Un hombre con más razón que

Sus ciudadanos, ya constituye

Una mayoría de uno.

D.Thoreau.-

La situación lo dice y el pueblo lo sabe, que los grandes problemas de la inseguridad ciudadana, además del tigueraje incontrolable y aparentemente  indetectable, lo constituyen los Políticos y la Policía Nacional. Los primeros porque al tener cualquier posición, de inmediato su escolta policial debido ¿al peligro? existente para llevar a cabo su ¿trabajo?, si, el mismo que habían ejercido y los segundos, por ser complacientes y postrarse ante los primeros. Noten que es raro ver un raso de espaldero o mensajero de un político, debido a que en cada ascenso presionan para que sean ascendidos, en base a su “lealtad”.

La Policía no ha sabido cumplir con su deber hacia la ciudadanía, siendo la seguridad su principal misión, cosa que esta que le ha quedado grande. Han llegado a creer que con una buena propaganda y publicidad, el pueblo se sentirá más seguro, porque pretenden minimizar todos los hechos e inclusive atribuir malas percepciones de todos aquellos afectados por su incapacidad pero, continúan con el mismo procedimiento en contra de la delincuencia común.

Considero que el mayor problema que acarrea la Policía Nacional, se sustenta en la falta de un programa real –no solo teórico-, sobre la producción de Información que les permita convertirla en Inteligencia y esta a su vez, elaborar un mapa operacional estratégico para combatir las operaciones delincuenciales desde su origen, ya que esto le permitirá conocer el Qué; Cuando; Dónde y el Porqué.

Son precisamente las respuestas a estas preguntas, las que le están haciendo ineficiente para elaborar planes efectivos –no solo “Operativos”-, y hasta el cómo deben cambiar la manera de entrenar y adiestrar el personal que les dará las reales respuestas a estas interrogantes. Porque lo esencial de la Policía no es marchar; no es comportarse como una organización militar y ese es, precisamente, el punto por donde debió comenzar la Reforma, incluyendo hasta los rangos.

La Policía, según tengo entendido, lleva estadísticas hasta cuantas veces los ciudadanos se suenan la nariz pero, aquellas que son elementales, al parecer, no llaman su atención, ya sea por la costumbre de ser reactiva, arbitraria y abusiva con el primero que apresen para dar por terminada la felonía pero, ¿el saber por medio a las estadísticas, sobre de dónde proceden la mayoría de los que se dedican al asalto; a matar por un celular; atracar colmadones? De así ser, lo tienen muy bien guardado, porque solo reaccionan.

Me permitiría recomendar, coordinar con organismos extranjeros como el FBI y otras agencias policiales extranjeras, para proceder a una reingeniería total, iniciando por los denigrados grados y su obsoleta manera de entrenar, pero sé que sería perder el tiempo, porque esa cúpula arcaica, perversa aunque instruida, jamás permitiría que eso ocurriera, porque con ella habría que retirar a muchos por no adaptarse a las nuevas y efectivas enseñanzas a fin de mantener y sostener el orden público y la seguridad de los ciudadanos en todos los sentidos, es decir, que el pueblo pueda volver a dejar de vivir encerrado y atemorizado ante los vándalos, muchos de ellos, infiltrados dentro de la misma institución.

No quisiera referirme a la Policía como institución pero, su afán por desmentir y maquillar la situación, hace recordar aquel melodrama trágico del magistral Giacomo Puccini, titulada “Los Celos”, donde el Dragón, mata el Amor, con el pretexto de mantenerlo vivo. Tragedia por doquier, así es. ¡Sí señor!