Los Papeles de Pandora que involucran empresas del presente jefe de Estado, Luis Rodolfo Abinader Corona, participando con compañías Off-shore ubicadas en paraísos fiscales, obligan, forzosamente, a ponderar el apostolado de la dirección general de Ética e Integridad Gubernamental, a partir de la máxima del filósofo alemán Friedrich Nietzsche, quien, en su obra “Más allá del bien y del mal”, sentencia que “No hay fenómenos morales en absoluto, sólo interpretaciones morales de los fenómenos…”
En efecto, la actual incumbente de susodicha dirección, Milagros Ortiz Bosch, había manifestado (El Caribe, 16 de septiembre, 2020), recurriendo a la Ley 311-14, que “Si queremos crear la transparencia, combatir la corrupción y crear los principios éticos y morales del funcionario público, hay que hacer una ejecución total de la Ley”, comprobando, además, en las instancias pertinentes, la “veracidad” de los documentos entregados con relación a la declaración jurada de los bienes patrimoniales de los funcionarios públicos.
Ahora bien, ¿basta con los testimonios patrimoniales de los funcionarios públicos y la confirmación de éstos para “combatir la corrupción y crear los principios éticos y morales”, tal como lo argumenta la directora de Ética e Integridad Gubernamental? ¿Basta con la declaración jurada, incluyendo sus operaciones off-shore, del primer mandatario de la nación? Importante: ¿Constituyen las leyes y la moral, en el ámbito de nuestra cultura, la misma cosa, el mismo objeto, sobre todo cuando las élites del poder, entroncadas en el Estado, deciden lo que legalmente es correcto o incorrecto? En otras palabras: a pesar de que las actividades empresariales off-shore del presidente de la Republica están amparadas en los textos legales, ¿constituyen éstas un objeto ético y moral?
Para nadie es un secreto que tanto los Papeles de Panamá, los Papeles del Paraíso y los más recientes Papeles de Pandora, han contribuido a revelar y a detallar los métodos de “elusión fiscal”, subterfugio legal o eufemismo metafórico de la expresión “evasión fiscal”, de la cual se amparan las compañías y clientes más poderosos del planeta para esconder sus riquezas o acrecentar sus ganancias, siguiendo los agujeros de la dudosa y opaca contabilidad off-shore. Pero como expresara el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, refiriéndose a los Papeles de Panamá, “No hay duda de que el problema de la evasión fiscal global es generalmente un problema enorme. El problema es que muchas de estas cosas son legales, no ilegales”. O como bien dijera, con relación a los Papeles del Paraíso, el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación: "Si bien tener una entidad offshore es a menudo legal, el secreto incorporado que tiene atrae el lavado de dinero, a narcotraficantes, cleptócratas y otros que quieren operar en las sombras. Las compañías offshore, las cuales a menudo son fachadas sin empleados u oficina, también se usan en estructuras complejas de evasión de impuestos que drenan miles de millones desde los tesoros nacionales".
Bien visto el punto, los cuestionamientos que planteamos acaecen, obligatoriamente, en el ámbito de los fenómenos éticos y morales. No obstante, es a la dirección general de Ética e Integridad Gubernamental del Estado que le corresponde, ante la pesadilla de incertidumbre, decadencia y caos en que siempre hemos vivimos, preguntarse si acaso existe alguna diferencia entre las leyes éticas y las leyes del Estado. Pero además, y de antemano, la directora general de la susodicha entidad, Ortiz Bosch, debe abocarse a definir, frente al escepticismo, los parámetros de la Ética en términos de su propia concepción teórica o reflexión filosófica.
Precisamente, conceptos, en ese orden, que serían determinantes del comportamiento, normas y valores que, día a día, deben regir, en cuanto a los fenómenos éticos y morales, las actuaciones de los funcionarios del Estado. De lo contrario, aunque inherentemente controversial, la Ética y los actos morales quedarían subordinados a una mera pantomima, discurso huero o ejercicio abstracto del Derecho y de las Leyes.
De ahí que haya, tal como lo expresara Friedrich Nietzsche, “sólo…una perspectiva de ver, sólo una perspectiva de ´conocer´ ". En otras palabras: los Papeles de Pandora dejaron claramente establecido que, a pesar de la retórica gubernamental y la existencia de la dirección de Ética e Integridad Gubernamental, los actos morales generalmente existen interpretados, guiados y moldeados por nuestras pasiones, deseos e intereses de clases y, por lo tanto, en contraste al contexto referencial de una Ética del bien común, la verdad y la justicia. Y es que la participación casi absoluta de las élites del poder en todos los estamentos del Estado, la predispone, intencionalmente, mediante la lengua, a imponer sus propias opciones interpretativas en la construcción social de la realidad.