En los catorce días transcurridos a partir de la proclamación de la candidatura presidencial del PLD, el país está comenzando a palpar la diferencia entre los discursos, planteamientos de los candidatos y la situación interna de los dos partidos llamados a polarizar los resultados el próximo 20 de mayo.

El Lic. Danilo Medina, exitoso estratega y organizador, legislador, Presidente de la Cámara de Diputados, Secretario de la Presidencia, con una trayectoria de eficiencia gerencial y de honestidad en la función pública. Se preparó para la Presidencia y en los cuatro años alejado del poder se ocupó de escuchar a diferentes sectores para dar forma definitiva a su proyecto de nación y por eso en su discurso de proclamación, con seguridad, acierto y dotes de estadista delineó los aspectos más importantes de su visión política y social: crear empleos, fortalecer la clase media, aumentar el mercado interno, potenciar los sectores productivos, y todo ello preservando los logros de esta administración de Leonel Fernández.

Del otro lado un candidato presentado como diferente de aquel "político atípico", tan pronto se sale del guión trazado por los asesores, cae en el yerro y exhorta a los productores agropecuarios a no cumplir sus compromisos con el Bagricola, bajo la panacea de una condonación a futuro, mientras el presente pudo representar una estampida de depositantes, como ocurrió en dos o tres agencias, y la quiebra de la única institución que facilita créditos a bajas tasas de interés al sector.

Eso en cuanto a los candidatos, pero en cuanto a los respectivos partidos la ciudadanía observa un PLD unificado; mientras en  el principal partido de  oposición se observa el mismo comportamiento endémico de reyertas, enfrentamientos, disensiones y las actitudes triunfalistas de un sector  que desde ya se ha trazado la meta de aplastar y cerrarle el paso, con miras al 2016, al precandidato que casi obtuvo la mitad de los votos en las primarias.

El país está comenzando a palpar las amplias diferencias entre las dos principales opciones y a esto se agrega, para romper las expectativas que albergaban esos sectores, de un Presidente compromisario con el triunfo de su organización,  trabajando a favor de las mayorías, aumentando el salario de los maestros en 15%, ordenando el pago de RD$7 mil millones en deudas atrasadas del estado, reuniéndose con moradores de los barros de la capital,  recorriendo callejones y calles para verificar el cumplimiento de las promesas, a la par que labora en otras áreas con la finalidad de dar respuestas a problemas cuyo origen descansa básicamente en el alza mundial de los precios.

Los dominicanos y dominicanas en edad de ejercer el sufragio van a disponer de ocho meses para aquilatar las diferencias abismales entre ambas opciones. De un lado un candidato genuino comprometido con los cambios y del otro un producto "nuevo" resultado de estrategias mercadológicas. De un lado un candidato armado de un programa y la voluntad para reducir la pobreza y del otro simplemente escuchamos la crítica a los problemas actuales, de los cuales es co-responsable, pero sin ofrecer soluciones creíbles. De un lado un candidato que garantiza la preservación del crecimiento con estabilidad y del otro un enorme déficit de confianza por su pobre ejecutoria macroeconómica. De un lado racionalidad, sensatez y capacidad de diálogo para conducir el país en medio de un panorama global adverso y del otro lado incógnitas y dudas sobre la supuesta metamorfosis del candidato.

En apenas dos semanas se marcan las diferencias y el cambio de tendencias en las simpatías.