1.- Crecen las tensiones tras los sucesos del 23 de abril de 1963.

A raíz de los sucesos del lunes 23 de abril de 1963, con el retorno de Cantave y sus hombres a Dajabón, las tensiones entre Haití y la República Dominicana se agudizaron considerablemente.

El presidente Bosch convocó reunión de emergencia en el Palacio Nacional con los altos mandos militares. Viñas Román, ministro de las Fuerzas Armadas, declaraba que se habían producido disparos en la aduanas de Dajabón, por lo que se había decidido el envío de una misión de reconocimiento a fines de constatar sobre el terreno las incidencias de los acontecimientos.

El canciller Héctor García Godoy convocaba, al  propio tiempo, al cuerpo diplomático acreditado en el país. Conforme reseñaba la prensa, afirmó que, de determinarse una actitud deliberada en el origen de los hechos ocurridos, el gobierno dominicano actuaría con una actitud firme al tiempo de denunciar que “Dajabón ha estado recibiendo impactos de proyectiles de 50mm y ráfagas de ametralladoras”, señalando que la población civil “ha abandonado sus casas ante la amenazadora situación”.

Señalaba que “hasta ahora estamos tratando de concretizar cuál es la intención detrás de estos acontecimientos ya que, en razón de la delicada situación que existe entre la República Dominicana y la República de Haití , estos hechos revisten gravedad y podrían tener consecuencias de muy largo alcance”.

Hacía de conocimiento de la prensa que la Cancillería “ha dado instrucciones a los representantes dominicanos ante la OEA y la ONU para que informen formalmente la ocurrencia de esos hechos a los respectivos organismos, a reserva de si el desenvolvimiento de los acontecimientos y las investigaciones que el gobierno haga lo exigen, convocar en cualquier momento el órgano de consulta de la OEA que es el organismo regional competente para conocer este caso”.

Ante lo que se entendía la inminencia de un enfrentamiento bélico, el mismo día 23 sesionaba el Consejo de la OEA, constituido en órgano provisional. La tonalidad diplomática del mensaje dirigido mediante telegrama a los presidentes Bosch y Duvalier daba cuenta de la magnitud de la preocupación reinante en el seno de la Organización:

La repetición de los hechos acaecidos en las últimas semanas en la frontera haitiano-dominicana significaría un grave problema por lo cual dirigimos un llamamiento a Vuestra Excelencia con el fin de prevenir y  evitar  la realización de tales hechos y de recurrir al Consejo de la OEA que actúa en estos momentos como organismo consultivo provisional, según las prescripciones del tratado de asistencia mutua.

La comisión especial de la Organización, creada para desarrollar una labor destinada a zanjar dificultades, estaría en condiciones de trasladarse a la zona del conflicto y buscar, en cooperación con ambos gobiernos, la fórmula que devuelva y garantice la paz y las relaciones entre ambos países.

Agradecería encarecidamente  a Vuestra Excelencia reiterar los propósitos de cooperación de vuestro gobierno ofrecida a la organización regional y la aceptación de esta solicitud que le dirijo en nombre del principio de la solidaridad interamericana”.

Copia de este mensaje se enviaba, de igual manera, a la Organización de las Naciones Unidas con petición de que el mismo fuera conocido en el seno del Consejo de Seguridad.

2.- ¿Desconocía la OEA los hilos que movía Washington o actuaba con ambigüedad calculada?

A pesar de que dentro de dos años se cumplirán seis décadas de los hechos abordados en estas entregas, no es posible todavía, al día de hoy, ofrecer una respuesta cabal a la interrogante que antecede.

Y es que cuando dos días antes de producirse el derrocamiento de Bosch estallaron los conflictos en Dajabón, provocados por los hombres de Cantave, batidos en retirada junto a su líder, tras su fracaso en el propósito de derrocar mediante la lucha armada la dictadura de Duvalier, no era esta ocasión, como se señalara anteriormente, la primera  en que tales aprestos se producían.

¿Con quiénes se entendieron entonces los altos  militares dominicanos para proteger a Cantave y sus hombres y a cambio de cuáles canonjías? Es algo que permanece aún en las penumbras del misterio; incógnita que sólo podrá ser despejada cuando se disponga plenamente de la información desclasificada que reposa en los archivos norteamericanos respecto a tales acontecimientos.

Pero lo cierto es, y así lo sostienen Al Burt y Bernard Diederich en su importante libro ya citado, que lo ocurrido en vísperas del golpe no era más que el cuarto fracasado intento de Cantave y sus hombres por lograr su objetivo de enfrentar a Duvalier desde suelo dominicano.

Como ya se apuntara anteriormente, a principios de julio de 1963 instaló su campo de entrenamiento con setenta hombres a apenas 12 kilómetros de Santo Domingo, en Sierra Prieta, próximo a Villa Mella, junto a su lugarteniente, el coronel Raúl León.

En la ocasión, Bosch, al enterarse, ordena a los mandos militares la disolución del campamento, pero una semana después, como señalan los autores ya citados, y el propio Bosch reconocería después, estaba reanudando sus actividades.

Entre tanto, la comisión investigadora de la OEA rendía en Washington un informe recomendando a Haití la observancia del principio de “respeto a los derechos humanos” al tiempo que dejaba establecidos los innegables nexos existentes entre el desconocimiento del respeto a la dignidad humana y el tenso clima de violencia y terror que se vivía en Haití bajo el régimen tiránico de Duvalier.

Cantave, siempre protegido por los militares dominicanos, penetró a territorio haitiano, vía Manzanillo, el 5 de agosto y lo intenta de nuevo el 16 de agosto de  1963, resultando nuevamente fallidos ambos intentos.

Bosch destacaba en sus discursos de finales de septiembre de 1970 que una prueba no escrita de que las operaciones de Cantave contaban con el apoyo norteamericano, es el hecho de que el  3 de agosto de 1963 el Departamento de Estado hizo oficial la decisión de suprimir todos los programas de ayuda que Estados Unidos mantenía vigentes, los cuales había suspendido desde el mes de junio de 1962. Como señalaran al respecto Burt y Diederich, los únicos dos programas que al momento subsistieron fueron: “… la lucha contra la malaria y la distribución de víveres a los hambrientos”. (Op. Cit, pàg. 243).

Un encendido debate diplomático se produce entonces en el seno de la OEA. De un lado el canciller haitiano, Rene Chalmers, acusaba a la República Dominicana y al gobierno de Bosch de “ser los culpables de las agresiones del 5 y el 15 de agosto”, lo que a su juicio constituía una agresión indirecta en base a la cual solicitaba a la OEA la designación de una Comisión que procediera a supervisar la frontera con el propósito de evitar que los rebeldes intentaran de nuevo una insurrección contra el régimen.

De su lado, nuestro embajador ante la OEA, Arturo Calventi, ripostaba y desmentía los argumentos del canciller Chalmers, al afirmar que tales declaraciones provenían de una  “…dictadura que ha violado todos los principios fundamentales que rigen las relaciones interamericanas, por lo que está muy poco capacitada para acusar a los demás”.

3.- Bosch acusó directamente al embajador John Bartlow Martin de estar detrás de las operaciones de Cantave.

Cuando a finales de septiembre de 1970 el expresidente Bosch se refirió con detalles a las que, según sus datos, fueron las causas y los responsables del golpe, acusó públicamente tanto a los agregados militares norteamericanos como al embajador John Bartlow Martin de estar detrás de las operaciones del general Cantave, prohijadas por la CIA, para derrocar a Duvalier.

Al respecto afirmaba:

Lo que se sabía en Puerto Príncipe lo sabían aquí los agregados militares  de los Estados Unidos y lo sabía el embajador norteamericano John Bartlow Martin, que después de la intervención de su país en el nuestro escribió un libro enorme lleno de mentiras destinadas a ocultar su papel en esos hechos; pero no lo sabía el Presidente de la República”. Esa vez no apareció un haitiano que me informara de lo que estaba sucediendo, porque los responsables del engaño habían tomado todas las medidas para que yo no supiera la verdad”.

Más adelante, refería sobre el papel de Martin:

Es más, el embajador Martin vino a verme- recuerdo que era de noche- y cuando le pregunté de dónde creía él que habían salido las fuerzas que estaban atacando Haití me respondió que creía que de Venezuela, a lo que yo le respondí con una pregunta, que fue esta:

“ Es que en la Florida hay algún lugar que se llame Venezuela?”.

La Florida, como ustedes saben, es territorio norteamericano, un estado de los Estados Unidos, que es lo mismo que si dijéramos una provincia. El Embajador Martin era- y debe seguir siéndolo- un hombre sin sentido del humor, y sin embargo al oírme se echó a reír. Ahora, cuando sé la verdad, me doy cuenta de que se reía porque le resultaba gracioso engañar al presidente del país ante el cual él representaba al presidente del suyo. Sólo que John Bartlow Martin, como les sucede a tantos en el mundo, no alcanzaba a darse cuenta de que a menudo el que cree que engaña a los demás está engañándose a sí mismo, y que en una actividad tan complicada como es la política, por el camino del engaño se llega indefectiblemente a la tragedia, como iba a suceder en la República Dominicana, para desgracia de John Bartlow Martin y de su país”.

4.- El final de la operación Cantave

Después de los incidentes de Dajabón, y tras materializarse el golpe de Estado contra Bosch, dos camiones cargados de prisioneros, reducida cantidad de los hombres de Cantave que aún permanecían a su lado, fueron enviados al recinto donde estaba ubicado el manicomio de Nigua. A Cantave, después de unos días de prisión, se le permitió  salir del país el 18 de octubre de 1963.

Parte de ellos llegaron a los Estados Unidos, especialmente los pertenecientes al grupo Jeune Haití, desde donde continuaron recibiendo la ayuda que le proporcionaba la Agencia Central de Inteligencia y fueron enviados a entrenarse en tácticas de guerrilla  a un campamento a Carolina del Norte con el propósito de ser reintroducidos en Haití en grupos de cinco.

Allí se encontraban en noviembre de 1963 cuando se produjo el inesperado magnicidio del Presidente Kennedy que echaría por tierra todos sus planes y de paso aseguraría por dos décadas más la perpetuación del poder del dictador Francois Duvalier.

Se iniciaba así, la nueva línea de actuación de la política exterior de Johnson hacia la región, definida bajo los términos “Don’t rock the boat”, es decir, “no hacer cabecear el barco”, o lo que es lo mismo: “no cambiemos nada”, pues la verdadera amenaza en plena guerra fría, en perspectiva norteamericana, no eran tanto los dictadores de derecha, como el expansionismo soviético que tras la crisis de los misiles de octubre de 1962 mostró la fortaleza de sus músculos en nuestro  hemisferio.

5.-Las relaciones diplomáticas de República y Haití se reanudan durante el triunvirato.

Luego de la gestiones conciliatorias que realizara al efecto la comisión mediadora de la OEA integrada por los embajadores Rodrigo Jácome Moscoso, de Ecuador, y Manuel Trucco, ex embajador de Chile, el gobierno dominicano anunciaría el 13 de diciembre de 1964 haber arribado a acuerdos que muy pronto permitirían  reanudar sus relaciones diplomáticas con Haití, aproximadamente un año y ocho meses después de la ruptura de las mismas.

Para el momento, sólo estaba pendiente de cumplirse, para arribar a la solución definitiva de la crisis,  el caso de 11 familiares y allegados a los Trujillo, entre ellos el ex jefe de la policía Luis Arzeno Colón,  que esperaban visado para trasladarse a Jamaica y las Bahamas y el otorgamiento de salvoconductos a asilados haitianos en embajadas en Haití, entre tanto el gobierno del Triunvirato se había comprometido a disponer la salida del país de siete exiliados haitianos, que conspiraban contra Duvalier.

Orondo, ante la Asamblea General de Naciones Unidas, el canciller Chalmers, ya envalentonado por el apoyo de Johnson al régimen dictatorial,  no tendría empacho en declarar que el gobierno de Duvalier “ha establecido en el país un profundo respeto a la autoridad…que la nación haitiana ha investido al presidente François Duvalier con poderes absolutos para resolver los problemas sociales y económicos…su gobierno es al mismo tiempo un programa y una senda de salvación”.