Murió el día 27 de febrero del año 2006, la reconocida cantante, música y ejemplar dama puertoplateña doña Manuela González Minier viuda Castillo, quien por más de sesenta años fue miembro y anciana de la iglesia Evangélica de Puerto Plata.
Doña Nena viuda Castillo dedicó toda su vida a la enseñanza y predicación del evangelio a niños y jóvenes. También dedicó tiempo a su hogar en su condición de madre y esposa.
Fue una exquisita y ejemplar dama. Sencilla, afable, cariñosa, bondadosa y desprendida de lo material.
Era música y aprendió a tocar el bandoneón, que lo hacía magistralmente. Con su instrumento ayudaba a amenizar los cantos evangélicos. También fue una excelente vocalista de canciones evangélicas.
En la música y el canto evangélico se distinguió y su nombre deberá de aparecer en los anales de la historia de Puerto Plata, como una de las más sobresalientes.
Ayudó a su esposo don Ramón E. Castillo Quiroz a la crianza de sus ochos hijos, a la educación y formó a todos profesionales en diferentes ramas del saber humano.
Doña Nena, como era llamada en la comunidad de Puerto Plata, fue bautizada y recibida en plena comunión en el Templo Bíblico de Puerto Plata, el día 24 de agosto de 1947, siendo a la sazón por el Anciano Mister Duncan M. Reíd (1897—1985).
En dicha iglesia gozó del respeto y la admiración de sus hermanos evangélicos. Así como también, de la sociedad puertoplateña, a la que le sirvió en lo espiritual y a través del bandoneón y sus canciones evangélicas que cantaba maravillosamente.
Por muchos años pastoreó en compaña de su inseparable esposo don Ramón Castillo Quiroz (1904—1991), en el Templo Bíblico del Ensanche Dubocq, de la calle 6 No. 30, luego trasladada a la Urbanización general Gregorio Luperón, calle Primera de ese sector, de Puerto Plata. En ambos sectores se ganó el aprecio y el cariño de sus moradores. Su prédica llegó a muchos jóvenes que hoy en día son profesionales.
Puerto Plata desconoce de sus grandes valores espirituales. A veces que en las impresiones del hombre y la mujer se sobresaltan para escribir sobre otros hombres. Nunca es más grande la impresión de un hombre y una mujer, cuando la impresión está orientada a nuestro Ser Divino. Se podía creer que la impresión divina es puramente simple. Pero no. No es así. Hablo de la impresión de doña Manuela González Minier viuda Castillo. Mujer de una extraordinaria sencillez. Pero de tremenda creencia. Mujer consagrada al culto, de por qué fuimos y de dónde venimos. Extraordinaria misión del Ser de la existencia.
No saber a dónde vamos y de dónde venimos. Doña Manuela González Minier viuda Castillo era tajante y categórica. Dedicó su vida a la excelsa gloria del Santísimo. Creencia a la cual se adhirió y su vida dio constancia de ella. Predicadora de la palabra del Señor, fue su excelsa gloria. En ella se formó, por ella vivió. Como su creencia, ha sido inigualable su comportamiento. Dedicó su vida a las excelsitudes de las cosas divinas.
Comprendió doña Manuela González Minier viuda Castillo que su vida fue una vida consagrada al Ser Supremo. ¡En ese Ser Supremo vivió!
No hay nada más extraordinario que vivir y morir por una creencia.
La Anciana doña Nena viuda Castillo vivió en su creencia en Dios. Mujer de fe y de extrañas enseñanzas. Así vivió. Esa fue la excelsitud de su vida.
Fue humilde, la más humilde entre las mujeres. Decía ella: “El Señor es mi fortaleza”.
La anciana Manuela González Minier viuda Castillo por la humildad de su consagración divina, fue un rayo de luz sobre esta conciencia puertoplateña.
Bienaventurado la Mujer, que como la anciana doña Nena viuda Castillo haya hecho consagración al Ser Eterno.
Esparció sus cristianos conocimientos a la comunidad de Puerto Plata, sin que esta pueda objetarla nunca nada, como ser convencida en la fe.
Manuela González Minier nació en Luperón, Puerto Plata, el 6 de agosto de 1921, hija de los señores Manuel de Jesús González y Nocomeda Minier de González.
Casó con Ramón E. Castillo Quiroz (nació en Puerto Plata, el 31 de agosto de 1904. Se dedicó a la zapatería y fue un maestro de la misma. Murió allí el 31 de diciembre de 1991) y procrearon ocho hijos, a saber: Rafael, Hidalvelga, Elsa M., Carmen D., Rosa Leyda, Augusta Eunice, Rachel y Frank Castillo González.
Doña Nena viuda Castillo, fue una dama distinguida y exquisita de la sociedad puertoplateña, que dedicó toda su vida a la prédica y enseñanza del evangelio, en compañía de su inseparable esposo don Ramón E. Castillo Quiroz.
Se entregó a la obra del Señor Jesucristo por completo. No se apartó jamás del evangelio. Dio prueba de fe y amor al prójimo.
Doña Nena González viuda Castillo fue un ejemplo en la vida cristiana en la sociedad donde se desenvolvió.
Se les consideró como una santa mujer de Dios. Dio demostración de fe en el Señor Jesucristo. Alabó toda su vida al Señor Jesucristo. No se amilanó por nada en la vida.
El 9 de noviembre de 1996 festejó sus cincuenta años en la vida evangélica, en compañía de sus hijos, familiares, hermanos de Iglesia e invitados especiales.
En su emotiva invitación decía ella: “Les invitamos en nombre del glorioso y bendito señor Jesucristo, Efesios 1—3 a 7. Que por las riquezas de su gracia estamos aquí en este recinto sagrado para alabar su glorioso nombre que es sobre todo nombre.
“Queremos festejar este día y narrar algunos incidentes que en un lapso de cincuenta (50) años sucedieron. Les agradecemos su presencia de estar aquí lindo pasado y con ellos glorificar al Señor y Cristo de mi vida”.
Con la muerte de doña Manuela González Minier viuda Castillo, se fue una dama íntegra, ejemplar, bondadosa, caritativa y de honda fe evangélica.