Durante la celebración del cincuenta aniversario de la creación de la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD) los candidatos presidenciales de los dos partidos mayoritarios pronunciaron sendos discursos enmarcados en temas de interés para el empresariado nacional. Esta limitación, a mi modo de ver, le restó creatividad a las propuestas de política económica de cada uno de los candidatos.
De todas maneras cabe felicitar a la directiva de la AIRD ya que pudo reunir en el mismo escenario a ambos candidatos, lo que parecía lejano, y conocer sus políticas en un futuro gobierno.
Tanto el candidato oficial Danilo Medina como Hipólito Mejía candidato del principal partido opositor, reconocieron en sus exposiciones que la pobreza y la desigualdad son los problemas fundamentales de la sociedad dominicana. Coinciden en señalar que ofrecer servicios de educación de mayor calidad así como servicios de salud son indispensables para superar la calamitosa situación de los dominicanos luego de siete años de estabilidad macroeconómica.
Ambos se comprometieron con el cumplimiento de la ley de educación que consigna un 4% del PIB para ese sector, pero sujetaron el cumplimiento de ese objetivo a la determinación de un plan concreto para gastar eficiente y eficazmente esos recursos en el sector educativo. Coinciden también en una nueva y necesaria reforma tributaria integral; el señor Medina propone para esa reforma un pacto social con los sectores económicos mientras que Mejía propone un pacto con todos los sectores nacionales, lo que resulta más consistente con una sociedad organizada democráticamente en la que el Gobierno sirve igualitariamente a todos los sectores de la sociedad; además Mejía adicionalmente prometió eliminar el despilfarro y focalizar los subsidios.
Asimismo, ambos candidatos se comprometieron a mejorar la calidad del gasto público, a reducir el déficit fiscal, a reducir la inflación y mantener la estabilidad macroeconómica, solo que Mejía apuntó que la estabilidad no sería estrictamente del mercado cambiario sino que además equilibraría los déficits de la balanza corriente y las cuentas fiscales. Esta observación es de gran importancia ya que distingue entre una estabilidad macroeconómica incompleta aplicada por la presente administración, de una estabilidad que incluya tanto los equilibrios interno como el externo.
Los discursos de los señores Medina y Mejía se separan en forma sustancial al momento de evaluar el modelo de desarrollo económico que desean para el país. Aunque ninguno define el nuevo modelo, en el discurso de Mejía aparecen pinceladas gruesas del mismo; como por ejemplo aumentar el ahorro interno, es decir reducción del excesivo consumo —financiar la inversión con una proporción mayor de recursos internos—. Estas propuestas significan mayor producción interna (sustituciones de importaciones) y promoción de las exportaciones a través del incremento de la productividad de los sectores tradicionales que conforman el aparato productivo nacional, lo que mejoraría el desequilibrio externo y contribuiría a una estabilidad macroeconómica armónica y sostenible.
Mientras que el candidato oficial sostiene que "…Para nosotros el endeudamiento es una herramienta que predominantemente deberá ser usada para incrementar la base del capital…" , Discurso de Danilo Medina en la AIRD, página 21. Esta afirmación se contradice con su política cambiaria que establece que "La estabilidad y fortaleza de la moneda estarán sustentadas en la acumulación de divisas que deben ser generadas por los sectores productivos, y no en el incremento de los pasivos internacionales [endeudamiento]" página 26.
Pero el endeudamiento externo aumentaría la acumulación de reservas internacionales, fortaleciendo el peso dominicano y encareciendo las exportaciones dominicanas, lo cual es contrario a la estrategia de promoción de exportaciones que propone el candidato oficial. El endeudamiento público como herramienta de financiamiento de antemano anuncia el mantenimiento de déficits equivalentes al monto de la deuda contratada; por lo que persistirían los desequilibrios internos, externos o ambos, poniendo en duda la propuesta de reducción del gasto público, de mejorar la calidad del gasto del gobierno y de estimular un crecimiento económico liderado por el sector privado.
Estamos en frente de dos discursos con similitudes y diferencias. El discurso del candidato oficial atrapado en la validación del endeudamiento y la promoción de los desequilibrios internos y externos con estabilidad macroeconómica, impedido políticamente de decir lo que está mal y de promover lo que está bien. Mientras que el discurso opositor, más libre, propone líneas de políticas públicas interesantes que promueven las exportaciones de los sectores de mayor absorción de mano de obra y estimula la producción interna a través de sustituir las importaciones en un marco macroeconómico coherente.