El pasado jueves 20 de este mes murió la gran pianista dominicana Floralba del Monte. No hablaré de la artista, mucho menos de la concertista que fue, hablaré de la doña Floralba que conocí en los años de mi adolescencia, a quien fui a despedir bien temprano el viernes por la mañana.

Mi primer encuentro con ella fue en el 1993, siendo la directora del Conservatorio Nacional de Música y se formaba la Orquesta Sinfónica Juvenil Juan Pablo Duarte. Esa mujer inspiraba respeto, siempre bien vestida, pulcra de pie a cabeza, caminaba erguida, aún pasado los años y con su bastón. Expresiva y sin tener que decir una palabra, se entendía con lo que estaba de acuerdo o no. Tenía fama de ser de carácter fuerte, y sí, así fue, pero cuando llegaba la hora de hablar con ella por cualquier cosa, se daba cuenta uno de lo fácil y cómo se prestaba a dar soluciones.

Luchadora, solidaria, incansable, responsable, entregada. Abrió las puertas de su casa para que algunos estudiantes del interior del país pudieran asistir al conservatorio. Siempre con la puerta abierta de su despacho, tanto en el viejo edificio del conservatorio, en la César Nicolás Penson – para muchos ese fue el “viejo conservatorio”- y en el nuevo edificio por el cual luchó hasta conseguirlo. No recuerdo haber estado un día en el conservatorio en que ella no estuviera, hasta enferma se presentaba, a las ocho de la mañana usted podía ir y la encontraba en su oficina.

No le gustaban las injusticias y muchos se beneficiaron por pleitos que ella tuvo que sostener para defender a quien ella considerara. Siempre pendiente de todos los estudiantes sin importar el instrumento. Presta a escuchar a cualquier miembro del conservatorio, profesor, alumno, conserje, padre, secretaria, vigilante, no importaba de quién se tratara.

Doña Floralba logró que muchos amáramos no sólo la música, sino nuestra institución, nuestra casa, la que ella soñó, trabajó, peleó y consiguió. Quien conoció, compartió, convivió, habló, saboreó y/o degustó a Floralba del Monte, sobre todo en su período de dirección, ama al Conservatorio Nacional de Música

Me opongo al nombre de “Conservatorio Nacional de Música Floralba del Monte”, mientras esté en el abandono y deterioro en que se encuentra. Éste no es el conservatorio por el que luchó y soñó doña Floralba.