Cuando sonó de nuevo la trompeta, me ordenaron bajar a la tierra, a la Rep. Dominicana sin escala. Un clamor ha llegado hasta los cielos: la patria languidece y la sangre de gente inocente ha salpicado la atmósfera; el corazón se está deshumanizando; languidece el amor entre el hombre y la mujer; el machismo campea y  pululan sombras tenebrosas que amenazan con destruir la vida. Hay un silencio, un desencanto que aterra. ¿Hasta cuándo? No han hecho casos a las señales que le han enviado desde el cielo. Voy a llegar en seguida, aunque estoy muy tranquilo y feliz aquí, pero debo cumplir con órdenes de mi Superior.

A mi llegada observo la ciudad de Santo Domingo.    ¡Cuánto ha crecido! Pero, también cuántas quejas escucho: impunidad, corrupción, desempleo, contaminación… ¿Será que hay  hombres “que sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria”? Empiezo a sentir lo mismo que el colega y poeta Pedro Mir: “El dolor más oscuro cava incesantemente/Muerde la boca su vencida lengua, y chupa/la sangre airada que tiene un sabor a gente/
Galopa la brisa con la muerte en la grupa…Ver lo que envuelve el silencio más crudo./Que es la lucha más firme y la fe delicada/
hecha de piedra pura y de corazón desnudo,/
convertida en silencio y edificio de nada”.

Haré una visita sorpresa a la escuela pública para entender lo que está pasado en educación. La buena educación se nota en la de los pueblos.  Es la garantía del desarrollo de mi patria. Son las once de la mañana.  La profesora de Ciencias Sociales, de aspecto bonachón y mediana estatura, imparte clase en el marco de celebración del “ Mes de la Patria”. Me senté en un rincón en la parte trasera para no dejarme ver. La profesora preguntó a los estudiantes -quienes se había quejado por el desayuno escolar- si conocían a Juan Pablo Duarte. Las respuestas no le gustaron, pues no decían nada de mí que fuera verdad para ella.

Entonces dejó le preguntó por la estatua del Teniente Amado Guerrero, la que está en la calle San Martin. Levantó la mano una adolescente y luego se  puso de pie para que le vieran una argolla que tenía  en el ombligo. Dijo que si era la estatua que está llena de mancha  y es prieta con quepis de militar. Sorprendida, la profesora aclaró que es una estatua  que   está en la calle Leopoldo Navarro con San Martin. Ese  –dijo– fue un patriota valiente que participó en el ajusticiamiento del tirano Trujillo y que posteriormente fue asesinado vilmente.   La adolescente volvió a decir, “Ese fue un tonto, igual que Duarte. Profe, no sirve de na luchar en ete paí”.

Sentí una gran decepción con la respuesta y cabizbajo salí del aula sin que nadie me viera.  Bajé al Parque Independencia para recordar mi casa. Abruptamente me detiene un guardia y me dice que no debo pasar, que hay un desfile militar en el altar de la Patria en honor a Duarte. ¡La Patria!, si, la Patria. ¿La qué? Seguí preguntándome. ¿En honor a  mí? De arriba abajo me miró el guardia y dijo que me fuera de ahí para evitarle problema. Tomó su pose de hombre militar y con firmeza me dio la espalda. Hacía un calor sofocante. Me asomé todo lo que pude y alcancé a ver un montón de arreglos florales y me pregunté para qué tantas flores. Quiero menos flores y más obras de bien para los hijos de la patria.

Estoy cansado de que me digan que soy ejemplo de moralidad para la juventud. Que fui un hombre que di todo por la patria a cambio de nada. No, guarden silencio, por favor. Sean ustedes ejemplo para la juventud en sus cargos públicos y en su trabajo de cada día para que cambien las estructuras que fabrican la pobreza. Que vean en sus acciones mis ideas y sacrificio. ¡Basta ya de decir desde sus funciones que debe hacer, que se debe aplicar, que se debe mejorar, que se va nombrar una comisión…! ¡Hagan y punto!  Así te llamaré hijo mío.

No me dejaron entrar e intenté caminar. El desfile avanzaba, la gente de la Marcha Verde merodeaba el lugar. Me desviaron y fui la parar a la Universidad Autónoma de Santo Domingo(La Uasd). Vi otro desfile. Solo una dama inclinaba su hombro cansado hacia uno de los hombres que  mira al frente. Salí lo más rápido que pude, pero antes me entregó un profesor un boletín que decía: “¡La Uasd es la patria!”  Pero, ¿cuál será esa patria? ¿Una mujer popular?

Una marcha de estudiantes encapuchados reclaman “5% del presupuesto para Uasd,  “saniamiento  y  transparencia”.  Me escondí detrás de mata de mango y escuché una conversación que me dejó aterrado. La Uasd no tiene ni un centavo guardado, ni del plan de pensiones. A los profesores que llegan a la rectoría  se le sube el “Magnífico a la cabeza y no saludan nadie cuando están en el poder”. Se creen grandes funcionarios escoltados ¡Por Dios! ¿Y el sacrificio por la patria?. ¿No se dan cuenta que pronto morirán y no se llevarán nada, sino lo que hicieron de bien por mi UASD? Mira lo que le pasó a fulano y cómo anda mengano de salud. Pueden hacerlo bien, si quieren. Le falta voluntad y  valentía para hacerlo. Le daré la espalda cuando venga donde mí.

Salí a coger un poco de aire fresco y vi en un letrero, la media sonrisa de un abogado asesinado y debajo decía justicia. ¿Y el profesor Narcisazo?, me pregunté. Una maestra me tocó el hombro y luego me invitó a participar en un panel sobre el pensamiento político de Duarte. Quise ir para saber qué van a decir de mí.  En la mesa estaban presentes, además de lagunas autoridades, los panelistas compuesto por: una historiadora, un dirigente estudiantil y un filósofo. Un público juvenil había  abarrotado el salón.  Los adultos brillaban por su ausencia.

La historiadora, un tanto radical, dijo que se han dicho muchas mentiras y barbaridades sobre mí. Que ha predominada, en muchos historiadores,  un enfoque de la historia oficial, en la que su utiliza mi legado para justificar lo que nunca quise. Dijo que no es verdad que tuve un montón de novias. Que asumí desde muy joven el proyecto trinitario. Ya era adulto en ese tiempo y sí estaba muy consciente de lo que asumía. Fue y es mi gran proyecto: verlo libres y felices. Tampoco es verdad -dijo con toda razón- que realicé estudios en los Estados Unidos y luego en Europa. He sido más un autodidacta

Un dolor cubrió mi pecho cuando citó el “Cristo de la libertad”, escrito por un señor  que duró muchos años  en el poder. Ese señor  me contrastó, en su libro, con mi verdugo: Pedro Santana. No fueron sinceras sus palabras sobre mi porque tenía  inclinación por el  déspota seibano y se cobijó bajo una dictadura feroz. Más tarde no pudo ocultarlo cuando se autoproclamó como “hijo espiritual”  ante el férretro del tirano en la iglesia de San Cristóbal, el 2 de julio de 1961. Reprochó el asesinato  del tirano por los valerosos dominicanos, como si se hubiese matado a un profeta, utilizando la insignia de mi bandera: “Exánime y vilmente atravesado por los proyectiles, yace ahí el pecho heroico donde flameó orgullosamente, como si flotara en su asta, el lienzo tricolor”.

¡Ay! ¡Cómo se ha trapeado con mi bandera, la que costó sangre a mí y tantos dominicanos como a María Trinidad Sánchez, Francisco del Rosario, mi familia…  Refiriéndose a él  proclamó: “No omitiría ningún medio para evitar que se extinga la llama que encendió en los altares de la Rep. Dominicana en el alma de todos los dominicanos”. 

Le tocó el turno al dirigente estudiantil. Me puso el traje de socialista ateo. Habló de las luchas de clases, de los grupos dominantes, del capitalismo salvaje. ¡Qué va! No conozco el “18 Brumario de Luis Bonaparte”, ni he leído el libro gordo del “Capital de Carlos Marx”, pero escuché hablar de él y estoy de acuerdo en que la economía no debe separarse de la moral pública y la política, ni tampoco concentrar tanto la riqueza en unos pocos y dejar a una inmensa población sin recursos para comprar lo que se produce. 

Pero recuerden que soy un hombre romántico y tranquilo que cree en Dios. ¡Lean mi juramento, por favor! Lean, también a Juan Isidro Jimenes cuando afirma: “no hay ningún dato que permita sostener que él(Duarte) se familiarizó con la obra de los enciclopedistas y de los más destacados liberales de su época. Nada revela, por otra parte, que estuviera al tanto de las doctrinas filosóficas entonces en boga”( La Ideología Revolucionaria de Juan Pablo duarte, 2009,p.31).

Llegó  el turno del  filósofo que se preguntó el por qué lo dejaron de último. Escribió sobre las imágenes discursivas que se han construido sobre mi persona. Es el Sr Mella:( Los Espejos de Duarte, 2013). Recuerda que me acusaron de “anarquista  y traidor” de a la patria. Cuenta que gracias  a familiares y un grupo intelectuales capitaleños pusieron mi nombre en alto: “ José Gabriel García, Fernando Meriño, Emiliano Tejera, Félix María del Monte y Federico Henríquez y Carvajal, decidieron –en la primera mitad de la década de los 80 del siglo XIX– articular una campaña de construcción de la imagen  como único padre de la patria dominicana. Me siento tímido ante la afirmación y más aún la del cura Meriño,  como el Elegido del Señor” para ser el Padre de la Patria”(caps. 4-5)

Me han vestido con ropa ideológica  que nunca me puse. Por ejemplo en esa  que me presentan como un gran General, con una exitosa  carrera militar; con el hombro firme y mirada determinante. ¡De General! Me queda muy apretado ese uniforme. Imagínense yo, que fui arrojado de mi suelo natal por un bando parricida, esposado como fuera un delincuente. Sufrí en carne propia la traición de colaboradores cercanos con el proyecto, que hicieron el juramento trinitario y en la hora difícil se aliaron al tirano a cambio de recibir prebendas. Viví en las peores condiciones del exilio en comunidades indígenas de Venezuela, pero tenía a Dios conmigo en esos peores momentos de la vida.

Una joven  periodista, con el celular gravando y una libreta de apunte,  descubrió mi presencia y me preguntó si estaba de acuerdo con que se construya un muro en la frontera con Haití. Le respondí que no me metan en ese problema con Haití, que ya me había pronunciado claramente sobre eso. Recuerden mi poema y lo que escribí. El odio no nos lleva a ningún lado.  “Sean justos, lo primero, si quieren ser felices. Es ese el primer deber del hombre; y estén unidos, y así apagarán la tea de la discordia y vencerán a sus enemigos, y la patria será libre y salva. Yo obtendré la mayor recompensa, la única a la que aspiro: veros libres, felices, independientes y tranquilos”.

Otros  me describe con el pelo echado atrás, el labio inferior inclinado hacia el lado como si fuera un jevito seductor moderno. Esa descripción me dió risa. Hay otra  imagen mía que está   a la entrada de la ciudad, regresando desde el Este del país. Parezco una cera de tan blanco que me esculpieron. Esa será para mi abuelo, que en paz descanse. Agradezco el gesto, pero me veo muy viejo y los viejos, y más yo sin dinero, no van a inspirar la juventud de este tiempo que quiere cambios muy rápidos y donde nada se regala, sino que se compra. Pero tampoco será inspiración para gobiernos voraces que solo quiere recaudar dinero, endeudarse y no fomentar el crecimiento económico con equidad.   

Antes de irme a mi morada, intentaré por última vez ver mi casa donde me crié y así respirar el aire fresco que viene del Mar Caribe. Otra multitud me asalta en el  Malecón y no me deja pasar. ¿Pero quién será esta vez? Me voy de aquí. La gente parece que está más en la calle que en la casa. Estoy cansado de estar en la tierra. Quiero retorna a mi morada. Rendiré un informe pesimista a mi Superior y que no me envíe más para la tierra.

Desilucionado  escuché una voz juvenil  vibrante que  me  reconoció y me llamó. ªVen para acá, Duarte, no te quedes ahí triste y melancólico!. No todo está perdido. Yo voy a estudiar para la UASD. Seré una gran profesional para que te sientas orgulloso de mi. Toda mi promoción va a estudiar y algunos quieren ser políticos para arreglar este país. No quieren que tu patria se pierda. Estoy aquí en el Malecón celebrando la llegada de un dominicano que te puso en grande: Vladimir Guerrero, un pelotero que ingresó al Salón de la Fama en Estados Unidos, David Ortiz,  Luis Polonia, Juan Marichal, Pedro Marínez y otros inmortales.  Su novio, que no la soltaba del brazo, siguió citando dominicanos y dominicanas que se han destacado fuera del país.

¡Silencio!, dijo la joven al novio, escuchen lo que dice Valdimir con mucha alegría pintada en su rostro: “Nunca bajen la cabeza, hay muchos talentos que pueden llegar a las Grandes Ligas. Hagan lo que quieren hacer y sigan sus metas. A veces a las personas   le pasan cosas negativas en el camino. A mí me pasaron, pero siempre leo un salmo y eso es suficiente para trabajar fuerte”.

Ves, que no podemos derrotarnos, sino seguir adelante. Los ojos se me aguaron, pero de alegría al ver jóvenes que sueñan y dispuestos a salvar nuestra patria.

Se abrió un espacio en el cielo entre las nubes doradas de un hermoso atardecer y sonó de nuevo la trompeta. Es la hora del regreso: “El Señor allanó mis caminos”.