¿Cómo pudo Donald Trump ganar las elecciones en los Estados Unidos? Es la pregunta que hacen políticos, académicos, comediantes, periodistas y gran parte de la población estadounidense. Trump no era miembro ni del partido demócrata ni del Republicano. Su discurso “anti-establisment” dirigido a los obreros blancos desplazados por la automatización y la globalización de la economía, es incongruente con su propia pertenencia a la élite económica y el alarde que hace de su estilo de vida y su riqueza.
Su moralidad expresada en privar a la mujer del derecho a decidir sobre la interrupción de un embarazo (el aborto fue legalizado en los Estados Unidos desde 1973, por plazos, no por causales), contradice otros principios morales de los evangélicos blancos y los católicos que lo eligieron. Ambos consideran adulterio unas segundas nupcias, y el papa dijo, refiriéndose a Trump que un hombre que construyera muros no podía ser cristiano. Pero contrario a las predicciones de su fracaso, ¡Donald Trump ganó las elecciones! Desde que asumió la presidencia demostró que tenía la intención de cumplir sus promesas de campaña.
Es indudable, que demócratas y republicanos ignoraron la fuerza del populismo, expresado por el movimiento del “Tea Party “. Este movimiento fue azuzado por el odio que suscitó la ocupación de la Casa Blanca por un hombre de color, y que coincidió con la teoría conspirativa de Donald Trump, el magnate de la industria internacional inmobiliaria de hoteles y casinos, y estrella de la televisión en tiempo real.
Trump inició la campaña para invalidar a Barack Obama mucho antes de que fuese candidato. Usó los medios de comunicación para declarar que Barack Obama no había nacido en los Estados Unidos, razón por la cual era un presidente inconstitucional. No cesó en sus ataques hasta que Obama presentó su acta de nacimiento. Nació el día 4 de agosto de 1961 en el Kapiolani Medical Center de Honolulu, Hawái. La presentación pública de su acta de nacimiento puso fin a la teoría conspirativa de Donald Trump; quién nunca se excusó por propagar una mentira.
Para los adversarios de Trump, sus promesas de campaña para hacer a “América great again”, eran solo eso, promesas sin planes concretos. Nadie fuera de su círculo esperaba que el día después de ser juramentado, tenía preparado los documentos que firmó como decretos ejecutivos para concretizarlos. Estos decretos, han dado lugar a la mayor protesta de mujeres conocida en los Estados Unidos. Las mujeres no solo tomaron las calles de Washington, sino todas las ciudades importantes de los Estados Unidos y del mundo. Y no era para menos. Trump no solo anunció privar a la mujer de sus derechos reproductivos sino que mostró su desprecio a la mujer antes y durante toda la campaña.
En julio de 2016, The Washington Post y NBC News publicaron un video de 2005 en el que Trump, conversando con Billy Bush, presentador del show Access Hollywood, alardeó de poder “agarrar” por los genitales a las mujeres debido a que él es famoso. Sus insultos a las mujeres ha incluido a políticas, periodistas, y actrices. Uno de los más notorios fue dirigido a la periodista de Fox News, Megyn Kelly, quien le cuestionaba durante un debate sobre los adjetivos que usaba para describir a las mujeres, como “puercas gordas” y “perras”. Trump se refirió a que Megyn Kelly le atacaba, diciendo que “le sale sangre de su…‘lo que sea’”. Por esto, y muchos otros casos de mujeres que públicamente declararon haber sido sexualmente acosadas por Donald Trump, así como su promesa de criminalizar el aborto, no nos debe extrañar que a pocos días de su juramentación en las principales ciudades de los Estados Unidos y del mundo, las mujeres marcharan para protestar en su contra.
Aunque Trump no puede cambiar las leyes que protegen el aborto por plazos en los Estados Unidos, si puede tomar medidas para limitarlo en los países pobres que reciben ayuda internacional. Ya emitió una orden para cortar fondos a instituciones extranjeras que practiquen el aborto o lo aconsejen. A nivel estatal, su posición es secundada buscando formas de obstaculizar el aborto y quitar recursos estatales a Plan Parenthood, a pesar que esta institución no usa dinero del estado para hacer abortos, y sus clínicas cubren todas las actividades relativas a la salud sexual y reproductiva de la mujer.
En los últimos cuatro años, más de 200 legislaciones han pasado a nivel estatal para obstaculizar el acceso de las mujeres que quieren interrumpir un embarazo a los servicios de salud. Louisiana, Mississippi, Kansas, Oklahoma y Arkansas son los estados líderes en imponer restricciones. Se trata de legisladores Republicanos que han logrado mayoría en legislaturas estatales. Actúan bajo el supuesto, que al dificultar el acceso (no pueden prohibirlo por Ley) las mujeres optarán por no hacerlo; contrario a toda evidencia. (Ver articulo del NYT, https://www.nytimes.com/2015/05/09/us/politics/state-legislatures-put-up-flurry-of-roadblocks-to-abortion.html).
Po esta razón he escuchado republicanas afirmar que Dios ha puesto a Trump en la presidencia. Pero en el fondo, ninguna de estas leyes contribuirá a disminuir los abortos ni a mejorar la salud sexual y reproductiva de las mujeres, como hipócritamente argumentan las personas que desean criminalizarlo. Por eso la lucha de las mujeres es por mantener el aborto legal. Cuando se criminaliza, los abortos inseguros acaban con el feto y con la vida misma de la mujer; desproporcionalmente matando a las mujeres de pocos recursos.
La intención de demoler la muralla que separa al Estado y las religiones desde los orígenes de los Estados Unidos de América, no solo se visibiliza en negar a la mujer sus derechos por consideraciones de carácter religioso. Se extiende además a intentar legislar para permitir el uso del púlpito para incidir en las elecciones. El día 2 de febrero, durante el “National Prayer Breakfast”, Trump anunció a los religiosos que “totalmente destruiría” lo que se conoce como el “Johnson Amendment”. Se trata de una enmienda en el código de impuestos introducida por Lyndon B. Johnson, cuando era senador en 1954 y ratificada por el Congreso.
La Enmienda Johnson es de suma importancia por estar ligada a la Primera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos. Esta fue redactada en el año 1787 y ratificada efectivamente en diciembre 15, 1791, por una Carta de Derechos (Bill of Rights) que contiene 10 enmiendas. Agrego cono nota, que entre todos los países con constituciones, la estadounidense es la que menos se ha reformado, contrario a la dominicana, que ha sido la más reformada; avalado por un estudio cuyos datos presenté en un artículo anterior.
La primera enmienda a la Constitución estadounidense, garantiza la separación del Estado de las religiones, la libertad religiosa, la libertad de expresión oral o escrita, y el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y a reclamar agravios al gobierno. Su traducción oficial dice:
Enmienda I: El Congreso no hará ley alguna por la que adopte una religión como oficial del Estado o se prohíba practicarla libremente, o que coarte la libertad de palabra o de imprenta, o el derecho del pueblo para reunirse pacíficamente y para pedir al gobierno la reparación de agravios.
La Enmienda Johnson es una provisión en el Código de impuestos, que prohíbe a las organizaciones exentas del pago de impuesto a abiertamente apoyar a candidatos políticos. Estas organizaciones, identificadas en la sección 501© (3), “tienen absolutamente prohibido directa o indirectamente participar o intervenir en campañas políticas para apoyar (u oponerse) a personas candidatas para ser electas a cargos públicos”, (mi traducción).
Una búsqueda en google revela como líderes de la derecha religiosa en los últimos años han buscado obliterar la enmienda Johnson bajo el argumento que los pastores deben poder usar el púlpito para apoyar candidatos políticos sin perder el privilegio de no pagar impuestos. El hecho de no poder hacerlo, según ellos, infringe en el derecho a la libertad religiosa. Randall Balmer, director del Departamento de Religión de Dartmouth College, escribió un ensayo en el Los Angeles Times, calificando este argumento the “utter nonsense” (absurdo total).
Según el académico, la enmienda Johnson simplemente asegura que los contribuyentes que pagan impuestos no subsidien a partidarios políticos. Y además, asegura que las organizaciones exentas de impuestos no sirvan de vías de contribuciones a candidatos políticos. En los Estados Unidos, la mayoría de de las organizaciones religiosas (iglesias, sinagogas, mezquitas, etc.) no pagan impuestos, con la única excepción de los impuestos de Seguridad Social a los salarios. Es decir, no pagan impuestos sobre ingresos, corporaciones o propiedades.
Esto significa, que de facto, los contribuyentes efectivamente están subsidiando a estos grupos, debido a que tienen que pagar más impuestos para apoyar los servicios municipales que estos grupos utilizan, como son la protección policial, el acceso a bomberos de sus propiedades, el mantenimiento de parques, la remoción de nieve, el mantenimiento de vías públicas, entre otros.
Lo que la Enmienda Johnson requiere es que por el subsidio que estas organizaciones reciben, se abstengan de hacer política partidista. Si piensan que sus derechos a la libre expresión están restringidos por la enmienda Johnson, la solución es sencilla: renunciar al subsidio que reciben de los contribuyentes y pagar sus impuestos. Pero, ¿logrará el presidente Trump abolir la Enmienda Johnson?
En mi opinión, si Trump redacta una orden ejecutiva para “destruir totalmente” la enmienda Johnson, tendrá que enfrentar a las Cortes del co-poder judicial, que tiene igual derecho que el ejecutivo y no actúa como en Republica Dominicana, que de facto depende del ejecutivo. Se repetirá el rechazo , como sucedió con el decreto del presidente que prohibía la entrada de musulmanes de siete países. Aunque las palabras del decreto ocultan el sesgo religioso argumentando que la razón de la exclusión es el riesgo a la seguridad del país, la corte de apelación formada por tres jueces, no encontró evidencias de que los países mencionados representaran un riesgo contra la seguridad nacional. Desenmascararon la intención inconstitucional de excluir un grupo por motivo de pertenecer a otra religión no-cristiana.
El pueblo dominicano tiene mucho que aprender de esta lucha. El pulpito en Republica Dominicana es hoy tan político como lo fue en 1844, cuando fue utilizado para calumniar y excomulgar a través de una Carta Pastoral al Padre de la Patria Juan Pablo Duarte y a todos los que no apoyasen a Pedro Santana. Sus consecuencias, todavía las arrastramos. Nos legó a Santana y a Báez en vez de Duarte; el regreso al colonialismo de España y la necesidad de otra guerra de independencia; y la aceptación de un contrato Trujillista con el papa fascista, a pesar que hasta la música Trujillista fue declarada ilegal en el suelo quisqueyano.
Si no han leído la Carta Pastoral del 24 de julio de 1844, visiten el Archivo General de la Nación y soliciten leerla. La encontrarán en la Colección del Centenario de la República Dominicana, la cual fuera dirigida por Emilio Rodríguez Demorizi. Volumen II páginas 47 a 55. También pueden leer una copia en mi blog. (https://argeliatejada.blogspot.com/p/carta-pastoral-de-julio-de-1844.html).