(Parte 1)

El Gobierno presidido por el profesor Bosch tuvo dos momentos especialmente difíciles en el marco de su política exterior. Ambos fueron con el Gobierno haitiano dirigido a la sazón por el dictador Francois Duvalier, conocido popularmente como “Papa Doc”, quien desde 1957 había asumido los resortes del poder, convirtiéndose en uno de tiranos más sanguinarios y crueles de América.

Aunque durante su campaña, en ejercicio de encomiable prudencia, Bosch no hizo declaraciones alusivas a las relaciones dominico-haitianas, era prácticamente inevitable que las mismas experimentaran momentos de tirantez y desavenencia, por tratarse de dos regímenes políticos diametralmente contrapuestos: en Haití, un gobierno  totalitario y en el nuestro, otro de filiación  liberal- democrática, surgido de la voluntad popular después de 31 años de imposición tiránica encabezada, precisamente,  por otro dictador, como fue el caso de Rafael Leonidas Trujillo.

No había ocurrido asì entre Trujillo y Duvalier. En la mañana del  22 de diciembre de 1958, ambos dictadores se reunieron en Malpasse, próximo a Jimani, acordando, como lo reseña la prensa de la época: “armonizar, en lo posible y, de acuerdo con los principios de solidaridad interamericana, sus respectivas posiciones en la ONU y la OEA”.

La hostilidad del régimen de Duvalier  hacia el gobierno de Bosch se hizo manifiesta desde el primer momento. En inamistoso gesto diplomático- y como ominoso presagio de cuál sería su actitud en lo adelante – Duvalier no se hizo representar por enviado alguno a los actos de toma  de posesión del nuevo gobernante dominicano, gesto, desde luego, que por derivación, implicaba también un desaire diplomático al gobierno norteamericano, cuya delegación encabezara  en la ocasión  su entonces Vicepresidente Lindon B. Jhonson.

No obstante, preciso es significar, que el desencuentro entre Duvalier y los Estados Unidos había comenzado muy temprano.

La posición oficial de los Estados Unidos era que el mandato gubernamental de Duvalier culminaba el 14 de mayo de 1961, no obstante, con base en maniobras irregulares realizadas el mismo año, justificó su permanencia para un nuevo mandato de seis años. En actitud de protesta, el Departamento de Estado llamó a su Embajador Raymond Thurston en la mañana del 17 y al día siguiente, 18 de mayo, los Estados Unidos anunciaban ruptura de relaciones diplomáticas con el régimen duvalierista.

Al producirse la ruptura de relaciones, Estados Unidos retiró la ayuda financiera al gobierno haitiano, ascendente entonces a la cifra de unos 28 millones de dólares, es decir, aproximadamente una cuarta parte de su presupuesto, lo mismo que se rehusó a brindarle asesoría y apoyo militar, disponiendo la salida de Haití de  la misión que colaboraba con su ejército.

Días, antes, específicamente el 5 de mayo de 1961-, conforme lo consigna Víctor Grimaldi: “el Consejo Nacional de Seguridad se reunió y discutió la política frente a Cuba en vista del fracaso el mes anterior en la Bahía de Cochinos. Se hizo constar en el acta de reunión lo siguiente: “se ha acordado que el grupo de trabajo sobre Cuba prepare prontamente planes de emergencia y de largo alcance para la intervención anticomunista en caso de crisis en Haití o la República Dominicana”. (Grimaldi, 1990: 77).

En la comitiva que acompañaba a Duvalier, en su primera reunión con Trujillo, previamente citada,  se encontraba un personaje temible, el cual guarda profunda relación con los incidentes diplomáticos abordados en el presente trabajo: nos referimos a Clement Barbot, jefe de la policía secreta haitiana, es decir, los “Tonton  Macoutes”, quien terminaría trabajando como espia de Trujillo, siendo encarcelado por Duvalier en 1960 y liberado, precisamente, en 1963.

A principios del mes de febrero de 1963- y antes de que Bosch retornara de su viaje al exterior, el 17 del mismo mes, el entonces  Embajador de los Estados Unidos en República Dominicana, John Bartlow Martin, visitó a Haití en compañía del Coronel Robert Heinl, jefe de la misión consejera del cuerpo de marina de los Estados Unidos y quien había sido declarado “Persona non grata” por Duvalier.

La paranoia anticomunista norteamericana se había extremado a su  máxima expresión.  Desde hacía cuatro años el caribe había devenido en el epicentro  geopolítico latinoamericano, y concitaba la atención del mundo,  tras el ascenso al poder de la revolución cubana encabezada por Fidel Castro en enero de 1959. La crisis de los misiles de octubre de 1962, a contadas millas del imperio, fue la expresión más acabada del movimiento tectónico de la guerra fría en esta zona convulsa.

En Haití, donde agitaba un fuerte movimiento opositor, también estaba latente la posibilidad de una nueva Cuba, a pesar de los desmanes y atropellos oficializados con que Duvalier perseguía, torturaba y asesinaba a sus opositores a través, especialmente, de las acciones represivas de los “Tonton  Macoutes”.

La ya  indicada hostilidad de Duvalier hacia Bosch no se detuvo en el desplante diplomático antes expuesto. Fue el mismo Bosch quien formuló pública denuncia ante la prensa, de que, desde el mes de enero de 1963, el dictador haitiano había orquestado un complot con el propósito de asesinarle.

Conforme su versión, para llevar a cabo el magnicidio, el gobierno haitiano seleccionó a Michel Brèdy, un antiguo miembro de la Política secreta haitiana, para quien en marzo del mismo año solicitó su acreditación ante el gobierno dominicano como Encargado de Negocios, pedimento que el gobierno dominicano rechazara, cuidando el debido tono diplomático, pero haciendo manifiesto a la contraparte que estaba en conocimiento  de los  aviesos propósitos que el mismo entrañaba.

A los desazonantes momentos relatados, preciso es adicionarle el hecho de que Duvalier, en lo que Bosch definiera como “reprochable provocación a la República Dominicana”, había dado acogida a cuatro sobrinos de Trujillo, procedentes de España.

I.- Primera crisis  entre Bosch y Duvalier: la violación al domicilio de nuestra Sede diplomática en Haití en abril de 1963.

Un necesario preámbulo explicativo.

Al momento de la ocurrencia de los hechos que se narran en el presente artículo, en Haití se vivían momentos de crispación e incertidumbre. Recientemente, se había develado el complot contra Duvalier, orquestado por la alta oficialidad del ejército, encabezado por su jefe,  el General Honorat y el subjefe,  Coronel Delance.

En las embajadas acreditadas en Haití, llovían a raudales las solicitudes de asilo. Consta que sòlo en la Embajada de Brasil, la noche en que el complot fue descubierto,  se asilaron    64 oficiales. En nuestra Embajada, había solicitado  asilo el Coronel Roger Álvarez, consultor jurídico del ejército, junto a su esposa e hijos, el mayor Olì  y otros oficiales y líderes políticos opositores . En total, 23 asilados.

El viernes 26 de abril de 1963, a las 7:25 a.m., el vehículo presidencial de Duvalier se detuvo en la entrada del Colegio Metodista, donde los dos hijos adolescentes del dictador, Simone, de 16 y Francois, de 14,  estaban matriculados desde hacía tres años, luego de que, por la disputa con la iglesia, con quien había roto relaciones,  fueron retirados del colegio católico donde cursaban estudios.

Cuando ambos habían entrado ya al recinto escolar y el carro presidencial, luego de dar la vuelta, se disponía a retornar por la avenida situada apenas a tres manzanas del Palacio Presidencial, se escucharon tres  ráfagas de disparos por parte de pistoleros que abrieron fuego desde un automóvil, resultando acribillados a balazos el chofer del vehículo presidencial y los dos guardaespaldas que le acompañaban.

El complot orquestado contra Duvalier, fue dirigido por Barbot, no obstante lo cual, en la concepción del tirano, solo un oficial, el más destacado experto francotirador del ejército, el teniente Francois Benoit, podía haber realizado los precisos disparos que segaron la vida a los escoltas de sus hijos.

Ante la persecución, el Teniente Benoit buscò asilo en la Embajada dominicana en Haití, dándose inicio, de este modo, al primer conflicto diplomático Bosch-Duvalier, el cual abordaremos con detalles precisos en la segunda entrega del presente trabajo.

Continuará