilado en un medio o mediación, a partir de una relación marcada por productores de imágenes y selectores o consumidores de las mismas. Allí donde la imagen se coloca como expresión de fórmulas icónicas especiales o volumétricas, existe el impulso medial, digital y no digital para producir un sentido, una vía y una determinación de contenido de las imágenes.
Existe la necesidad de elaborar un vocabulario ecológico de las imágenes. Lo que implica una selección de medios, mediaciones y funcionamientos visuales. La materialidad y la movilidad ecológica de las imágenes orienta todo un marco de cualidades de las imágenes que se producen individualmente en el ámbito de un modelo de comunicación insertado en la vida misma de la sociedad, siendo así lo que se transmite mediante definición y animación comunicativa, parte de tipologías, transacciones y concentraciones visuales propias de un proceso de acción icónica en tiempo, espacio y recepción.
El marco de los estudios semióticos y culturales facilita una investigación en torno a los signos y a las imágenes culturales contextualizadas y reconocidas en un proceso productivo, comunicativo y significante. La necesidad de explicar mediante objetos, signos, imágenes o procesos de representaciones condensa todo un campo de trabajo semiótico ligado a los estudios culturales.
En otras palabras, la experiencia visual y comunicadora británica, estadounidense, asiática y del medio oriente, traduce aquellos órdenes donde la acción imaginaria y los espacios comunicativos, participan de experimentos sobre los contextos lúdicos de la comunidad interpretativa, donde el autor visual es la principal función crítico-social.
Toda una conclusión sobre los principales gestos culturales y las principales líneas del trabajo semiótico, impulsa una visión direccional particularizada en los diversos espacios de la imaginación; esto va a generar toda una situación de sentido ligada a las acciones y presencias donde la relación signo-objeto-sociedad, tiende a posicionar y a subrayar las cardinales de todo el campo semiótico y cultural.
La audiovisualidad, así como todo tipo de imagen multimedia o cinematográfica, constituye aquellas experiencias y laboratorios en la cultura donde los signos se relacionan, dialogan y se contextualizan en una línea de apertura y resignificación. Se trata en este caso de competencias y realización, pero además, de registros, extensiones iconográficas y perceptos constituidos por experiencias de significación al interior mismo de la cultura.
La necesaria relación entre semiótica del arte y estudios culturales crea las posibilidades de lectura, relectura y metalectura, toda vez que el experimento significante tiende a cambiar y a transformar los contenidos, tipos, cuerpos, espaciamientos y objetos en la líneas de una sintaxis, una semántica y una pragmática culturales.
Desde esta perspectiva se producen y reproducen los significados, las formas significantes, los objetos abstractos e ideales de la productividad cultural. El ejemplo de traducción, así como el ejemplo de transformación significante, crean su propio pronunciamiento y su propia línea cardinal que justifica la relación estrecha entre semiótica del arte y estudios culturales.