Es muy seguro que si usted salía a buscar a la señora Trinidad de la Cruz en la ciudad de Puerto Plata, nadie podría darle información o detalle de la misma. Pero, por el contrario sí preguntaba por doña Cuca, la dueña del negocio de “La Casa de doña Cuca”, le dirían quién fue ésta distinguida, abnegada trabajadora y apreciada dama adoptiva puertoplateña.

Por muchos años ésta regenteó el negocio “La Casa de doña Cuca”, ubicada en la calle Mariana viuda Hall No. 21, de Puerto Plata, en donde iban a beber tragos y a disfrutar de la vida, los más connotados profesionales, bohemios, comerciantes, cantantes, músicos y personas pudientes y adineradas de Puerto Plata y de las demás provincias del país y del extranjero, en busca de una linda y bella joven muchacha.

También, cabe mencionar el negocio del mismo género de doña María Rodríguez (a) Chichí Bombillo (oriunda de Valverde, Mao y quien procreó un hijo: Rafael Rodríguez, residente en New York, siendo su padre Ontiguio Céspedes. Los últimos años de su vida vivió con Tingo Tejeriro), en la calle 30 de Marzo No. 44, de Puerto Plata. Estos fueron los dos negocios más concurridos y de mayores demandas en Puerto Plata.

Al negocio de doña Cuca llegaban las mejores y elegantes muchachas de las diferentes regiones del país como trabajadoras sexuales. Fue uno de los mejores de negocios en su género en el país. Tenía fama nacional e internacional por la calidad y elegancia de las jóvenes y hermosas muchachas que trabajaban como trabajadoras sexuales en dicho negocio. El negocio se caracterizó por la tranquilidad y la acogida que se les daba a los clientes. Nunca hubo escándalos y pleitos en el negocio.

Hoy en días algunas de esas jóvenes que estuvieron en “La Casa de doña Cuca”, son las esposas de una gran cantidad de puertoplateños. Mujeres convertidas en auténticas señoras y esposas. Así es la vida, que da mucha vuelta. La rectificación es valedera en nuestra sociedad.

Trinidad de la Cruz, mejor conocida como doña Cuca nació en la ciudad de Santiago, el 10 de diciembre de 1913, hija de la señora Fidela de la Cruz.

En la escuela aprendió lo elemental, para poder sobrevivir en la vida cotidiana.

Tuvo cinco hermanos: Manuel Cabrera (herrero, soldador y un gran conocedor de la Historia Universal), Ana de la Cruz, María de la Cruz, Hipólita y Luisa de la Cruz. Socorrió a sus hermanos  y nietos en aprietos económicos.

En sus primeros años vivió en San Pedro de Macorís. Luego, vino a la calle del Camino Real, de Puerto Plata, donde se crió y desarrollo en la casa de su abuelo José Blas Parra, quien era el administrador de la finca de los Ginebra.

Doña Cuca trabajó en la casa de doña Genoveva Demorizi Campos viuda Rodríguez (quien vivía con sus hijos: Félix, José, Alonso, Genoveva Leticia, Emilio, María Amparo y Nieves de Jesús Rodríguez Demorizi) como doméstica, durante algunos años y allí la hizo mujer Emilio Rodríguez Demorizi (convertido posteriormente como uno de los más prolíficos escritores dominicanos, con más de 120 libros publicados y connotado historiador).

Por muchos años regenteó el negocio “La Casa de doña Cuca”, que fue un sitio de encuentros bohemios y pláticas entre amigos. Allí concurrían los más connotados profesionales, comerciantes, cantantes, músicos y personas adineradas y ricas de Puerto Plata y las demás provincias del país y del extranjero.

En dicho negocio eran ayudantes o/y sirvientes los señores José Alberto Corniel (El Buey), Rosa Rodríguez y otros.

Doña Cuca nunca tuvo problemas con sus vecinos de la calle Mariana viuda Hall. Su negocio era como una casa de familia y donde se escuchaba la música bien bajita. Jamás recibió quejas de sus vecinos.

En su casa escondió a varios antitrujillistas que eran perseguidos por la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo Molina por sus posiciones verticales contra aquel régimen.

Aunque se dedicó a la venta de ron y cigarrillo en su negocio, pero no fumó nunca y mucho menos bebió bebida alcohólica.

El doctor Víctor Almonte Jiménez fue su gran amigo y compadre de doña Cuca. Se ha dicho que cuando ésta murió el doctor Almonte Jiménez lloró su muerte y así también lo hizo, cuando murió el mentor del turismo y de la radiodifusión puertoplateña, don Luis Arturo Pelegrín.

Doña Cuca de la Cruz procreó dos hijos: Celenia (quien se hizo doctora en medicina) y José de la Cruz (quien regentea un pequeño negocio de vender comida cocinada).

Cerró el negocio y se fue a Santo Domingo a la casa de su hija Celenia de la Cruz y allí busco de Dios y se convirtió en evangélica.

Doña Trinidad de la Cruz, mejor conocida como doña Cuca, murió en Santo Domingo, el 30 de marzo de 2003, debido a un paro cardíaco.

Vivió una vida tranquila y sin hacerle daño a nadie. En su sector de la parte baja de la cañita, Mariana viuda Hall y la 30 de Marzo, se le respetó y admiró.

Fue una vida dedicada al trabajo productivo y honesto. Jamás maltrató a las jóvenes que trabajaban en su negocio como trabajadoras sexuales. Sus clientes recibían la excelente y buena atención de su propietaria.

Su negocio fue altamente cotizados y alabados en todo el territorio nacional y el extranjero. Era una mujer popular y querida en el pueblo de Puerto Plata.

Doña Cuca vivirá por siempre en el corazón del pueblo de Puerto Plata. De ahí es que sea considerada como una gran mujer en el desarrollo de la microempresa.