La triste noticia de una niña de diez y ocho años, madre de una bebe de diez meses, a la cual impusieron tres meses de prisión como medida de coerción, constituye un absurdo y un claro indicio de la ineficacia de la justicia en la República Dominicana. La coerción, contrario a lo que se cree, no es una condena, deviene en una medida por la cual el Fiscal, solicita del Juez inmovilizar al imputado para esencialmente evitar: 1ro. Que dificulte, oculte o distraiga evidencias, y 2do. Que no se presente al proceso que subsigue luego del inicio formal de las investigaciones. En el caso ocurrente donde el “ilícito” es aparentemente haber dado bebidas alcohólicas a una infante, y su publicación de una foto en las redes sociales en las cuales aparece la madre, no puede hablarse de la necesidad de imponer tres meses de coerción, ya que constituye una pena anticipada a una adolescente, que es consecuencia, no causa, de la ineficiencia del Estado Dominicano en atender las más mínimas necesidades de su población, aun mas, la juventud y la niñez.
Deviene en una tragedia enviar esta joven Madre a la cárcel, separarla de su pequeña hija, cuando lo que debió hacer el poder sobrenatural, omnipotente y omnisciente del Estado, cuando así quiere, es imponer el necesario seguimiento sicológico a esta madre, y un estudio social bajo supervisión del Conani o la institución que fuera competente. Enviarla a Rafey como sanción previa e innecesaria simplemente la hará convertirse en lo que no es, en una delincuente curtida y diestra, capaz de hacer cosas que no hacía antes de ser enviada a esa escuela de criminalidad y escarnio. Pretendemos con este desgarro de vestiduras, ocultar una realidad que se vive a diario en todos los barrios, de todos los pueblos del país, y en las casas de todas aquellas madres solteras, abandonadas que dan a luz o “paren” niños y niñas sin padres, que repiten estas historias en una centrífuga social de nunca acabar.
Enfrentar la fiebre con un cambio de sabanas mediático, insólito, y escarnecedor, donde se pretende que, ante la indignación social, y la imposición de tres meses de coerción a esta “malvada” joven madre, y la puesta en manos de un hogar substituto a la menor, esté resuelto el problema, y gritemos: éxito, en un tema tan sórdido y tan lleno de tragedias que se suman, y sin final. Nos resta como sociedad, como entes pensantes, y como ciudadanos de una sociedad enferma hasta el tuétano, que como hemos dicho antes solo vive de operativo en operativo.
Este hecho, sorprendente e indignante, debe enfrentarse de manera integral, no imponiendo como el tremendo Juez de la tremenda Corte, una coerción de tres meses de prisión, absurda, innecesaria y desproporcionada, sino coadyuvando a esta joven madre, a ser madre, a entender que las cosas tienen consecuencias sociales, biológicas y morales, y que no puede criar una niña exhibiéndola como trofeo en las redes sociales, pero tampoco que ello signifique crucificarla, y distraerle del amor de su hija, que constituye la condena más grande que pueden imponerle a una Madre, aun cuando ella sea irresponsable.
El puritanismo que se pretende en este caso, no puede ir más allá de la lógica y la razón, que indica, que estas niñas pariendo niños, no son obra más que de la sociedad, y de la forma como se está viviendo en nuestros barrios, parajes, cañadas y callejones, situación que no ha variado y que mucho menos se ha enfrentado como se debe. Suelten a esa pobre niña y no abonen más tragedia a la situación trágica en la cual estamos seguros se mueve su vida diariamente.