La "Coquí Grocery Store" es atendida por dos hermanos boricuas, asistidos por un utility mexicano. De más está decir que el mexicano no tiene greencard y que las condiciones de trabajo son un chin chin mejores que las de un esclavo ayudante de albañil en la construcción de cualquiera de las pirámides, ya sea egipcia, ya sea azteca. No tiene días libres ni mucho menos Seguro Médico, entra a las 11 de la mañana hasta el cierre, alrededor de la medianoche. Aquí hay un apropiado uso del término Utility, Utilitario, como un Bugs Bunny tercermundista juega todas las bases: carga cajas; limpia pisos, vitrinas y ventanas; busca fundas de hielo; tumba con una vara plástica papeles higiénicos muy altos; vigila que los palomos no roben golosinas; saca crackheads sin dinero; hace sandwichs con jamón de pavo; ayuda doñas en la selección de aguacates buenos para comer de una vez; en fin, indispensable, deberían promoverlo a Cajero. No me gusta mucho ir a esta bodega. Ellos son unas personas very very nice nene pero siempre me toca el turno del hermano lento en la Caja. Siempre hay una fila larga. Siempre se hace un lío con el cambio. Siempre cobra de más. Para mí que bebe Hennessy.

—Bueno mister son twelve con venticinco.
—No, no puede ser.
—Bueno mister let me sumar again.

Los guanajos elegidos por Fortuna (esos que han descubierto la forma de vivir sin dar un golpe y que solo desean no ser requeridos para ninguna encomienda) esperan en el limbo para comprar un cigarro dutch, volver a un sótano, enrolar una kriptonita y continuar jugando Call of Duty, la Llamada del Deber; de vez en cuando suspiran hondamente cambiando el peso del poco usado cuerpo de pie a pie.

—Bueno mister son seven con venticinco.
—No, todavía e mucho.
—Bueno mister let me sumar again. Look nene, no me abra la yuca que then you have to comprarla nene.

Todos en la fila se prometen no volver a esta bodega, la primavera ya corre por Morris Park, y este bípedo sin plumas no puede, con la ayuda de una calculadora, sumar correctamente una tarjeta de llamada de dos dólares, un twix y una cocacola. Pero uno sale del tren, es la primera bodega camino a casa, y como un borrego entra uno esperando un milagro.

—Bueno mister son five con venticinco.
—Bueno.

La "Baní Mini Market" está del otro lao, es atendida por una familia bodeguera dominicana: papá bodeguero, hijo mayor bodeguero, hijo del medio bodeguero, hijo menor bodeguero, hija bodeguera, tíos y primos bodegueros. Esta bodega tiene el segmento femenino del barrio y el de los viejitos. Es mi favorita. La fila se mueve rápido y casi siempre tienen un tema dominicano saltando alegremente como una pelota de playa en la nieve. Papá bodeguero es un filósofo nato, de la escuela cínica, sus aforismos tocan cualquier vaina:

"Año Nuevo y yo trabajando, el bodeguero no es gente".
"Vladimir Guerrero y David Ortiz son de Nizao, parece que de ese pueblo nada más salen negros".
"Comer habichuelas con dulces en Semana Santa es una costumbre de países pobres".
"Aunque ya estén en la cama, si la mujer por H o por R se echa paratrás, y no quiere, seguir fuñendo es violación, aunque uno esté borracho".

La hija bodeguera aparece de viernes a domingo, como a las 8 de la noche. En verano se puede apreciar que sufre de un leve vitiligo, en el hombro derecho, en los codos, en el antebrazo izquierdo y en ambos meñiques. En primavera su melena cambia de negra a marrón. Te mira, no te mira, abre brevemente la boca, te enseña su lengua roja. Suma 20 artículos en un 2 por 3. Por suerte para la vida práctica no se parece en nada a una musa de Godard (nunca le ha pasao por la cabeza si colocar el adjetivo delante o detrás de la palabra le cambia el significado), tal vez comparte el deseo de tener un bebé. Una fémina es una fémina.