En el segundo aniversario del gobierno del presidente Danilo Medina, me estoy haciendo las ineludibles preguntas de ¿Qué ha cambiado? ¿Cuáles cosas positivas puedo enumerar de esas tantas cacareadas en estos dos años de gestión danilista? ¿Se vive mejor, algún aliento, alguna muestra de bienestar y desarrollo común a todos los dominicanos, para todos los dominicanos, en favor de?…
Yo creo que seguimos en las mismas (esperando que esto no suene a mezquindad, a crítica por criticar, a marasmo opositor cualquiera). Si bien existe un lavado de cara en la forma de ejercer el poder, en la manera de las aproximaciones del gobernante para con el pueblo, cierto es que no se ve aliento; ni en lo social, ni en lo económico, mucho menos en las cuestiones básicas como los servicios, la salud, la alimentación, el acceso al mercado laboral, en fin, a la dignidad en sí con todas sus vertientes o posibilidades.
Como presidente, Danilo Medina parece estar en una constante huida o culebreo. Su llegada al poder se debió a los acuerdos alcanzados en las entrañas de su propio partido. No había que ser adivino para comprender la camisa de once varas en la que se metió para poder alcanzar la primera magistratura del gobierno; ceder ante la imposición leonelista de Margarita Cedeño de Fernández, como vice en aquellas elecciones, además de hacerse de la vista gorda ante los escandalosos abusos y corruptela del pasado gobierno, manteniendo además, en forma casi intacta a la eterna francachela palaciega del comité central en las posiciones de mando.
Lo más arriesgado que ha dicho o hecho Danilo Medina, ocurrió en la ocasión cuando hablando ante el “cangrejo” nacional dominicano se refirió con potestad nacional, al asunto de la Barrick Gold (cosa que todos aplaudimos, pero que hasta la fecha, desconocemos que sucedió con los acuerdos aquellos del moche/moche que dizque renegoció el leonino contrato firmado entre el anterior gobernante Leonel Fernández y los ejecutivos de la saqueadora canadiense enclavados en el país). -Es necesario recordar el nuevo “borrón y cuenta nueva” anunciado por Danilo, una vez tomó las riendas del estado.-
Cuando llegó este gobierno, igual recibimos nuevos e injustos impuestos para con ellos pagar todas las clases de fraudes, abusos, triquiñuelas de los que llegaban y de los que se mantienen en la cresta del poder mientras aspiran (las fuerzas armadas y el servicio exterior dominicano, fuentes inagotables de vergüenza y hazmerreir, apenas han sido tocadas con una u otra modificación pastoril en la manada).
Los líos con la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional de la República Dominicana, reflejaron cuan desarrapados andamos en materia humana, legal, de soberanía y justicia. Un punto a favor de la gestión danilista es que, al verse obligado a parar y enfrentar los cuernos del toro jugó, con y sin estrategia, el reto del encierro; saliendo del ruedo con ciertos moretones, pero intacto para la cotidianidad de las cosas.
Es más que evidente que, para funcionarios y demás alcahuetes autorizados, el país sigue siendo la res-publica del ordeñe: la corrupción de igual (viento en popa) aunque con menor dosis de ostentación y petulancia por parte de los involucrados. El esquema “roberir” ha adquirido un perfil bajo que tantea con menos exhibicionismo, con menor exposición acusatoria, al agotado bolsillo de los pobres. -Sin dudas que en el renglón de la corrupción y el síndrome de lo impune, el gobierno de Danilo Medina saca la má baja nota de las posibles.-
Quedan dos años más de esta gestión danilista (el PLD pretende gobernar hasta el 2044 como mínimo). -Pobre de mi pueblo en un escenario tan desgraciadamente funesto de partiduchos bisagras y partidazos a tiros y pedradas.- Para mí no sería sorpresa otra modificación al embeleco que es la carta magna: Danilo re-postulándose, en contra de un Leonel con cachucha colorada.