Donald Trump no tiene ninguna posibilidad de ser Presidente de los Estados Unidos. Solo alguien que ignore por completo como es que, estructuralmente, funciona el sistema electoral americano así como cuál es la realidad demográfica estadounidense, puede pensar que este personaje ganaría unas elecciones presidenciales. A continuación cuatro puntos que lo explican:

1. Una cosa es ganar una primaria republicana, donde se necesita aglutinar el voto conservador de la clase trabajadora blanca del Estados Unidos profundo, que es el sector que mayoritariamente se moviliza a votar en esas primarias, y otra muy distinta es ganar votantes de todo Estados Unidos en un evento electoral general. Por esta razón es que los candidatos republicanos son muy conservadores en el contexto primarista y luego en la campaña presidencial cambian de ropaje moviéndose hacia posiciones centristas, moderadas y que apelan al voto de las minorías (negros, latinos, asiáticos, gais, musulmanes, etc.) que juntas hacen casi una mayoría y al de los blancos moderados.   

2. Para ser Presidente de Estados Unidos hay que contar con el decisivo voto latino que tiende a ser demócrata a razón de casi 2 a 1. Y los temas que mueven a los votantes latinos son inmigración, trabajos para la clase media y políticas sociales. Temas en los que el señor Trump está en las antípodas de este sector.

3. Al Presidente norteamericano lo eligen delegados de los estados; cada estado tiene una cantidad de delegados que es la suma de sus representantes (de acuerdo a su población) y dos senadores en el Congreso (cada uno de los 50 estados tiene dos senadores). En la elección presidencial existe el llamado Winner Take All, lo que quiere decir que el candidato que gane en un estado (aunque sea por un voto) gana todos los delegados de ese estado. Entonces, a nivel de la elección presidencial hay un puñado de estados que son los que en el contexto de ese sistema deciden básicamente la elección porque los demás estados son invariablemente republicanos o demócratas; como Texas que es siempre republicano o California demócrata, y a causa de esto los candidatos prácticamente ni hacen campaña en esas plazas. Los estados clave son: Ohio, Virginia, Florida, Michigan, Carolina del Norte, Pennsylvania, Colorado, Wisconsin, Indiana y otros pocos. Estos estados tienden irse a uno u otro lado de acuerdo a quién sea el candidato y determinadas coyunturas. Sucede que en esos estados el voto latino y negro, contrario a la fragmentación del voto blanco, es en bloque y en los últimos dos comicios –lo será aún más en las próximas elecciones- fue el que llevó al afroamericano Barack Obama a la Casa Blanca. Por tanto, si no se convence a ese votante latino y negro de los estados clave, nadie puede convertirse en Presidente de los Estados Unidos. Trump jamás ganará ese voto con su discurso abiertamente racista y anti-latino.

4. Hasta ahora, el techo de electoral de Donald Trump ha ido del 35 al 40%, lo cual quiere decir que alrededor del 60% de los mismos votantes republicanos no lo quieren como su candidato. Se ha mantenido ganando a causa de que entre los otros candidatos se reparten ese 60%; cosa que sería muy distinta si la primaria fuese solo entre él y otro candidato. De seguro estuviera ya casi derrotado de haber sido así. De suerte que, más allá de lo que suceda este martes, hay que ver cómo le va en el momento en que tenga un solo competidor.

En fin, Donald Trump puede que gane la primaria republicana; con esos americanos blancos racistas y enojados que se están movilizando en esos comicios, todo es posible porque no es racional el asunto. Pero de ahí a que pueda ganar la elección presidencial de noviembre hay un trecho que va de Nueva York a las playas de Oceanía…Trump, en el contexto electoral y demográfico estadounidense existente, con su discurso extremista y racista, por la realidad que acabamos de ver así como otros factores, nunca será Presidente. Por consiguiente, si gana la primaria republicana, es simple y llanamente un suicidio de los republicanos y seguirán los demócratas mandando en la Casa Blanca.