En junio del 2004, murió en la ciudad de Santo Domingo el jurista y luchador antitrujillista Rafael Alburquerque Zayas-Bazán, padre del exvicepresidente Rafael Alburquerque.

Alburquerque Zayas-Bazán  había nacido en la ciudad de San Pedro de Macorís el 6 de octubre de 1908, pero se desarrolló en Santo Domingo, donde obtuvo el título de Licenciado en Derecho en 1931 en la vieja Universidad de Santo Domingo.

Como los historiadores Rufino Martínez y Américo Lugo,  Alburquerque Zayas-Bazán tomó distancia del régimen de Rafael L. Trujillo, rehusando adherirse a la legión de intelectuales que ensalzaron la larga noche de oprobio del dictador.

Su actitud sin dobleces frente al régimen le condenó a una vida sesgada por el aislamiento social y la persecución política. En 1948 fue objeto de una “sanción disciplinaria” por la Suprema Corte de Justicia,  que lo privó de sus funciones como Notario Público.

En 1952, la oscura mano del Dictador le impuso una pena de seis meses de prisión y cincuenta pesos de multa por el delito de “ofensa a la Justicia”, sanción que debió cumplir en la Fortaleza Ozama.

“El 18 de enero de 1960 fue detenido por las fuerzas del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), bajo la dirección del siniestro Johnny Abbes García, y llevado a la ergástula de la Cuarenta, donde fue sometido a torturas. Como miembro del Movimiento 14 de Junio fue condenado a 30 años de cárcel y al pago de una multa millonaria”, relata el hoy exvicepresidente Rafael Alburquerque en un artículo publicado recientemente.

El pasado jueves 28 de octubre, un grupo de amigos del doctor Alburquerque, encabezados por el expresidente Leonel Fernández, la exvicepresidenta Milagros Ortíz Bosch y el exrector universitario Franklin almeyda Rancier, tuvimos la honra de comparecer a los jardines del hotel El Embajador al acto en que se develó una tarja en honor a Alburquerque Zayas-Bazán y se designó una calle con su nombre.

El testimonio sobre la vida y lucha de Alburquerque Zayas-Bazán lo ofreció Milagros Ortíz Bosch, quien dijo que el jurista y político fue un paradigma de dignidad para las generaciones que lucharon contra Trujillo.

Su ostracismo sólo terminó con el final de la dictadura y con el retorno de la democracia, tras lo cual se le restituyó su condición de Notario Público y de profesional del Derecho.

La decisión de la Sala Capitular del Distrito Nacional de designar con su nombre una calle de la ciudad de Santo Domingo constituye un gesto de justicia histórica no sólo porque Alburquerque Zayas-Bazán supo soportar con estoicismo los desmanes de la dictadura, sino porque ya en democracia tuvo una vida modesta, honesta y exenta de oropel hasta su muerte en junio de 2004.