La gestión cultural requiere de un ejercicio reflexivo amplio, desprendido de estigmas que obstruyen ver con ojo justiciero el acontecer diario. La agudeza debe ser más punzante cuando se trata de trazar políticas públicas tendentes a fortalecer las costumbres de una nación. Esta realidad parece descuidada por el ministro de cultura que se gasta este país.
El extinto presidente, Dr. Joaquín Balaguer, era ducho llamando la atención a los funcionarios de su gobierno. En buen dominicano, Don Elito, como también se le conocía, era un mago dando boche, los repartía “de día y de noche”. En consecuencia, los balagueristas aprendieron temprano a leer las intenciones del caudillo reformista.
Curiosamente, el Presidente Danilo Medina, hijo bastardo del dictador colorao, heredó esa manera particular de dar boches sin importar la hora. Que así sea, indica que Medina, estudio con cuidado el comportamiento político del viejo zorro. Ahora, los que lucen descuidado en interpretar las intenciones del mandatario son los peledeistas que forman el gabinete del gobierno encabezado por Danilo Medina. ¡Para muestra un botón!
En meses anteriores, el Presidente Medina, nombró como nuevo ministro de Cultura, a don Pedro Vergés, en sustitución del el artista José Antonio Rodríguez.
En lo que lleva de gestión, el flamante ministro no pega una, no batea ni con una guitarra. Estrenándose en la jefatura de cultura, dispuso el cierre de la Escuela de Música Ñico Lora, en el municipio de Navarrete, Santiago. El despelote fue tan grande que antes de ponerle el candado a la institución, tuvo que dejar sin efecto la medida. La escuela Ñico Lora es un baluarte del folklor Cibaeño, de ahí el reperpero.
De igual modo, Vergés borró de golpe y porrazo, el Concurso Nacional de Historia.
Acto seguido, el funcionario convocó el Consejo de Asesores del Ministerio de Cultura para informarles que él había decidido cancelarlos de sus puestos. Según Andrés L. Mateo, la mayoría de los integrantes del citado Consejo, eran honoríficos, es decir, no cobraban salario por asesorar la dependencia estatal. Tal parece, que él mandamás de cultura no revisó la nómina, cabe entonces preguntar. ¿Acaso los asesores sustitutos cobrarán por aconsejar?
Ahora, “donde la puerca retorció el rabo” fue con la suspensión de los proyectos de cultura aprobados en la gestión de su antecesor. En efecto, José Antonio Rodríguez, ahora Embajador ante la Unesco, puso en marcha un programa para financiar proyectos descentralizados de gestión cultural. En su primera versión, cientos de organizaciones concursaron para obtener un financiamiento. En la mayoría de las provincias se implementaron iniciativas de gestión cultural y artística. En la segunda convocatoria se aprobaron otros tantos proyectos que quedaron en espera de la transferencia de los recursos. No obstante, el nuevo ministro alega que la escasez de recursos del Ministerio impide continuar el apoyo al programa, por ello los eliminó de un plumazo.
De su lado, el Presidente Medina, al rendir cuentas, el 27 de febrero pasado, resaltó los proyectos culturales como uno de los principales logros de su gobierno. ¡Sí! los mismos que arrinconó don Pedro Verges. El mandatario recalcó, que en la actualidad, están en marcha varias iniciativas de desarrollo cultural en todo el territorio nacional. Ante esta disyuntiva, es de rigor preguntar.
¿Será que el Presidente Danilo Medina no se enteró que los proyectos de cultura habían sido suspendidos?
La miopía clasista, impide al ministro de cultura interpretar el mensaje enviado por el mandatario. El boche fue de día, pero sonó como si fuera de noche, parece que don Pedro Vergés, no aprendió a “leer detrás de la puerta”.
Las voces de la calle suelen ser lapidarias en su decir. Ahora, en los círculos culturales se escucha el murmullo, igual en los mentideros políticos, “el ministro de cultura metió la pata fuera del cajón”, por no decir lo otro.