El 25 del pasado mes comentamos los dos tomos de las “Obras Completas de Tomás Hernández Franco”, edición de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos y la Comisión Permanente de Efemérides Patria,  Editora Búho, 2019, y en una parte nos referimos a lo difícil que es recopilar toda la obra de cualquier autor importante:

De modo que no todo lo que se ha escrito a favor o en contra de una personalidad literaria del bagaje de Hernández Franco, puede estar en la Obra Completa”, completando ahora, ni lo que éste hubiera producido, y es que, precisamente, ojeando viejas publicaciones, encontramos que en la revista La Opinión No. 124 del 20 de junio de 1925, con el título de “Los nuevos de América” presentan a Tomás Hernández Franco (1904-1952) con dos poemas, que hemos buscado en la edición comentada, y curiosamente, por lo menos con los mismos títulos, no aparecen.

Para contribuir a completar su trayectoria, dedicado en especial a los lectores que adquirieron o adquieran los volúmenes, ofrecemos estos dos poemas: 

 

Mis citas

Llueve sobre

París

y sobre mi aburrimiento;

la calle

en mi pensamiento

es una inverosímil vía de plata

punteada de cobre.

La lluvia

dilata

mi angustia.

Ella

la rubia

que mienten sus cabellos una rara flor mustia

no vendrá

el reloj me lo ha jurado ya.

¿La esperaba yo?

No.

Súbitamente  me he recordado

que no espero a nadie, que nadie ha faltado

a esta cita, que ni en sueños he dado.

I sin embargo

hoy me siento capaz de amar.

Mujer.

Espanto de lo que nunca podrá ser.

Hoy me hubiera gustado

que el amor pasase, para asirlo, a mi lado.

Pero que sea el amor simple que tanto he deseado

sin el terror del futuro ni el horror del pasado!

…Yo hubiera sido sencillo, vulgar…

–Cosas indispensables cuando se quiere amar–.

Yo le hubiera dicho cualquier cosa:

–Señorita, sus mejillas daría envidia a una rosa…

Ella hubiera sonreído

plácidamente…

Y yo hubiera comenzado por besarle las manos

apasionadamente.

Después yo la hubiera llevado al café.

–Pero antes me hubiera asegurado de que

no era imposible darle un beso en la boca.

Ella hubiese pedido una copa

de vermut:

tiernamente

yo hubiese dicho al criado

poniéndome la mano sobre la frente:

–Para mí agua, la cabeza me duele demasiado.

Después haciendo un gran rodeo

nos hubiésemos ido lentamente a mi casa.

Ella hubiese puesto el despertador

a las 6. Me hubieses dicho tú.

Me hubieses confesado un poquito de amor

Y que en el taller se llamaba Lulú.

Después se hubiese ido

y yo habría de quedarme dormido.

Soñando que he soñado

amar como nunca en la vida es dado.

Solo yo en el café me he quedado sentado

esperando ese tipo de amor que yo he pensado.

Y sin embargo

hoy me siento capaz de amar.

Mujer: espanto

de lo que nunca podrá ser.

 

Los mendigos

Los mendigos son sabios porque todo lo han visto

mientras vierten su sangre por todos los caminos.

Son una mezcla de Satán y de Cristo

producto de la alquimia remota del destino.

Con sus ojos vidriados desafían los enigmas

del amor y del alcohol

y tienen en sus frentes dolor de mil estigmas

mucha sombra de noche y mucha luz de sol.

Los mendigos evocan esas hoscas viñetas

hechas en verde y rojo por algún monje acólito

cuando en la fantasía de los anacoretas

la digestión ponía un histerismo insólito.

Así van los mendigos por todos los senderos

y de las  blasfemias

y de las epidemias

son los más esforzados y tristes caballeros.

 

Es posible que no sean poemas “claves” en la obra de Tomás Hernández Franco, pero cuando los  monstruos culturales como él, desaparecen, recordamos una frase de Franklin Mieses Burgos (1906-1976) observando a los de la Joven Poesía que se creían los grandes vates que iban a superar a todo lo pasado: “Cuando volteen la cara, verán que detrás de ellos, hay monstruos”. 

 

Tomás Hernández Franco, foto tomada del tomo 8 de Cuadernos Dominicanos de Cultura compendio de los Nos. 99/100-111-112, Nov./Dic. 1951-Nov./Dic. 1952. Compilación de Arístides Incháustegui y Blanca Delgado Malagón. Edición del Banco de Reservas de la República Dominicana, Publicación Especial. 1997. Editora Corripio, C. por A.