¿Cuál es el interés de los EUA –el actual dueño del mundo- en el tema de la relación de Haití con la RD? ¿El mantenimiento de las libertades democráticas en Haití? ¿El tráfico de drogas? ¿O la migración de haitianos hacia su territorio continental? Haití debía ser una vergüenza para las potenciales centrales, particularmente para los EUA, que quiere desviar su responsabilidad cargándole el dado a la RD. ¿Qué pasó con las fuerzas virtuosas del mercado capitalista y el principio de la ganancia máxima? ¿Qué con la libertad y la democracia que debían derramarse por todo el orbe y llevar paz y felicidad? EUA, que interviene al otro lado del mundo desatando una pequeña guerra mundial, buscando supuestas armas de destrucción masiva, tiene en el centro mismo del hemisferio occidental una república africana en que la enorme mayoría de su población vive por debajo de la línea de indigencia.

La culpa, ¿de quién es la culpa? De la RD, este es el argumento para enmascarar su verdadera agenda: dar salida a la población haitiana hacia la RD encerrándola en los límites de La Hispaniola. En otros términos, provocar la inserción de facto de la población haitiana en la RD para luego impulsar una salida política tipo mancomunidad, en que todos los haitianos puedan moverse libremente en ambos lados. Este es el proyecto “fusión”. La pregunta obligada es: ¿conviene esto a los dominicanos? Es decir, ¿conviene a la mayoría de los dominicanos?

Dice Juan Isidro Jiménez Grullón que el sentimiento de la dominicanidad se mantuvo tras la independencia efímera, “… comenzó a asomar, tanto en la clase media como en el antiguo esclavo y en los descendientes de ambos, el sentimiento de que integraban un conglomerado con características propias, llamado, por tanto, a ser dueño de sus destinos.” (La RD: una ficción, p. 46. Subrayado original).

Hoy día, para muchos “intelectuales” dominicanos y haitianos, sobre todo aquellos pagados, directa o indirectamente, por los EUA mediante uno cualquiera de sus programas para la fusión, el sentimiento de la dominicanidad es un disparate, un absurdo. Acaso nunca existió, nunca ha sido importante o, en todo caso, en nada queda afectado con la invasión de haitianos a la RD. La dominicanidad se mantiene sola, del aire. Lo que sucede es que le tenemos miedo a los haitianos, un miedo infundado que promovieron Trujillo y Balaguer con fines de control político. Todavía no se atreven a hablar del miedo contra los haitianos que creó Duarte, y es que sus argumentos históricos siempre son un delicioso plato de arroz con mango.

¿Miedo? Ciertamente -fuera Trujillo y Balaguer- por la razón elemental de que no queremos una unión de ningún tipo con Haití. Por cierto, ¿será miedo lo que tienen los EUA de los mexicanos y centroamericanos, y de los mismos haitianos que no los deja ingresar a su territorio nacional? Y los españoles con los africanos, ¿también es miedo? ¿Por qué tras la II Guerra Mundial los EUA prohibió a Alemania y a Japón la producción de armamento? ¿Miedo?

Para estos señores la independencia dominicana fue de los suizos, no de los haitianos con los que compartimos una isla pequeña y con muy pocos recursos naturales. Los haitianos han devastado su país y la única salida que les han propuesto las potencias centrales es emigrar al lado oriental. Ahora que Europa presenta un decrecimiento poblacional, o Canadá que tiene vastísimos territorios despoblados, ¿por qué no le dan un visado de residencia directo a cien mil haitianos por año? Por una razón simple: porque no les conviene. Entonces eso que a ellos -dueños del mundo- no les conviene quieren imponerlo a la RD, un país con todas las carencias y el mayor desorden institucional. Quizás por esto.

Entonces ¿qué proponen nuestros defensores de la dignidad de los haitianos en territorio nacional? Digo esto porque la dignidad de los haitianos en la RD es una cosa y de los haitianos en Haití… no tiene importancia. ¿Qué el país se quede cruzado de brazos hasta que los haitianos sean una minoría suficientemente numerosa y a partir de ahí peleen con otras armas? Cuando la RD se haga Haití -porque Haití no se va a hacer la RD- entonces se van a ir a ocupar una cátedra a EUA o Francia a pontificar sobre los fallos que tuvo el proceso de fusión que generalizó la miseria y no lo contrario, como decían.

¿Sentimiento de dominicanidad dijo Juan Isidro Jiménes? Como intangible que es, es difícil dimensionarlo. Si viniera en libras podríamos decir: “la libra de dominicano que tenemos cada uno”. Pero no, eso que dio inicio y cohesión al país que -bueno o malo- somos hoy en día no existe para nuestros fusionistas. Por el contrario, Manuel Núñez, el único autor que trata el tema con la pasión del lado nacional, plantea que el ocaso de la nación dominicana –como titula su libro- se debe exactamente a que, por un lado, los dominicanos emigran por cientos hacia el exterior a la vez que los haitianos llegan por miles al país. Me imagino que para nuestros fusionistas los haitianos llegan cada uno, no con una sino con libra y media de dominicanidad.

“Es que somos un país de inmigrantes, es lo que Ud. –tarado- no ha entendido”, parecen decirme. Pues sí, porque ¿de dónde iba a salir la gente? Aquí habían unos cuantos indios que los españoles –migrantes ellos- mataron sin misericordia. Luego trajeron negros del África, y henos aquí, toda una zambumbia de colores pero dominicanos. Se ha querido acusar a los que se oponen a la fusión de racistas y xenófobos. ¿Racistas? Dice un viejo dicho que el dominicano tiene el negro detrás de la oreja significando que todos tenemos algún ascendiente de color. ¿Y? Ciertamente, los dominicanos discutimos sobre quién es más negro que quién. De nuevo, ¿y? Sin embargo no tenemos grupos supremacistas como el KKK, ni neonazis como los hay en EUA y Alemania. Es decir, hay negros africanos, americanos, panameños, haitianos y dominicanos, el tema no es de color sino la nacionalidad. Los dominicanos no tienen que abrir puertas indiscriminadamente a ninguna inmigración, sea de negros o sea de blancos, es una cuestión de simple preservación de la identidad nacional.

De por sí se entiende que si un único extranjero llega al país no pasa nada. Por una cuestión elemental de número, el sentimiento nacional del país huésped eventualmente absorbe el del recién llegado. Pero hay más, el que emigra en solitario no tiene otro proyecto que el de quedarse en el país que lo recibe por lo que mientras más rápido se integra tanto mejor. Sin embargo, la represión, las guerras, han dado lugar a migraciones que no pueden tener las características de un migrante ocasional y solitario. Grupos enteros se van a otro país y, como es natural, llevan consigo su cultura y costumbres que tratarán de conservar en la medida de lo posible. Si las causas de la emigración son pasajeras, no habrán perdido mucho de su personalidad social al retornar al país de origen. Si no lo son, podrán articularse con la cultura y costumbres del país donde llegan, fenómeno que puede dar lugar a subculturas como la de los chicanos en los EUA. En cualquier caso, no se trata de una invasión no armada con el propósito de condicionar y socavar la persona social del dominicano, lo que han hecho los haitianos en las últimas cuatro décadas. El haitiano que llega a la RD no piensa retornar a Haití nunca, ni piensa asimilarse a la cultura nacional. Su proyecto es la disolución de la cultura dominicana en aras de un collage a deux, lograr una sociedad con una personalidad de viajante, fluida y amorfa. Por supuesto, sin orden ni organización pues de otra manera no se puede lograr.

Dos argumentos más, igual de falaces, se han esgrimido para justificar la invasión haitiana. El primero, que hay dominicanos de ascendencia haitiana, nobles apellidos que proceden de aquel país. La respuesta: ¿y qué? La mayoría de los apellidos del país provienen de España, lo que no dice que los españoles son dominicanos. Smith con Smith -muchas veces parientes- lucharon en la guerra de independencia norteamericana, unos eran ingleses y otros norteamericanos. El otro argumento es que, a decir de los fusionistas, son los haitianos quienes han edificado la nación dominicana. Claro que, por simple simetría, hay que decir que somos los dominicanos quienes hemos hecho lo que hoy es EUA.

Ciertamente miles de haitianos trabajan en la RD justamente porque en su país no encuentran, no hay trabajo. Es una economía en ruinas. De este lado, hay ocupaciones que ya se han hecho de los haitianos: coqueros, paleteros, heladeros, maniceros, serenos, peones de la construcción. De manera que no es lo que los haitianos han hecho por la RD sino al revés: sin la RD miles de haitianos ya hubieran muerto de inanición.

Dicen los que no saben -porque nunca han ido a ver- que es trabajo mal pagado. ¡Lo que es no saber de producción! En cualquier renglón de la agricultura o de la construcción, un haitiano gana exactamente lo que un dominicano en trabajos equivalentes. ¿Qué son salarios bajos? Pero estamos hablando de los trabajos de menor calificación, no son astrofísicos o neurocirujanos. ¿Acaso ganan mucho los dominicanos en su propio país? Poner a correr la mentira de que en la RD hay mano de obra haitiana esclava o que sus salarios son bajos porque son haitianos es parte de la campaña de infamia que tiene como objetivo último la fusión. En cualquier caso, ¿por qué los haitianos esclavizados y explotados no se regresan a Haití? Porque de este lado nadie ha visto a un haitiano arrastrando cadenas.

El argumento de la contribución de los haitianos a la economía nacional olvida el costo que estos extranjeros significan en el presupuesto nacional. Tan solo en salud pública es insoportable para el Estado dominicano. Y no hay que olvidar que peso que se gasta en un extranjero es peso que se deja de gastar en un dominicano. Los fusionistas dicen que el supuesto miedo que siente el dominicano hacia los haitianos ha sido un recurso del poder por parte de Trujillo y Balaguer, pero que la población no siente animadversión hacia los haitianos. Como siempre, quieren confundir las cosas. No hay porqué tener animadversión contra los haitianos como personas, ni por su color, su religión o su condición económica. Otra cosa es sentir honda preocupación por los haitianos como invasores, con un proyecto claro de diluir la nacionalidad dominicana, y exigir al Estado dominicano acciones contundentes para evitarlo. Contrario a lo que plantean los fusionistas, a la oligarquía dominicana no les preocupa mucho la eventual fusión, ellos siempre podrán recoger su dinero e irse a vivir a otro lugar. Los que no van a poder irse a vivir a Miami son los del pueblo llano, esos se quedarán a ver como el país se haitianiza. ¿Pruebas? Las acaba de proporcionar Manuel Núñez cuando muestra que Verón-Punta Cana es una provincia haitiana en territorio dominicano. Justamente este es el sueño de los fusionistas, ver la RD como un gran Verón donde los haitianos, si les apetece, le perdonan la vida a los dominicanos.

Apenas el Estado dominicano ha reaccionado ante el hecho de la invasión, y no lo ha hecho antes ni mejor porque es un Estado, aparte de fallido, capturado por los poderes fácticos de los países centrales. La “política migratoria” dominicana –si hay algo que pueda llamarse así- siempre ha sido condicionada a ciertos beneficios de la clase política, “yo te dejo aquí y tu me sueltas allá”. Así es como hemos llegado a este punto en que, o se detiene la invasión, o en pocos años no queda RD.

El país tiene que asumir su soberanía y sacudirse su complejo de niño abandonado. Abandonado por España, no querido por EUA, disminuido en el concierto de naciones. Somos o no somos, pero si somos tenemos que imponer nuestra soberanía. Ningún extranjero tiene porqué cuestionar las decisiones de nuestras instituciones sobre la ciudadanía, por encima de los acuerdos internacionales que se hayan firmado. Nada está por encima de la Constitución. ¿Por qué el Director de Migración tiene que andar diciendo que “no hay repatriaciones masivas de haitianos? ¿Acaso la invasión no es masiva? Y los dominicanos que los EUA deporta a cada rato por cientos, ¿son o no repatriaciones masivas?

Con el extranjero que está ilegal en el país sólo cabe hacer una cosa: deportarlo. Y el extranjero que quiera entrar al país tiene que obtener nuestra complacencia en función de distintos criterios, en particular que no va a ser una carga para la sociedad. Los EUA son el país que mayor experiencia tiene en este tema. La RD no tiene porqué garantizar una visa o un permiso de trabajo a ningún extranjero, como no está obligada a la regulación de ningún extranjero ilegal. Una verdadera política migratoria empieza por establecer cuáles y cuántos extranjeros nos conviene y por cuánto tiempo, el país no puede poner delante de sus propios intereses los intereses de otros. Como se dijo antes, en esto no hay nada de racismo ni de xenofobia, es la simple persecución del interés nacional. Pongamos el interés nacional por delante de todo o nos quedamos sin Patria.