La Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió la semana pasada una alerta mundial sobre la propagación del ébola que ha causado más de mil muertos en África Occidental y ha provocado serias preocupaciones a nivel global.

Desde el continente africano hacia Europa, particularmente a partir de los países donde la epidemia está presente, tales como Guinea, Liberia, Sierra Leona y Nigeria, hay múltiples conexiones aéreas internacionales diarias.

Sin embargo, Tonio Borg, Comisionado de Salud de la Comisión Europea, reiteró a la prensa internacional que el riesgo para los países europeos ante el ébola es “extremadamente bajo”.

Igual que República Dominicana, Haití no tiene conexiones directas con África. La mayoría de los cientos de estudiantes haitianos que se encuentran allá son becarios.  No tienen la posibilidad de viajar a su país, muchos, hasta que no terminen sus estudios.

Cualquier viajero proveniente de África hacia Haití transita por algún país europeo o por Estados Unidos cuando no es por un territorio de ultramar de Francia en las Antillas por un vuelo originado en suelo metropolitano.

Con los controles sanitarios aplicados en estos países se reduce enormemente la posibilidad de que una persona llegue contagiada en el único aeropuerto internacional haitiano en Puerto Príncipe y propague el virus. El turismo en Haití, pese a los loables esfuerzos de la actual Ministra,  es bajísimo.

En cambio, República Dominicana ha recibido casi 4.7 millones de turistas el año pasado. Los norteamericanos constituyen el grupo mayoritario seguido de los europeos. El aeropuerto de Punta Cana es el de mayor recepción, ubicado en una comunidad turística que no tiene la logística hospitalaria disponible en Santo Domingo o Santiago.

De los países provenientes de estos turistas, tanto en Estados Unidos como España han sido atendidos pacientes afectados por  ébola.

Es importante subrayar, por lo menos dos líneas europeas que viajan a África llegan a República Dominicana. Igualmente, una línea estadunidense con acuerdos especiales con compañías internacionales que tocan la tierra de los ancestros.

Por el número de turistas y las conexiones internacionales República Dominicana pudiera representar un riesgo mayor para Haití.  La sensatez impide verlo así.

La realidad es que no hay un estatus sanitario propio a Haití o República Dominicana. Ciertamente, una contaminación se propaga rápidamente de un lado al otro.  Hay que recordar que la peste porcina africana (PPA) detectada en la isla en 1978, la peste porcina clásica (PPC) y la influenza aviar H5N2, al igual que la gripe humana provocada por el virus AH1N1, han sido introducidos en Haití desde el territorio dominicano.

Más recientemente, en 2010 el cólera  llegó a República Dominicana desde Haití, donde fue llevado por las tropas de la Minustah provenientes del Nepal, en un momento donde no existía alerta al respecto.  En tanto que la Chikungunya fue en el sentido inverso. Desde casi la mitad de este año ha ido propagándose a otros países de la región, en gran parte, desde territorio dominicano.

Ante el caso que nos concierne hoy, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) afirma que los riegos para la isla son casi nulos. Toda vez, es un problema de salud pública internacional, el cual, además de las medidas de previsión protocolares en los aeropuertos, puertos y fronteras nacionales, debe ser enfrentado aunando nuestras capacidades binacionales.

Entre Haití y República Dominica existen acuerdos sanitarios que han sido aplicados con eficacia en el pasado. El ébola es una oportunidad de reforzarlos.

Cualquier otra consideración que carezca de fundamento científico, es una prueba de la estrechez de espíritu propia de los enemigos de la paz, la armonía y la cooperación entre los dos países.