En estos días hemos tenido muchos acontecimientos y me ha llamado poderosamente a la atención la conducta humana para con cada uno de estos eventos. Me refiero a las  realidades  atmosféricas  que durante la semana se han presentado, muchas personas se preparan comprando provisiones, otras personas entre cosas y cosas oraron a Dios para su intersección, luego del pronóstico varias  conductas aparecen a flor de piel, los analistas que encuentran una explicación divina a la realidad, otros que la encuentran en la naturaleza misma y los que viven la cruda realidad del embate del clima.

También aparecen los que desencantados entienden que no ha sucedido nada, quizás porque no han vivido la cruda realidad de que su casita se fuera con la lluvia o el viento. Y otros que insisten en llamar a la atención de que no es preciso  creer en que la divinidad ha actuado, pues es la naturaleza la que hace y deja de hacer.

Todo esto me pone a pensar en la complejidad de la naturaleza humana y al mismo tiempo que me hago la pregunta: dónde radica la grandeza del ser humano?

Sin duda, los humanos somos los seres más frágiles de la creación, cualquier animalito o insecto una vez nace se hace independiente y puede vivir por sí solo, sin embargo, los humanos se piensa que están listos a la edad de dieciocho años, mas a decir verdad, no ha llegado del todo la madurez a su vida.

En cuanto a la fuerza humana queda más claro que la fragilidad es la eterna compañera, y eso pude observarlo muy conscientemente durante esta semana. Entonces cuando nos hacemos conscientes de que somos y contenemos tanta pequeñez es un paso que nos conduce hacia la fortaleza y la grandeza. Un fenómeno enorme de la naturaleza nos pone en vilo, la tierra se mueve y nos pone en riesgo, las lluvias y los vientos se desbordan y también nuestra vida se pone en riesgo, hasta un mosquito que nos pique  nos pone en riesgo, en conclusión somos muy vulnerables, por más que los humanos hagan creaciones inmensas para cubrir y defendernos de la naturaleza y de los imperios, la fragilidad es nuestra compañera.

Dónde radica la grandeza humana? 

El pueblo de Israel supo hacer de su historia una historia de salvación porque aprendió a ver la divinidad en cada acontecimiento de su cotidianidad. Así, cuando las personas en nuestra fragilidad no tenemos respuesta lógica necesitamos  un milagro y acudimos  a lo sagrado y es que esto es parte de lo que Mircea  Eliade llama el hecho religioso, que no es más que esa necesidad que tenemos de la trascendencia, de sabernos conectados a alguien mayor que nosotros, no importa si pertenecemos a una religión o no. Entonces no es fanatismo, es parte de la condición humana, y es parte también del sabernos pequeños.

La grandeza empieza a surgir cuando empezamos a conocer como lo dice Pablo en su carta  de 2Corintios12:10 “Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” que la fragilidad es compañera de trayectoria. Somos fuertes cuando aceptamos lo frágil de nuestro ser. Ser consciente de ello nos posiciona en niveles de  humanidad sorprendentes, pues sale la altura de nuestro ser, se bajan los egos y la compasión se hace presente, la solidaridad aflora, la comprensión del otro ser humano también aparece.

Algunos filósofos sostienen que la grandeza humana se refleja a través de los ojos, de tal modo que si alguien va a hacer daño a otra persona y le mira a los ojos no le haría daño,  pues es su propia alma que está mirando. La fortaleza radica en mirar desde lo que realmente tiene sentido y desde ahí trascendemos y nos hacemos grandes.

La fortaleza está también en:

Los niveles de conciencia  a los que nos vamos elevando cada día.

Cuando los niveles de criticidad, de educación y  el sistema de valores se abren paso en nuestro accionar.

Cuando podemos ver la vida unida a todo, y  hacemos una mirada completa donde somos uno y al no separar cuidamos y nos expandimos con igual valoración.

Todo esto, porque cuando somos frágiles, entonces somos fuerte.