La democracia, en los últimos 100 años, ha ido consolidándose como sistema, sus procesos se transforman en la medida que lo hace la sociedad; así,  la democracia representativa evoluciona hacia formas más legítimas de gobierno. Es por ello que,  producto de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC),  ha surgido un término que se ha acuñado en este sentido: E-democracia.

La democracia electrónica surge desde principios de los años noventa y, como nos dice Letizia Caporusso, investigadora de la Universidad de Trento, Italia, se articula en tres dimensiones fundamentales: a) La informativa que vincula la administración pública con la ciudadanía; b) La administrativa que va en el sentido de la interacción de la solicitud y oferta de servicios; y c) La participativa que  plantea una comunicación biunívoca entre instituciones y electores. En esta última ubicamos los sistemas de votación electrónica.

Las nuevas tecnologías están incidiendo en todo proceder humano, por eso, y en procura de la agilidad en el conteo, mayor participación, transparencia, accesibilidad, reducción de fraudes, eficiencia en procesos electorales complejos,  entre otros, surgen los sistemas de votación electrónica con públicos que, en democracia,  los aplauden y abuchean.

Como veremos más adelante el voto electrónico se introduce en los sistemas de votación electrónica, pues coexisten modalidades que varían según se incorporen tipos de innovaciones tecnológicas.  En ese orden, el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional) en el trabajo titulado “Una introducción al voto electrónico: consideraciones esenciales”, publicado en diciembre de 2011, hace referencia a  4 tipologías de “votos electrónicos o votación electrónica”.

La primera de ellas es el Registro Electrónico Directo (RED). En el RED tenemos un voto electrónico puro, pues aquí el elector vota a través de una máquina (urna electrónica), obviando la votación manual. Los  REDs  pueden implementarse con o sin un comprobante impreso verificado por el votante (VVPAT, por sus siglas en inglés). Este último tiene el propósito de arrojar una prueba física de los votos emitidos.

La modalidad del voto electrónico (sistema RED) fue usada por la Junta Central Electoral como prueba y, por primera vez, de manera formal y pública, en las elecciones de la Asociación de Estudiantes de Derecho de la Universidad Católica Santo Domingo (UCSD), celebradas en junio de 2015. Luego, se hizo lo propio en las elecciones de la Asociación de Profesores Dominicanos (ADP) en octubre del mismo año. Ambos procesos fueron exitosos, con resultados instantáneos, sin regateos ni votos nulos y con altos niveles de confianza en los electores. (La urna electrónica usó el volante VVPAT).

No obstante, menos de 10 países en el mundo implementan el voto electrónico (sistema RED) entre ellos, citamos a Estonia, Estados Unidos y Venezuela. En el otro extremo, incluso, hay países que han rechazado judicialmente el voto electrónico, como Alemania que,  en el 2009, su Tribunal Constitucional declaró inconstitucional la utilización de urnas electrónicas por no permitir el sistema de votación electrónica la fiscalización del proceso electoral.

La segunda es la votación en línea o voto remoto (i-voting).Los votos son transmitidos por internet a un servidor central para su conteo. Pueden ser emitidos ya sea desde computadoras públicas, desde kioscos ubicados en las mesas de votación, o bien –y esto es lo más común– desde cualquiera computadora con conexión a internet accesible para los votantes”. El caso emblemático es Estonia, allí existen 14 modalidades diferentes de emitir el voto.  Incluye  la posibilidad de repetir y cambiar el voto electrónico  emitido pare evitar formas de coerción o compra. Una excelente iniciativa.

La tercera tipología  son las impresoras de papeletas electrónicas (EBP, por sus siglas en inglés). “Estas máquinas similares a las RED producen un papel para ser leído por la máquina o un comprobante electrónico que contiene la opción escogida por el elector. Este comprobante se introduce en otro lector óptico de papeletas, el cual hace el conteo de forma automática”.

El cuarto modelo (orden numérico para este artículo) es el Reconocimiento Óptico de Marcas (OMR, por sus siglas en inglés), que funcionan a partir de lectores ópticos que reconocen la opción marcada por el votante en una boleta especial. O sea, el elector vota de manera tradicional (físicamente) y al terminar la votación inicia el proceso electrónico a través del escaneo de las mismas por OMR. Plantea una mejora en el escrutinio y conteo de los votos físicos en elecciones complejas. Se ha usado en Filipinas, España,  entre otros países. Este es el sistema aprobado por  la JCE en las próximas elecciones del 15 de mayo.

En ese orden, el Dr. Josep M.ª Reniu Vilamala, miembro del Observatorio del Voto Electrónico (Universidad de Barcelona), estima que “los sistemas basados en reconocimiento óptico de caracteres (OMR) tales como lectores ópticos de papeletas de votación o algunas versiones específicas de urnas presentan algunos problemas conceptuales de encaje en el concepto de voto electrónico. Si bien suponen una mejora tecnológica en el escrutinio y recuento de los votos, lo cierto es que la expresión del voto sigue desarrollándose de forma tradicional mediante el marcado o la selección de una determinada papeleta”.

Finalmente, resalto  que el OMR no es un voto electrónico. Hago la reiteración porque hay tratamientos confusos, incluso IDEA Internacional aborda el Reconocimiento Optimo de Marcas dentro de los tipos votos electrónicos. Estimo que votos electrónicos (como el RED e I-VOTING) son verdaderos sistemas  de votación electrónica  y el escaneo óptimo de marcas es una modalidad parcial del proceso electrónico de votación que no toca la votación tradicional física pero sí  puede automatizar el resto. Aunque esto es solo conceptual, los desafíos en la práctica electoral son otros.