Desempleado y sin posibilidad de seguir corriendo por la presidencia de Francia, el benemérito Dominique Strauss Kahn parece ser la persona ideal para encabezar el gobierno. El hombre perfecto para estos tiempos difíciles. Total ha sido el fondo, que él presidió hasta su reciente renuncia por acusaciones de agresión sexual, el que ha estado gobernando la economía dominicana.
Y ha sido tan excepcional en ese papel, que para mantener cada cierto tiempo los acuerdos con el organismo se nos ha hecho preciso recurrir a periódicos paquetes fiscales, pese al costo para el país y su población, a cambio del respiro suficiente para garantizar la tan mencionada estabilidad macroeconómica que ya casi nadie sabe para qué sirve, a juzgar por los enormes sacrificios que lleva implícita.
Debido al sentido estricto del gasto que norma las directrices del FMI, que en el ámbito oficial todo el mundo ignora, tal vez con Strauss Kahn la situación podría comenzar a cambiar. Y estimo que sería así porque si bien no tiene empleo dispone ya de una jugosa pensión por sus servicios a la economía mundial, razón por la cual su contratación podría resultarnos mucho más baja que el valor de su experiencia.
Así podríamos comenzar a ahorrar, comenzando por las elecciones y disponer la clausura temporal de algunos organismos que sólo han servido, en los hechos, para perpetuar los vicios de nuestra práctica política.
Ni tendríamos tampoco que apelar al PNUD para decidir sobre una fábrica en las proximidades de los Haitises, ni preparar un plan para prevenir la corrupción.
Si tal sugerencia llegara a convertirse en realidad podríamos estar seguros de tener presupuestos equilibrados y el número de viceministros y vicecónsules que una pobre nación como la nuestra debería tener. El único problema sería alejar al señor Strauss Kahn de las muchas tentaciones que aquí enfrentaría.