Siempre me gustó leer y de niño vivía de manera semi bárbara, sin manera de conseguir libros, leí la Biblia de cabo a rabo. Recuerdo que no sentía ningún fervor religioso, sí sentía que leía un libro de aventuras, con sangre, desiertos, diluvio, donde la civilización más avanzada trataba a las mujeres como animales y a los animales como mujeres, un paraíso republicano gringo (eso lo pensé después).

Una historia del Cristianismo que el apóstol Flaubert relató y me causó gran impresión es la del rey Herodes, Juan El Bautista, y un dúo dinámico compuesto por una doña bien malvada, que muy bien pudo ser el modelo para Lady Macbeth, y su hija Salomé, que debía tener de 13 a 15 años. Una ficción típica religiosa, hay cuernos, un hombre atronao preso, mucha vagabundería, la esposa de un hermano que se fue con otro hermano en un burro, o tal vez no, un desorden de hombres miserables con una fiesta en Palacio por un cumpleaños o por una lapidación. Lo que sí importa es que en esta fiesta Salomé bailó el baile de los 7 velos, o algo así, y parece que se encueró y enseñó el toto púber porque Herodes se volvió loco y le dijo que pidiera cualquier cosa, cualquier cosa, y él se la daba.

Aquí recuerdo que hice una pausa, fui y bebí agua mientras imaginaba qué iría a pedir la teenager stripper, seguro que en esa terrible época existía alguna joya famosa, el Diamante Esmeralda; tal vez un palacete de oro en la playa, etc.

“Quiero la cabeza de Juan El Bautista,” musitó, sin pestañear, la teenager Salomé.

Como los griegos escribieron sobre todo, la historia de Perseo tiene un episodio que envuelve el lunático requerimiento de una cabeza. La historia es más fantástica con sandalias aladas, escudo espejo y una cabeza con serpientes vivas en lugar de cabellos. Esta historia no menciona fiesta, pero sí hay un rey que llama al mozalbete Perseo al palacio y le dice que se va a casar con una mujer muy elegante y exigente y que el único regalo que él cree que puede gustarle a esa princesa exquisita es la cabeza de Medusa y, he aquí el problema, que como Perseo llegó muerto de hambre a su reino y le dieron de todo debería ofrecerse de voluntario para el traque.

De las dos cabezas me quedo con la griega. No me convence un rey al que una desaprensiva menor le pide la cabeza de un loco inocente que vocea castigos eternos (los de ahora usan megáfono) y que no diga inmediatamente: “Ah pero eta muchacha ta loca de remate.” En la griega se sabe que en ese palacio corrió el murmullo de “Se jodió Perseo”, que todos sabían muy bien que era simplemente la voluntad del rey crear esta excusa para quitarlo del medio. También es posible que Herodes haya usado el circo de la teenager stripper para quitar del medio a Juan El Bautista, verbigracia:

"El rey estaba notablemente muy molesto, pero no así con sus invitados, él dijo:

'Entonces ahora cada vez que uno mencione a Juan uno tiene que agregar El Bautista, jum'".

Mateo 12:33am