Que somos grandes cuando queremos.
Ni la lluvia, ni la espera, ni las ampollas en los pies pudo contra la voluntad de 854 dominicanos que, ataviados de la tricolor en la Plaza España y a ritmo del Merengón de Joseíto Mateo, lograron arrebatarle a los rusos un récord que impusieron en 2013, con el mayor número de parejas bailando merengue de manera sincronizada, consiguiendo romper la marca europea para traerla a donde pertenece.
Fue hace un par de años cuando el productor artístico Alberto Zayas cayó en cuenta de que desde junio del 2013 , 330 parejas del Buena Vista Social Dance Club en Rusia, habían conseguido el récord mundial certificado por el libro de Guinness World Record a la mayor cantidad de parejas bailando merengue simultáneamente en el Estadio Lenin de la ciudad de Jabárovsk, en el Extremo Oriente ruso.
“¿Qué hace un ruso con un récord que me pertenece como dominicano’”?, se preguntó Zayas en aquel entonces, y fue allí cuando parió la idea de “Un récord pal Merengue”, pues llegó a a la conclusión de que había que hacer un evento marca país donde la dominicanidad se reflejara y fuera la protagonista.
Aunque la meta inicial de Zayas era convocar 350 parejas, 20 más que los rusos, los buenos dominicanos no se hicieron de rogar y salieron bailarines de todas partes; de Dajabón y de Villa Mella, padres e hijas, novios y hermanos lograron sobrepasar la cifra, consiguiendo juntar 880 voluntarios.
Siguiendo una coreografía ensayada durante meses y como si el alma se les hubiera bajado a los pies, las duplas bailaron durante 5 minutos y 18 segundos a ritmo del clásico “Merengón” del difunto Joseíto Mateo, pero en una edición adaptada para la ocasión en la que también prestaron sus voces Miriam Cruz, Elvis Crespo y Manny Cruz.
“Quise que fuera ese porque es un tema icónico y de una figura con tanto nivel como lo fue don Joseíto Mateo” dijo Zayas, agregando que la canción contó además con los arreglos de Antonio González, un artista multipremiado al Grammy Latino, “la magia de la tambora de Juan de la Cruz”, Juan de la Cruz (Chocolate) en la conga y Leo Pimentel en el piano.
Encima de la coreografía con un mínimo de cinco minutos de duración, el Guiness exige también un vestuario uniforme y calzado similar en color; un testigo con conocimiento de danza; supervisores independientes para cada grupo de 25 parejas, así como dos expertos en cronometrajes.
Ni la hora y media que tardó la jueza para dar su veredicto logró dispersar a los miles de corazones criollos que aguardaron inquietos por la recompensa de un baile que entre luchas, alegrías, pasiones y esperanzas, ha calado hondo en su idiosincracia.
“En este primer intento oficial nosotros pudimos verificar valores tan importantes como la unión, el trabajo en equipo, la responsabilidad y la representatividad de cada región que tuvo encuentro el día de hoy”, dijo por los altavoces la adjudicadora colombiana y, tras descalificar a cinco parejas que se salieron del canon, validó el nuevo récord, haciendo retumbar hasta a los reyes de las pinturas del Alcázar de Colón.
Y así fue como el arduo trabajo de Zayas, “el capitán de un gran barco acompañado de un gran equipo” conquistó la misión de unir al país, levantar el cruzado pendón y darle una buena noticia a nuestra República Dominicana, esa que tanto se merecía.
Las convocatorias a los voluntarios que iniciaron en septiembre, se llevaron a cabo en las zonas norte y sur del país, donde aprendieron los pasos del baile mediante un tutorial, pues la regla del récord no era de tiempo, sino de la mayor cantidad de parejas danzando la misma coreografía.
La segunda fase vino en octubre, donde se involucraron los ballet folclóricos y escuelas de baile nacionales: Kimbara, en el sector Los Prados; Muévete Estudio, en la sede de Santo Domingo y el Centro de Danza Aida Guzmán, de Villa Mella.
“Donaron su tiempo, su espacio y sus profesores para enseñar (a los voluntarios) todo lo que es El Merengón”, manifestó Zayas. “Se nota la armonía y la unión que existe en el evento”.
Este domingo el merengue hizo enorme a la patria diminuta. Unió desconocidos que se hablaron sin preguntarse el nombre, nos hizo bailar al compás de una cadencia que entremezcla a indígenas, africanos y europeos; homenajear la historia del ritmo nacional, cómplice de la alegría de un pueblo auténtico que siempre ha sabido levantarse.