Mi equipo es el mejor y va a ganar. Algo cuasi-religioso.

¿Por qué no apoyamos todos al equipo que en estadísticas es el mejor? ¿Por qué nos aferramos tanto al equipo que decidimos elegir? Si pensáramos siempre como seres racionales, esas preguntas tal vez no existirían. Sin embargo, la realidad es otra. Aprovechando la Copa del Mundo que recién inicia, y todos los partidos de todos los deportes que existen que nos faltan por ver hasta acabar física y emocionalmente exhaustos, les explicaré por qué no somos racionales al momento de elegir y apoyar a un equipo.

La teoría de la elección racional tiene como principal bandera la maximización de la utilidad como premisa para la toma de las decisiones. En otras palabras, siempre elegimos lo que nos dará más beneficios que pérdidas. Por otro lado, la economía conductual, explica que no somos tan racionales como plantea la economía neoclásica, y que nuestras decisiones están usualmente influenciadas por nuestras experiencias, limitaciones y sesgos.

Si nos llevamos de la teoría de la elección racional, todos apoyaríamos a uno o dos o tres equipos, que han sido identificados como los mejores por las estadísticas; la decisión de cuál equipo preferir no debería verse influenciada porque haya un equipo de nuestro país, ciudad o de nuestro continente, o del país de donde son nuestros padres, o a donde fuimos de vacaciones. Sin embargo, la economía conductual ha demostrado que las personas asignan un mayor precio (valor) a aquellas cosas que le pertenecen (como la nacionalidad), que a aquellas que no son suyas.

De hecho, la elección de un equipo no es algo que hacemos de manera consciente. Usualmente se nos es asignado por nuestra familia, amigos, una experiencia que tuvimos la primera vez que vimos un partido de ese deporte y muchas veces, por nuestra nacionalidad. Por tanto, ya tenemos algo que nos pertenece, que es nuestro y está arraigado.

¿Por qué pensamos tan firmemente, hasta el punto de discutir con otras personas, que nuestro equipo -y no el que está en los rankings oficiales como uno de los mejores-, es el que ganará? Esto lo explica la heurística de disponibilidad.

El efecto de dotación (“endowment effect”) explica que los individuos asignan un valor monetario mayor a las cosas que están en su posesión que a las que no; y para darlas o venderlas a otras personas, pedimos un precio o valor mucho más alto que el que objetivamente tiene, por el simple hecho de que ya es nuestra.[1] Así es que, nuestro equipo vale más para nosotros –es mejor-, que el otro; por tanto “elegimos” aferrarnos al equipo que ya es nuestro, que nos pertenece, en lugar de “perder” nuestro equipo y  venderlo por otro que para nosotros vale menos, y que, para nosotros, tiene menor posibilidad de ganar que el nuestro, independientemente de lo que digan las estadísticas.

Este sentimiento de pertenencia y posesión se incrementa de manera considerable cuando el equipo al que apoyamos es nuestro equipo nacional. El sentimiento de pertenencia es exponencialmente mayor cuando se trata de nuestra nacionalidad; y es que no lo vemos como algo a lo que pertenecemos, sino como un equipo que nos pertenece. El efecto de dotación aquí tiene mayor impacto, y es improbable que apoyemos a otro equipo que no sea el de nuestro país, aún cuando objetivamente las estadísticas puedan recomendar otra cosa.

Adicionalmente, este efecto que explicamos también es una consecuencia de nuestra “aversión a la pérdida”. No nos gusta perder. Pero no solo eso, tendemos a asignarle más valor a las pérdidas que a las ganancias equivalentes –y por tanto queremos evitar “perder” algo más de lo que deseamos “ganar” algo de un valor equivalente-. En otras palabras, preferimos dejar de ganar cuando hay una posibilidad de perder. Nos mantenemos con nuestro equipo elegido porque tenemos miedo de tal vez perder con otro, aún cuando ganar con el nuestro no esté garantizado.

Esa, en mi opinión, es una explicación a nuestra lealtad irracional a un equipo.

¡Pero aún hay algo más!

¿Por qué pensamos tan firmemente, hasta el punto de discutir con otras personas, que nuestro equipo -y no el que está en los rankings oficiales como uno de los mejores-, es el que ganará? Esto lo explica la heurística de disponibilidad. Primero, la heurística son los atajos mentales que tomamos para resolver problemas rápido y tomar decisiones de manera simplificada, reduciendo de esta forma los costos relacionados con el procesamiento de información, lo que permite a nuestra mente operar en un mundo tan complejo.[2] Entonces, la heurística de disponibilidad modula nuestra toma de decisiones en base a los eventos más prominentes, más memorables o más presentes en nuestra memoria, de forma que al momento de decidir estimamos de manera incorrecta las probabilidades.

Si en el juego que vimos en la fase preliminar, nuestro equipo favorito metió un gol o hizo una jugada impresionante, eso se nos queda más presente en la memoria que la estadística existente de que ha perdido 5 de sus últimos 7 partidos; y por la heurística de disponibilidad –estimación incorrecta de las probabilidades- creemos que ese evento, de meter ese gol o tener un juego impresionante, será lo que sucederá otra vez y nuestro equipo volverá a ganar.

Así que, con esa probabilidad mal estimada, nos sentimos con la capacidad de defender a nuestro equipo hasta puntos tan extremos como de hacer apuestas que luego, probablemente, tendremos que negociar para no pagar.

[1] El ejemplo más famoso sobre efecto de dotación viene de una serie de experimentos relacionado con unas tazas. En este experimento, Kahneman y sus colegas le dieron a cada miembro del primer grupo de participantes una taza y a los miembros del otro grupo US$6.00 (el precio estándar de una taza). Se preguntó a los miembros del primer grupo (“los vendedores”) cual sería el precio mínimo que aceptarían para entregar su taza. Al segundo grupo (“los compradores”), se les preguntó cuál sería el precio máximo que pagarían para adquirir la taza. A ambos grupos se les dijo que se tomaría la información provista, se calcularía el precio de equilibrio de las tazas, y se reasignarían y ejecutarían los cambios entre los dueños de las tazas que prefirieran el dinero en lugar de las tazas al precio de mercado y los que tenían dinero y preferían las tazas a dinero en efectivo, a ese precio. Sorprendentemente, para la teoría de la elección racional, los vendedores valoraban la taza a aproximadamente el doble del precio que los compradores, y muy pocos cambios se llevaron a cabo, incluso luego de que se llevaran a cabo múltiples variaciones del experimento para permitir a los participantes aprender de la experiencia. – Ver Daniel Kahneman et al., Experimental Tests of the Endowment Effect and the Coase Theorem, 98 J. POL. EcoN. 1325 (1990).

[2] Ver (i) Tversky, Amos and Kahneman, Daniel. Judgment under Uncertainty: Heuristics and Biases. Science, New Series, Vol. 185, No. 4157. (Sep. 27, 1974), pp. 1124-1131; y, (ii)Korobin, Russell B. and Ulen, Thomas S., Law and Behavioral Science: Removing the Rationality Assumption from Law and Economics. California Law Review, Vol. 88, 2000; U Illinois Law & Economics Research Paper No. 00-01. Disponible en http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.229937